NO eran las fiestas de San Roque, ni el día de la Virgen de la Guía; pero ayer en Portugalete se salió y se salió hasta tarde. Y es que ayer era día de partido y cierto es que partidos hay muchos en La Florida. Pero es que este era histórico, especial. Era ante el Betis de Rubi y Joaquín. Ante todo un Primera. Por eso las calles que enfilan hacia el campo jarrillero se vistieron de amarillo y negro. Por eso las rampas mecánicas que facilitan la subida hasta el coliseo portugalujo rechistaban ante tanto trabajo. No están acostumbradas a tal trajín de personas. Pero ayer fue un día inolvidable y, por eso, nadie se lo quiso perder. De hecho, lo primero que se vio al llegar a La Florida fueron sus taquillas cerradas. Persiana echada y, pegado sobre ella, un folio con las dos únicas palabras que los aficionados sin boletos no querían leer: "Entradas agotadas". Lo cierto es que el Portugalete vendió todos los billetes unos días antes -volaron tras abrirse el plazo de compra-. Y, por eso, a pesar de contar con algo más de 1.000 socios, ayer no entraba nadie más en el campo jarrillero, con capacidad para 5.000.

Se volvió al fútbol de antes, aquel que solo se disfruta ya en las ligas modestas y en los equipos humildes. Aquel que se ve de pie, con los córneres embarrados y las vallas publicitarias abolladas. Los 5.000 afortunados se divirtieron con el fútbol añejo, el que siempre recuerdan con nostalgia los abuelos, y con un rival de Primera División. A la hora en punto, la txalaparta anunció el inicio de la contienda. Ambos rivales saltaron al campo al ritmo del himno del Portugalete, Prieto Iglesias dio el silbido inicial y, a partir de ahí, mandó el Betis. Por mucho que los aficionados vizcainos se arremolinaran alrededor del verde, por mucho que intentaran que los verdiblancos sintieran su aliento en la nuca, los de Rubi asolaron la meta defendida por Mediavilla. El resultado empezó a verse claro antes incluso del primer gol visitante, por eso los seguidores se centraron en disfrutar de esos internacionales que estaban pisando su césped. Que estaban trabajando apenas a dos centímetros de distancia. De hecho, las instalaciones de La Florida permiten que el espectador esté tan cerca que, en un córner botado por Canales, un aficionado aprovechó la proximidad, sacó la cabeza, estiró el brazo y se hizo un selfi con el jugador bético, que ni se enteró.

Pero es que la euforia de tener a un Primera en casa hizo que ayer todo valiera. Incluso aplaudir el tanto de un rival. Porque el gol de Álex Moreno cayó como agua helada, por acabar con la ilusión de la sorpresa copera. Porque el tanto de Loren tampoco gustó en la grada, por certificar la derrota con un sopapo de realidad. Pero la realidad cambió cuando el protagonista fue Joaquín, que fusiló la portería de Mediavilla 12 minutos después de saltar a La Florida. La diana del capitán verdiblanco no disgustó tanto. Porque ya era la tercera y porque, qué leches, Joaquín cae bien. De hecho, el 17 fue el principal reclamo de un Betis que no se dejó a nadie en casa. El gaditano estuvo sonriente y divertido con la afición portugaluja desde que se bajó del autobús hasta que volvió a subir. Flipó con el sonido de la txalaparta, bailó mientras calentaba e incluso lo intentó con el euskera. Joaquín le volvió a echar arte a la vida y, por eso, La Florida le perdonó gol.

Invasión de campo Se avisó por megafonía: "Está prohibido saltar al césped tras el partido". Se pidió con educación: "Respetad la normativa, por favor". Pero como ayer todo valía en La Florida, la normativa no se respetó. De hecho, el mismo Joaquín tuvo que salir corriendo hacia los vestuarios tras el pitido final cuando vio cómo una marabunta de gente invadía el campo en busca de su camiseta, una foto, un autógrafo o simplemente para verle más de cerca. El capitán del Betis fue listo y se cobijó en la seguridad de la caseta; pero otros como Borja Iglesias no estuvieron tan avispados. El delantero no jugó un minuto ante el Portugalete, pero cuando pisó el verde tuvo que salir escoltado por la Ertzaintza. Eso sí, rodeado de cariño y con una sonrisa enorme. Porque ayer se salió en Portugalete. Y se salió hasta tarde.