Bilbao - Dos triplazos de Marcus Eriksson, dos bombas de precisión milimétrica impulsadas desde una distancia de más de ocho metros cuando el marcador señalaba la igualada a 78 puntos a tres minutos del final hundieron en el Gran Canaria Arena a un Bilbao Basket que volvió a dar muestras de grupo humano rearmado y revitalizado, pero al que su notable entrega y esfuerzo no le bastó para salir vencedor de un duelo jugado de poder a poder, con fases de intercambio de golpes y otros en los que el caos fue la nota característica. Los de Veljko Mrsic, corajudos, aguantaron la mirada del Herbalife Gran Canaria de principio a fin, pero en los compases de mayor efervescencia fueron los de Luis Casimiro los que mejor supieron jugar sus cartas de la mano de un suministrador de lujo como es Albert Oliver, primero poniendo el balón en las manos de DJ Seeley para que penetrara hacia el aro bilbaino y posteriormente encontrando al tirador liberado. Además, los locales tuvieron en el rebote ofensivo un arma excelente ante un rival al que en varias situaciones le faltó la guinda de cerrar los rechaces en su aro tras magníficos esfuerzos defensivos.
La energía e hiperactividad en ambos aros de Devin Thomas (19 puntos, 29 de valoración) fue una excelente rampa de despegue para los hombres de negro. Junto a él brillaron Lucio Redivo y Dejan Todorovic, con 30 puntos entre ambos, pero no fue suficiente para tumbar a un conjunto amarillo que complicó mucho la vida de la escuadra vizcaina cuando hizo valer en defensa su mayor caudal físico, adelantando líneas y utilizando manos por doquier. Esos momentos de colapso ofensivo, localizados sobre todo en un segundo cuarto en el que encajaron un parcial de 16-2 en cinco minutos y medio pasando del 22-31 a un 38-33, sacaron del camino correcto a los de Mrsic, que por momentos también regalaron demasiados tiros libres al rival. Sin embargo, el equipo bilbaino no rehuyó la pelea en ningún momento e hizo mucho para ser merecedor del triunfo, pero al final decidieron dos acciones puntuales, dos triplazos de Eriksson para los que no hubo ni antídoto no respuesta.
Otro notable arranque La contienda arrancó con un intercambio de bandejas por parte de ambos equipos y con las defensas sin acabar de armarse. Fue la del Bilbao Basket la que ofreció primero trazas de solidez, por lo que suyas fueron las primeras ventajas de la matinal, con un Thomas omnipresente, aportando picante y manos rápidas en defensa y soluciones en la parcela atacante. La intensidad del de Harrisburg contagió a sus compañeros y con una defensa muy activa y solidaria y un ataque dinámico que encontraba las cosquillas a los de Casimiro el 10-19 a 4:15 del final del acto inaugural se convirtió en una realidad más que interesante. El técnico de los insulares paró el duelo para leer la cartilla a los suyos y su toque de atención funcionó. El Gran Canaria adelantó líneas en defensa, Oliver encontró soluciones ofensivas a partir del bloqueo directo y el marcador se estrechó (16-19) antes de que Redivo, con cinco puntos seguidos, aportara aire a los suyos para cerrar el primer cuarto con un 16-24. La contienda cayó en una fase en la que las alegrías ofensivas se acabaron para los visitantes, pero el gran trabajo defensivo les permitió seguir dominando el luminoso con autoridad (22-31), aunque el partido fue cambiando de líneas maestras y el Bilbao Basket colapsó en ataque. El caos sonrió al Gran Canaria. Mientras su rival se derrumbaba en ataque, ahora con contraataques desaprovechados ahora con ataques demasiado espesos que obligaban a tiros forzados con el reloj coqueteando con el límite de la posesión, los locales cogieron vuelo merced al acierto de Eriksson y Eulis Báez desde la línea de 6,75. Así, el Bilbao Basket solo anotó dos puntos en los cinco minutos y medio siguientes al 22-31, mientras que los amarillos sumaron 16. El marcador sufrió un vuelco radical (38-33), aunque Todorovic, demasiado dubitativo y cohibido hasta entonces, anotó un triple colosal para cerrar el segundo cuarto con un 40-38 que permitía a los suyos no desengancharse del encuentro.
En la reanudación de la contienda, el Bilbao Basket recuperó la compostura perdida. De nuevo bien plantados en defensa y con Redivo ofreciendo soluciones en ataque, los visitantes arrancaron el tercer cuarto con un 2-7 que les volvió a dar ventaja en el luminoso, pero el Gran Canaria no se descompuso. Cada vez que elevaba su nivel de intensidad y adelantaba líneas conseguía torpedear la fluidez del rival, lo que le permitía recuperar el terreno perdido sin demasiadas dificultades. La aparición de Álex Mumbrú, inédito hasta entonces en ataque, aportó una vía de anotación sostenible para los visitantes que, por contra, cometieron demasiadas faltas en defensa, haciendo que Gran Canaria pudiera sumar con facilidad desde la línea de tiros libres. Con este constante toma y daca, el choque llegó a sus diez minutos finales con un 63-62 que prometía emociones fuertes. Los anfitriones pusieron el balón en manos de Seeley y amagaron con romper el partido (72-66), pero en el bando contrario Thomas dejó claro que no iba a haber bandera blanca (72-72). El intercambio de golpes desembocó en un triplazo de Redivo para colocar el empate a 78 puntos a 3:25 del final, pero dos bombas de nueve metros de Eriksson sacaron de punto al Bilbao Basket. Otro triple mal defendido de Báez colocó un 87-79 que parecía sentenciar el duelo, pero entre Redivo y Thomas, con un dos más uno, acercaron a los suyos hasta el 88-85, aunque dos tiros libres de Pasecniks y una pérdida de Jonathan Tabu fundieron a los de Mrsic, intachables en lo referente al esfuerzo pero incapaces de echar el lazo a un partido en el que no fueron peores que su rival.