Bilbao - La sonrisa de Axel Hervelle a 6:17 de la conclusión del partido fue la sonrisa de todo el Bilbao Basket. Una sonrisa liberadora, revitalizante, tan tranquilizadora como balsámica. La esbozó el belga en dirección a su suministrador de balón, Javi Salgado, cuando un triple lateral nacido en su muñeca besó la red y colocaba el 50-65 que era ya sinónimo de victoria inapelable para los bilbainos. Porque decir que el partido de ayer no servía para nada era poco menos que insultar a un grupo humano abrumado por tanta derrota seguida -hasta nueve llegó la cuenta-, a una plantilla que quería pero no podía, que necesitaba como el respirar acabar un partido con los puños en alto. No, la cita no servía para nada desde el punto de vista de la clasificación pues los dos contendientes estaban ya eliminados de la Eurocup, pero era importantísima para los pupilos de Veljko Mrsic, imprescindible para rearmarse moralmente y recuperar la confianza perdida, y los hombres de negro supieron actuar con la seriedad necesaria para salir victoriosos del Aleksandar Nikolic Hall ante un Partizan absolutamente romo.
Entre el aplomo y la contundencia con la que actuó el Bilbao Basket y la absoluta falta de acierto con la que compareció el Partizan se generó el ecosistema perfecto que permitió a los visitantes gobernar los acontecimientos de manera solvente. Los de Mrsic defendieron bien las distancias medias y cortas a costa de conceder espacios en la línea de tres puntos y se vieron beneficiados por la aciaga hoja de servicios de los serbios (solo cuatro dianas de 21 intentos) desde esta distancia. Además, en ataque movieron la bola con bastante solvencia, sobre todo un Salgado que a ritmos pausados aún puede ofrecer minutos de calidad, ofrecieron más suministro que nunca debajo del aro a un Mickell Gladness que aprovechó la circunstancia para irse a los 15 puntos y contaron con la versión más atinada de Lucio Redivo, máximo anotador con 20. De hecho, el Bilbao Basket pudo romper el choque antes del descanso, pero las pérdidas se lo impidieron; sufrió en el amanecer del tercer acto cuando un 13-2 del Partizan le dio la vuelta al duelo, pero esta vez no se vino abajo y recuperó el timón de la contienda a base de seriedad y trabajo. Del amenazante 43-40 en contra al 50-65 que dibujó la sonrisa de Hervelle. Todo un mundo.
Trabajo y acierto El amanecer de la contienda coqueteó con una reedición del duelo del Bilbao Arena, ya que Williams-Goss arrancó dispuesto a gobernar el choque. Dos triples del exdirector de juego de Gonzaga dispararon al Partizan hasta el 8-2 antes de que el Bilbao Basket le imprimiera al partido seriedad, aplomo y el ritmo más conveniente a sus intereses. Los de Mrsic conectaron bien con Gladness en las distancias cortas, contaron con el desahogo de Mumbrú y Todorovic desde el triple y a partir de una defensa activa y solvente enlazaron un parcial de 3-15 para pasar a dominar el luminoso (11-17). Los fallos desde la línea de tiros libres (pobre 2 de 8 en los diez minutos iniciales) impidieron a los visitantes fabricar una brecha mayor, pero los anfitriones también se dejaron muchos puntos debajo del aro. El Partizan no perdió comba en el marcador (18-22 a la conclusión del acto inaugural), pero la entrada en pista de Redivo ofreció a los de Mrsic una vía anotadora constante. Cuatro canastas seguidas del argentino y dos triples de Salgado dispararon al Bilbao Basket hasta un interesante 21-34 a 4:57 del descanso. Al Partizan la intrascendencia del partido se le atragantaba incluso más que al equipo que tuvo que desplazarse para disputarlo, aunque los hombres de negro desperdiciaron la oportunidad de hacer incluso más sangre. Las pérdidas bilbainas, un par de ellas por faltas en ataque, dieron algo de aire a los locales, que aprovecharon un triple de Aranitovic y los tiros libres para alcanzar el ecuador de la contienda sin desconectarse del todo del duelo (30-38).
Con solo cuatro puntos anotados en los cinco minutos finales del segundo cuarto y atendiendo a la carta de tiro que llevaba el Partizan (paupérrimo 25% en tiros de dos y 30% en triples), quedaba claro que el colchón de ocho puntos de los visitantes debió ser mayor si el equipo hubiera actuado con más instinto asesino. Pero a la vuelta de vestuarios el Partizan metió más energía a su defensa, el Bilbao Basket se atascó y un parcial de 13-2 en poco más de cuatro minutos volteó el marcador. Parecía otro de esos baches que acostumbran a sepultar a los hombres de negro, amenazaba con llover sobre mojado, pero esta vez la escuadra vizcaina no se vino abajo, sino que contraatacó con un 0-12 que acabó con la resistencia serbia. Porque tras el 49-53 a diez minutos del final del choque, lo mejor estaba aún por llegar. Entre Redivo, una guindilla, Hervelle, entonado desde la distancia triple, y Gladness, imperial debajo del aro tanto en defensa como en ataque, pusieron en órbita a un Bilbao Basket que necesitaba volver a gozar sobre una cancha de baloncesto, sentirse de nuevo ganador. Solo por eso, el duelo de ayer debería valer su peso en oro.