Bilbao - Son los héroes de negro y da igual que a veces, como ayer, luzcan de blanco. Porque los titanes, los que protagonizan gestas que parecen imposibles, los que miran de frente y sin pestañear a desafíos en apariencia insuperables, pueden vestir como les dé la gana. Y más si son de Bilbao. Incluso con mangas. ¡A lo loco! Son héroes porque tras hazañas como la de ayer lo de ser hombres de negro se les queda corto. Demasiado terrenal cuando lo conquistado es celestial. Porque dar la campanada ante el Barcelona Lassa para avanzar a las semifinales de la Copa de A Coruña fue precisamente eso, un logro prácticamente de otro mundo. ¡Es tan grande el universo que separa las realidades del Dominion Bilbao Basket y el conjunto azulgrana! ¡Es tanta la diferencia de potencial y recursos! De ahí el desgarrador grito de Álex Mumbrú con los brazos en alto tras rebañar el balón que aseguraba que el 72-73 favorable a los suyos no iba a sufrir variaciones, de ahí la carrera de Georgios Bogris con las manos en la cabeza en plan madre mía la que acabamos de liar mientras sonaba el bocinazo final y su tremendo abrazo con Axel Hervelle, de ahí los saltos desmedidos de Dejan Todorovic como si no hubiera mañana... Error. Porque el calendario marca para mañana una semifinal copera ante el Herbalife Gran Canaria, verdugo también ayer del Valencia Basket. ¡Ver para creer!

Chocaría la imagen del puro entre los dientes, pero cualquiera podría imaginar tras el encuentro a Sito Alonso emulando a Hannibal Smith, la mente pensante del Equipo A, y repitiendo con una sonrisa su mítico me encanta que los planes salgan bien. Porque el duelo calcó milimétricamente sus deseos. Pidió a sus pupilos que jugaran cada posesión como si de una final en sí misma se tratara, que cada defensa y cada ataque fuesen un todo y que en el momento que cada jugada tocara a su fin la olvidaran y se centraran en la siguiente porque esa iba a ser la única hoja de ruta que podía ofrecer un final con opciones de gloria. Dicho y hecho. Los héroes de negro mantuvieron una gran regularidad de inicio a fin. Plantearon una retaguardia sólida y granítica, movieron el balón con solvencia y tino y gobernaron el partido de manera magistral. Jamás perdieron pie, ni siquiera cuando los azulgranas lograron sus primeras rentas en el tercer acto. Mérito suyo fue que el todopoderoso Barcelona jugara de manera muy poco clarividente, más pestosa que otra cosa, y ni siquiera titubearon cuando los árbitros amagaron con amargar su fiesta al castigar con una inexistente antideportiva una falta de Tautvydas Slezas sobre Ante Tomic a tres segundos del final y con 71-73 en el marcador. El croata solo metió un tiro libre y en la acción final Mumbrú rebañó el pase de Doellman a Oleson para asegurar el triunfo.

Fue la de ayer, puede que más que nunca, una victoria basada en el bloque, la gesta celestial firmada con traje de faena más terrenal. A pico y pala. Porque muy pocos esperarían ver al Bilbao Basket batir al Barça con solo siete triples convertidos. O con solo nueve puntos anotados entre Dairis Bertans y Clevin Hannah. O con once tiros libres más a disposición del equipo azulgrana. El conjunto vizcaino se sobrepuso a todo ello porque su fortaleza residió en el colectivo, porque sus engranajes funcionaron a la perfección sin importar la identidad de los jugadores que estuvieran en pista, porque a falta de puntos letones ahí estuvo Alex Ruoff para aportar 18 y firmar su mejor partido como jugador del Bilbao Basket, porque cuando Bogris cometió su quinta personal ahí salió Slezas -hace un par de semanas jugaba en la Leb- para plantarse granítico en la mitad de la zona y aportar su granito de arena, porque cuando Mumbrú y Hervelle necesitaron oxígeno Todorovic sacó a relucir su desparpajo juvenil... Ese uno para todos y todos para uno acabó superando a un Barça al que le fallaron demasiadas piezas. Ni Tomic ni Samuels fueron capaces de aprovechar su teórica superioridad en la pintura ni Abrines acertó desde el perímetro. Solo Oleson y Doellman jugaron de manera reconocible, bagaje muy escaso ante la efusividad que mostró su rival de principio a fin.

La gran disposición defensiva del equipo y el acierto anotador de Hervelle en el arranque fueron vitales para que las primeras ventajas fueran del Bilbao Basket, tanto como que en el segundo cuarto fuera con la segunda unidad, sobre todo con los desatados Ruoff y Todorovic, cuando el equipo vizcaino amasara su máxima renta (24-32). Reaccionó el Barça de la mano de Doellman y dos triples de Perperoglou en el tercer acto dieron su primera ventaja a los catalanes (43-42). Al cuadro vizcaino le costaba cada vez más anotar pero se mantuvo sereno a base de trabajo, hasta que un parcial de 2-10 coronado con dos tiros libres de Mumbrú tras rebote ofensivo colocó un divino 68-73 a 44 segundos del final. Recortó distancias Oleson y los árbitros cerca estuvieron de torturar a los de Sito Alonso, pero la gloria sonrió a los hombres de negro. Perdón, a los héroes de negro.