bilbao -En un acto con cierta pátina propagandística, durante el día de descanso, Richie Porte, acompañado de Dave Brailsford, gurú del Sky, mostró a los medios de comunicación su autocaravana, el lugar en el que pernocta para combatir el estrés que le supone dormir en distintos hoteles cada noche durante el Giro. La motorhome que acompaña a Porte se inscribe en la política que patrocina el Sky bajo la nomenclatura de las “ganancias marginales”; el cuidado de los pequeños detalles que sirven para mejorar el rendimiento del ciclista. En ese capítulo se circunscribe la roulotte en la que se refugia Porte, líder del milimétrico Sky. Se desconoce si el experimento de la motorhome funciona, lo que sí es seguro es que Richie Porte necesitará todo su influjo para eliminar el estrés y la rabia que acumuló ayer tras ser sancionado con dos minutos por recibir la rueda prestada de Simon Clarke (Orica), que se encontraba al lado de su compatriota cuando pinchó. El castigo impuesto por el Giro es producto de una “asistencia no reglamentaria a un corredor de otro equipo”.
No hay redención para Richie Porte, que se sitúa duodécimo, a 3:09 de Contador en la general. Lo confirmó Mauro Vegni, director de la carrera italiana. “Se ha aplicado el reglamento y es una decisión que no se puede recurrir”. Al australiano se le agujereó el podio y probablemente el Giro en ese maldito pinchazo a cuatro kilómetros de meta. Richie Porte se dejó 47 segundos en meta víctima del percance, pero la propina de los dos minutos fue una asunto legal. No pensaba en ello cuando terminó el día con una pérdida contenida gracias a la desinteresada colaboración de Simon Clarke. “Te debo una cerveza”, tuiteó Porte, que incluso mostró una fotografía que ilustraba cómo Clarke le empujaba para retomar la marcha. Ese fue el pecado. Que alguien ajeno a su equipo le ayudara, le diera asistencia. La avería de Richie Porte eleva al tercer escalón del Giro a Mikel Landa.
Todo sucedió en el desagüe de la etapa, cuando la carrera era un combate entre los escapistas: Nicola Boem (Bardiani), Alessandro Malaguti (Nippo-Vini Fantini), Matteo Busato (Southeast) y Alan Marangoni (Cannondale) -Oscar Gatto había pinchado kilómetros atrás y quedó flotando en tierra de nadie hasta que le recogió el pelotón- y el Lotto, que pretendía asfaltar la llegada para el descomunal André Greipel. Entre rotondas, la carrera era una persecución a la que solo le faltaban las sirenas de la policía. Los cuatro italianos que fueron cinco, jamás dudaron. Una contrarreloj de las naciones. Todos hablaban el mismo idioma y compartían destino: acceder a Forli, a escuchar el sonido del campanario románico de la iglesia de San Mercuriale, una construcción que parece más alta por el efecto óptico de sus ventanas. El mismo engaño a la vista que produjo una etapa que asomaba como una jornada con encefalograma plano y que finalizó con Porte en el diván.
no hay tregua En el Giro no existe lugar para la tregua ni el relajo. De eso sabe bastante Rigoberto Urán, en fuera de juego en más de una ocasión o Contador, el hombro dañado en una caída que noqueó a Colli. A ese club del desconsuelo se alistó Porte, condenado por la mala suerte y el reglamento. Porte pinchó a cuatro kilómetros de meta, en un momento crítico, sin margen de maniobra, con el pelotón disparado. Perdió rueda el australiano y se la prestó Clarke. Desbocado el grupo, desordenado en esa locura que agita a todos cuando la meta resopla a un palmo de distancia. El esfuerzo del Sky con Eisel, Henao, Puccio y Siutsou por recomponer el mecano perecía camino a meta.
Con Porte también se engancharon a sofocar el incendio sus compatriotas Matthews y Clarke, que le cedió la rueda. Ese gesto convirtió la gotera en un océano. Penaba Porte en su isla, aislado, mientras por delante nadie concedía una brizna de respiro. Menos aún entre Boem, Malaguti, Busato y Marangoni, apostados como francotiradores, a la espera de que su bala fuese la ganadora. Marangoni se lanzó entre el adoquín que anunciaba la llegada pero el fuelle se le deshilachó, no le alcanzó para enhebrar el triunfo. Agónico, Nicola Boem desfiló por vez primera en el podio. De él se alejó Porte de manera inopinada. Una avería y el australiano escudriña a Contador a más de tres minutos. “Es una vergüenza que la gente no puede ver el gesto como un acto de fair play. En realidad es un gesto de justicia. Porte no obtuvo ninguna ganancia de manera injusta”, expuso Brailsford, manager general del Sky. La salida del australiano del podio sitúa en la peana a Mikel Landa. A Porte solo le queda el consuelo de la autocaravana antiestrés.
1. Nicola Boem (Bardiani)4h26:16
2. Matteo Busato (Southeast)m.t.
3. Alessandro Malaguti (Vini Fantini) a 2’’
4. Alan Marangoni (Cannondale)a 4’’
5. Giacomo Nizzolo (Trek) a18’’
6. Sacha Modolo (Lampre)m.t.
7. André Greipel (Lotto )m.t.
8. Luka Mezgec (Giant)m.t.
9. Nicola Ruffoni (Bardiani)m.t.
10. Davide Appollonio (Androni)m.t.
1. Alberto Contador (Tinkoff) 42h58:09
2. Fabio Aru (Astana) a 3’’
3. Mikel Landa (Astana)a 46’’
4. Dario Cataldo (Astana)a 1:16
5. Roman Kreuziger (Tinkoff) a 1:46
6. Rigoberto Urán (Etixx)a 2:10
7. Giovanni Visconti (Movistar) a 2:12
8. Damiano Caruso (BMC)a 2:20
9. Andrey Amador (Movistar)a 2:24
10. Leopold Konig (Sky)a 2:30