BARCELONA 2-2 REAL MADRID
BARCELONA: Valdés; Dani Alves (Min. 27; Montoya), Mascherano, Adriano, Jordi Alba; Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Cesc (Min. 62, Alexis).
REAL MADRID: Casillas; Arbeloa, Pepe, S. Ramos, Marcelo; Xabi Alonso, Khedira; Di María (Min. 87, Essien), Özil (Min. 80, Kaká), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Min. 61; Higuian).
Goles: 0-1: Min 22; Cristiano Ronaldo. 1-1: Min. 30; Messi. 2-1: Min. 60; Messi. 2-2: Min.66; Cristiano Ronaldo.
Árbitro: Delgado Ferreiro (Colegio Vasco). Amarilla a Pedro (Min. 39), Xabi Alonso (Min. 43), Busquets (Min. 53), Özil (Min. 57), Pepe (Min. 77) y Arbeloa (Min. 89).
Incidencias: Camp Nou. 96.589 espectadores. Un gigantesco mosaico que escenificaba la senyera cubrió las gradas del estadio en los prolegómenos. Rivaldo y Magic Johnson, entre los famosos del palco.
BILBAO. Digerido el clásico, ni Barça ni Real Madrid acertarán a explicar si el empate les sabe agridulce sabedores de que cualquiera de ellos tuvo la victoria en sus manos. Respiran los azulgranas porque, con el agujero que arrastran en el eje defensivo, retener los ocho puntos de distancia respecto al vigente campeón al frente de la tabla, puede concebirse como un pasito adelante; sobreviven los merengues porque de haber hincado la rodilla en el Camp Nou, los 236 días que restan para que concluya la Liga se habrían hecho demasiado largos y propicios para el culebrón. Pero resulta que Montoya, con un disparo al travesaño, y Pedro dispusieron de la opción para amarrar el lazito al título; al tiempo que Benzema, cuando su tropa marchaba por delante, se estrelló ante la madera en una oportunidad irrepetible de despellejar al eterno enemigo. Es decir, ¿quién salió vencedor? No es difícil imaginárselo vista la autoría del marcador. Messi y Cristiano Ronaldo rubricaron sendos dobletes constatando que sus respectivas escuadras se agarran siempre a su ingenio y artillería para mantenerse a flote. El campeonato sigue vivo, pero no más ni menos que anteayer.
Vilanova y Mourinho no se dejaron pelos en la gatera y salieron con todo pero en circunstancias diferentes. Descartado Piqué, que ni tan siquiera probó por la mañana, el de Bellcaire se sacó de la chistera a Adriano y en un santiamén comprobó que con ese invento no llegaría muy lejos, con desajustes defensivos multiplicándose en cada pisada de los blancos, perdidos los culés en las marcas que trataban de corregir con un estéril intercambio de impresiones. A este Barça le penaliza el buenismo que en verano predijo: pensar que Mascherano iba a comportarse otra temporada más como un gladiador en el ludus de Batiato, que Piqué y Puyol dejarían atrás las lesiones, o que un tal Song, defenestrado en el once de ayer -de Bartra ni sombra-, recordaría a Abidal. Apuesta que, por el momento, solo ha conducido a sus fieles a la taquicardia.
Había avisado Ramos al cabecear picado un córner, desnudando el mal de altura azulgrana, pero no perdonó Cristiano, uno más en dejar clavado a Dani Alves, que ofreció a Vilanova la mejor noticia: su lesión por un pinchazo en el muslo derecho. En juego entró Montoya y el canterano tranquilizó a sus compañeros después de que, antes de la retirada del brasileño, mandara Benzema el cuero al palo izquierdo, y su rebote Di María al limbo. Miro Valdés al cielo pero el Madrid, que se sentía cómodo y dueño y señor del cotarro, le dio vida al rival y éste le agradeció tamaña ofrenda. Sobre todo a Pepe, que en un desequilibrado salto al tratar de despejar el esférico, estéticamente circense, propició que la pillería de Messi, en el sitio oportuno, sellara las tablas. Un golpe que dejó encogiéndose de hombros al Madrid, preguntándose cómo el Barça no estaba ya en la lona. Recuperadas las sensaciones, el descanso le vino mejor a los de Mou, que en la reanudación se soltaron con la valentía del principio aunque con los locales más coordinados. Delgado Ferreiro, a quien se le vio en exceso, nada vio en el área en una caída de Özil ante Mascherano y en otra de Iniesta por un posible pisotón de Pepe. Paulatinamente el Barça, el mismo que había acabado el primer tiempo con más balones perdidos que su adversario, un hecho inusual, fue madurando el tempo y empezó a merodear a Casillas.
El delirio azulgrana estaba al caer. Messi, en un sublime chut de falta, gestó la remontada pero el Madrid se sobrepuso a la bofetada con el enésimo regalo de la zaga culé -fue Adriano quien ejerció de estatua-, validado por Cristiano pese a llevar la clavícula izquierda a la virulé debido a un fuerte golpe, un minuto antes, en un intento de volea. Apareció luego Valdés y tembló Casillas en una trepidante recta final que coronó a los dos mejores jugadores del mundo y donde Montoya, como en la Supercopa, pudo reinar. Y la Liga... ¿Viva?