Duración: 63 minutos de juego.
Saques: 1 de Berasaluze VIII y 3 de Olaizola II.
Pelotazos: 491 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 7 de Berasaluze VIII, 3 de Albisu y 6 de Olaizola II.
Errores: 2 de Berasaluze VIII, 9 de Albisu, 1 de Olaizola II y 3 de Beroiz.
Faltas de saque: 2 de Berasaluze VIII.
Marcador: x0-1, 1-1, 1-2, 2-4, 3-5, 4-6, 7-7, 8-8, 8-9, 9-13, 10-14, 11-14, 11-15, 12-18, 14-19, 15-19, 15-20 y 15-22.
Incidencias: Menos de mil personas en el frontón Bizkaia de Bilbao.
Bilbao. En ejercicio más práctico que brillante, Aimar Olaizola y Mikel Beroiz se vieron impulsados ayer por la ambivalencia de Pablo Berasaluze y Jon Ander Albisu en el frontón Bizkaia para embolsarse su primer triunfo de la liguilla de semifinales del Parejas, su triunfo número 15 consecutivo. Anclados el berriztarra y el martillo de Ataun en un trabajo serio y honesto, en el que su mayor triunfo era saltar al goizuetarra, en esa misión de cargarse de pelota acabaron cediendo, siendo ángeles y demonios, siendo cara y cruz, autoflagelándose en sus mejores momentos. La cara de su moneda fueron los golpes de calidad del manista guipuzcoano y las paradas al txoko de Pablo; la cruz, las pelotas tiradas por Albisu y las faltas de saque de Berasaluze. No descubrieron la pólvora tampoco Olaizola II y Beroiz para alcanzar el triunfo -aunque el trabajo sucio del uhartearra fue demencial, por lo exagerado de su despliegue-, porque no tuvieron que exhibir tiralíneas, ni tampoco un golpe espectacular.
Y es que, Albisu se pegó un tiro en el pie con sus escapadas, pero también maniató a un Beroiz que lleva un campeonato impecable. La herida, la derrota, nació por la querencia del vizcaino y, sobre todo, del guipuzcoano de evitar a Aimar, quien gana solo con su presencia. Porque la necesidad de pegar y dejar cada pelota tocada, implicaba que Albisu arriesgara y martilleara con toda su alma y la profundidad de sus dos admirables palancas. Fue de este modo como se descabalgaron los colorados, haciendo un partido con un planteamiento tangible y real que acabó por ser su propia tumba.
Aimar y Beroiz, asimismo, ejercieron una labor pragmática que sirvió por los errores rivales y la tendencia ascendente que mantienen desde el primer minuto del Parejas. Beroiz hizo una labor implacable, a pesar de perder tres pelotas en el primer tramo, cuando se acopló a la perfección a la cancha y al bombardeo de sus contrincantes. Y Aimar... Aimar siempre está. Cada pelota cerca del frontis o cada cuero en sus dominios, en el duelo de ayer, se transformaba en una cortada para hacer sufrir a Berasaluze, quien tenía que recular. Si no, no dudaba en devolver la papeleta a Albisu, a la espera de que flaqueara.
A pesar de todo, el delantero goizuetarra sufrió con la capacidad de Berasaluze en el cuerpo a cuerpo. Sus paradas al txoko, esenciales, hicieron vibrar algunos momentos del partido, dejando un atisbo de sueño para los colorados. Pero sus ganas le causaron demasiado perjuicio con las faltas de saque, que nublaron gran parte de su buen hacer durante el envite. Al final, el trabajo de Pablo y Albisu no fue recompensado. Ellos, ángeles y demonios, consiguieron lo que casi nadie en el presente torneo: dejar opaco a Olaizola; pero vieron mermado su juego ante tales circunstancias con claroscuros imperdonables. Aun así, fueron jueces sus errores, pero su juego, honesto: unas veces yin y otras yang.