Sentarse en el "Trono de los Dioses"
Los alpinistas vascos Juan Vallejo, Koke Lasa e Iñaki Kerejeta recuerdan su experiencia en el Shisha Pangma, el "ochomil" al que ya se dirige Edurne Pasaban y el único que le falta para hollar los catorce
Bilbao
sENTARSE a 8.027 metros y mirar al vacío es "impresionante". No es el Shisha Pangma una montaña envuelta de misticismo, no tiene ese magnetismo histórico, no enamora tanto el pequeño de los ochomiles como otros colosos del mundo, pero el Trono de los Dioses también esconde su atracción. Le cuesta descubrirla a Edurne Pasaban porque esta cima se le ha atragantado cuatro veces, pero ansía saborearla ahora puesto que será su decimocuarto ochomil. Pudo degustar ese placer Juan Vallejo, que clama por "la esencia" de esta cumbre por la ruta británica. Por esa vía fue Koke Lasa, "fría y elegante"; simplemente "preciosa". Iñaki Kerejeta sintió la parte feroz; sufrió en el pico tibetano, sobre todo en el descenso, que junto a Juanito Oiarzabal, le llevó "cuatro días". Son las huellas del alpinismo vasco en el Shisha Pangma. Siguiéndolas se radiografía la montaña.
Desde la primera ascensión estatal del 13 de octubre de 1990 con seis alpinistas en la cumbre, sólo se han consumado 23 ascensiones más. De ellas, cinco con la firma catalana y 10, con la vasca. Félix y Alberto Iñurrategi, Josu Bereziartua, Juanito Oiarzabal, Iñaki Kerejeta, José Carlos Tamayo, Juan Vallejo, Koke Lasa, Alex Txikon e Iñaki Ochoa de Olza llevaron la ikurriña hasta el pico más alto de la cima principal del Shisha. Pasaban espera hacerlo muy pronto -mañana llegará al campo base- al igual que el bilbaino Juanra Madariaga, que confía en atacar la cima muy pronto.
Los primeros vascos en la cumbre de La montaña que domina las planicies fueron los hermanos Iñurrategi junto a Josu Bereziartua en 1996. Una expedición marcada por la tragedia, ya que en ella falleció José Luis Zuluaga, Zulu. "Prefiero no recordarlo", esboza Bereziartua. Una avalancha barrió a los alpinistas de la pared mientras aclimataban en el cercano Ice Tooth por la cara suroeste del Shisha. Zulu quedó sepultado bajo la nieve y Juanito Oiarzabal tuvo que ser evacuado de emergencia con graves lesiones.
Con el mediático montañero gasteiztarra acudió Iñaki Kerejeta en octubre de 1998. Juanito regresaba al Shisha con la intención de coronar su penúltimo ochomil. Y lo consiguió el incansable Oiarzabal, que ahora desafía al Annapurna en su intención de firmar en la historia como el primer hombre que holla los catorce techos del planeta dos veces. Un día después de que él ascendiera al pico de la pequeña montaña, llegó Kerejeta. "Juanito venía del Dhaulagiri, donde falló por el mal tiempo y de la misma me llamó para ir al Shisha y me gustó la idea", introduce el alavés. Las malas condiciones meteorológicas impidieron una buena aclimatación y apenas pudieron salir del campo base. Además, durmieron tres noches en plena pared antes de atacar la cima. "Estabas ahí abajo mirabas para arriba y pensabas: ¡Qué palizón!", evoca Iñaki. "Pero lo peor fue el descenso por las malas condiciones de la nieve. Nos hundíamos y nos costaba muchísimo avanzar, hicimos un esfuerzo tremendo", rememora. No en vano, necesitaron cuatro días para llegar al campo base. "Un auténtico calvario", "con pendientes de sesenta grados que había que bajar en la oscuridad". Las últimas 24 horas las hicieron andando. "Pensaba que íbamos a ir por la cara norte -por ella se llega primero a la cima central y luego hay que pasar a la principal, mientras que por la sur se accede directamente a la principal-, pero fuimos por la británica. Para mí eso supuso una reto tremendo. La verdad es que me daba un poco de miedo. Subir en estilo alpino a un ochomil es muy complicado. Para mí era muchísimo compromiso", subraya. Y es que la vía sur, la británica, es pura, virgen, o por lo menos, lo era. De ahí que Juan Vallejo lanzara un alegato en favor de mantener la naturalidad, la pulcritud, de esa vertiente porque pocas montañas pueden presumir de ello y porque muchas expediciones empezaban a hacer esta ruta fijando cuerdas fijas. Con él, coincide Kerejeta: "Eso es como un posamanos". Vallejo alerta: "Se está perdiendo ese encanto de esa parte del Himalaya. Es una vertiente muy técnica y de una belleza impresionante".
El alavés hizo cumbre en el Shisha Pangma en 2005 tras un intento fallido en 1996: "Tuvimos un accidente y no pudimos subir. Pero años después, con Ferrán Latorre y José Carlos Tamayo nos fue muy bien y conseguimos hacer cumbre sin contratiempos".
Algunas dificultades tuvo Koke Lasa en su aventura de 2007: "Recuerdo que agarré una pirrilera impresionante ya en Katmandú y me dejó muy tocado para la expedición". El guipuzcoano fue con Roberto Rojo, Gorri, Igor Astondoa y Alex Txikon, "pero terminamos haciendo cima sólo Alex, yo y dos checos". Koke y los demás tuvieron que soportar las malas condiciones atmosféricas, por lo que estuvieron "mucho tiempo" en el campo base. "Se hizo largo por el tiempo inestable. Programamos cinco días y al final tardamos siete entre subir y bajar, por lo que anduvimos un poco justos de comida. Fuimos por la pared de la ruta británica, que es preciosa", señala. La expedición de Koke consiguió hacer cima mientras que la compuesta por Edurne Pasaban, Juanito Oiarzabal, Asier Izagirre e Iván Vallejo, que estaban por la vertiente norte, tuvieron que darse la vuelta por el mal tiempo.