bilbao. Viernes 19 de marzo. En la mañana opaca de Gorla aguardan impacientes las pupilas la irrupción de una figura escuálida, fibrosa, piel sobre hueso, traccionada por dos piernas ágiles. Esperan un ciclista alado. Un digno sucesor de Julián Gorospe, Carlos Sastre, Iñigo Cuesta, Juanma Garate, Joaquim Rodríguez o Alberto Contador, la sublime estirpe de escaladores que han gobernado en alguna ocasión la más célebre de cuantas cimas pueblan el paisaje aficionado estatal. Y llega. Pero no uno, sino dos. Son Jesús Herrada y Peio Bilbao, el gesto encrespado, la mandíbula masticando el aire, los músculos en guardia antes de lanzar un sprint agónico que desemboca en un final tan ajustado como un corsé. Ceñido al extremo. Milimétrico. De foto-finish, si la hubiera, que no es el caso, porque en aficionados son contadas las carreras (Valenciaga, Clásica de Legazpi, Vuelta a Bidasoa, Bira...) que cuentan con el sistema que no da tregua al error y anula cualquier conato de polémica en una llegada que puede escapar al ojo humano. Habría sido determinante en Gorla, donde ganó el conquense del Caja Rural pese al inconformismo del Naturgas Energía, seguro de la victoria de su corredor.

Lo decidió el juez de llegada, la última voz, la única, en estas situaciones extremas que están a merced de las percepciones. "Es como un penalti en el fútbol. Hay casos en los que hay tantas opiniones diferentes como personas. Pero es la del juez de llegada la que vale. ¿Que puede equivocarse? Claro, puede pasar porque el juez es humano y no cuenta con la foto-finish para despejar cualquier duda y tenerla es inviable económicamente porque su coste diario puede ascender, mínimo, a 3.000 euros", explica Bittor Martínez, presidente del Colegio Guipuzcoano de Jueces-árbitros y uno de los impulsores de un nuevo sistema para tomar las imágenes de meta que minimizaría el error humano y acabaría definitivamente con polémicas como la de Gorla, las desenfocaría por enfocarlas.

Porque, básicamente, la nueva forma de atrapar las llegadas en aficionados -la que jubilará finalmente al vídeo doméstico, el sistema arcaico que se ha utilizado durante años y que más que para definir un final apretado, por su poca definición, sirve para identificar los dorsales de los ciclistas- gira en torno a una cámara Réflex digital, una Casio Epsilon FX1 capaz de sacar 60 fotos por segundo y de grabar vídeo de alta definición. "Su precio, 800 euros, es asequible para nosotros, la imagen es perfecta para lo que queremos y estamos probando su utilidad. No es una foto-finish, eso hay que dejarlo claro, pero ante la imposibilidad de tener ese sistema en pruebas del Lehendakari o los Torneos Sub"23 y Euskaldun, porque elevaría mucho el coste de cada carrera, esta alternativa nos puede servir para mejorar y tratar de que no surjan polémicas en estas situaciones que se dan en llegadas complicadas, que, aunque no son muchas a lo largo del año, sí provocan momentos embarazosos", explica Martínez.

La nueva cámara digital -se han adquirido cuatro unidades-, la prueban los jueces vascos en las carreras de aficionados desde hace quince días. "Pero todavía no está al cien por cien. Estamos explorando las posibilidades que ofrece y la mejor ubicación para que la imagen sea lo más clara posible". De hecho, en la meta de Gorla se llegó a utilizar una de las cámaras, pero ni siquiera las imágenes obtenidas logran clarificar la situación, "porque esto no es una foto-finish, y porque aún tardaremos uno o dos meses en lograr que el funcionamente sea el óptimo". "No será un sistema perfecto, pero sí, al menos, un paso importante para mejorar en la medida de lo posible y minimizar el riesgo de error". Para desenfocar, en definitiva, polémicas como la de Gorla.