El Guggenheim Bilbao ha dado una vuelta a su colección y presenta una exposición con obras de 39 artistas internacionales y 22 nuevas piezas llegadas al museo tras las últimas adquisiciones, recientes donaciones o depósitos a largo plazo, que se podrá visitar de forma permanente en la tercera planta del edificio de Gehry.
Patrocinada por BBK, la muestra se distribuye a lo largo de cinco salas corales organizadas independiente y temáticamente que se han visto transformadas en su totalidad para acoger esta exposición, que ha sido presentada por la directora del museo, Miren Arzalluz, el director general de BBK, Gorka Martínez y la comisaria Marta Blàvia. En total, son 55 obras que reflejan la complejidad del arte contemporáneo.
A lo largo de las galerías, además de nuevas obras de artistas de referencia de la segunda mitad del siglo XX, como Basquiat, Klein, Tàpies, Twombly o Warhol, la exposición incluye obras de creadores vascos, como Chillida , Oteiza, Ibon Arabberri, Juan Pérez Agirregoikoa o Erlea Maneros Zabala.
Del arte del conflicto al Pop y a la abstracción
Daskalopoulos Collection ha donado a Bilbao seis obras de artistas internacionales. La incorporación de esta importante donación enriquece el fondo de la colección del museo, al sumar nuevas técnicas mixtas, formatos más grandes y una diversidad de soportes. En la Sala 302, en la que se reúnen creaciones que se adentran en la experiencia de la violencia y sus huella, se exhibe una de esas obras procedente de esta donación, Acropolis ahora, una importante valla de Kendell Geers, que explora el oscuro potencial de violencia y crueldad en el ser humano.
En la misma sala también se puede ver Hubo una guerra, de Jenny Holzer, que recoge las palabras de personas civiles, detenidos, torturados o desplazados como consecuencia de la dictadura en Siria. Además en esta galería, que aborda el concepto de Arte y conflicto, se pueden ver, entre otras, Los caminos de la sabiduría del mundo: la batalla de Hermann, de Kiefer, Hogar, de Mona Hatoum, y una fotografía del navarro Clemente Bernard, que ya en 2007 presentó sus obras en el museo, en las que “denunció la dolorosa situación que vivimos en el País Vasco como si fuera un lugar donde la gente se mata una a otra”, aseguraba.
Del arte y el conflicto, se pasa al arte pop. En la sala 303, junto a Warhol y Rosenquist, se puede ver la escultura La invención de un chiste, de la artista Martin Kippenberger, que deja al espectador completar la narración de una escena, añadiendo una dimensión abierta e interpretativa a la broma que presenta el propio título. Y el préstamo a largo plazo Ensoñación, de Roy Lichtenstein. En mitad de la galería, una enorme escultura del Bobtail o antiguo pastor inglés Jeff, como a su autor Jeff Koons, padre de Puppy, le gusta llamarla
Las obras de la sala 305 y 306 demuestran la importancia que el arte abstracto tiene en la colección del Guggenheim, según asegura Marta Blàvia. La imponente obra de Al Held es una pieza central de este espacio, que comparte con Oteiza y Eduardo Chillida.
A su lado, Lucio Fontana, Antoni Tápies, Yves Klein y Helen Frankenthaler, a los que unió su necesidad de empezar de nuevo.
La exposición concluye en la sala 307, en la que artistas como Basquiat o Juan Pérez Agirregoikoa, entre otros, utilizan la palabra y el gesto como medio de expresión artística.
src="https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/statics/js/indexacion_Trebe.js">