Pocos conocen que la historia del monumento realizado por Francisco Durrio en homenaje a Juan Crisóstomo Arriaga es la de un pudor impuesto. A pesar de que en 1911 presentó en París el pedestal y la figura, la obra siguió sin completarse, lo que provocó la impaciencia del Ayuntamiento bilbaino. No se hizo realidad hasta 1933; para entonces, el lugar inicialmente previsto en Campo de Volantín se había ocupado con edificios, por lo cual se eligió otra ubicación en el parque Casilda Iturrizar, más en concreto en la zona de la Pérgola. En 1945 se trasladó a la parte posterior del recién inaugurado edificio del Bellas Artes de Bilbao y cuatro años más tarde, fue depositada en los almacenes del museo y sustituida por una imagen de Euterpe vestida.
Hasta que un fotógrafo de La gaceta del norte se introdujo en los almacenes y publicó unas imágenes de la escultura original. Finalmente, el Ayuntamiento decidió devolver a la desnuda figura a su lugar original, quedando depositada en un sótano esta vez la figura vestida de Barros.
Ahora, la musa Euterpe de Durrio se expone en horizontal en el interior del museo, a la espera de su colocación definitiva tras la ampliación. Se puede ver en la primera planta del edificio de 1970 recién reformado del Bellas Artes de Bilbao, en el marco de la exposición Ataria (Bat).
Recorrido con Miguel Zugaza y Miriam Alzuri
Es una de las 40 obras que acoge esta interesante exposición, que con la reapertura del edificio moderno de la pinacoteca ofrece la oportunidad de revisar cinco décadas de arte contemporáneo en el contexto del museo mediante proyectos y obras que muestran una visión expandida del arte en el espacio público. Las obras ocupan el antiguo porche o atrio (ataria) abierto en la planta baja del edificio de Líbano y Beascoa, que recupera su condición de plaza cubierta. Se trata de la primera entrega de una muestra, que irá sumando novedades hasta junio del año que viene, conforme se vayan abriendo nuevos espacios.
“La reapertura del edificio de 1970 nos pareció una buena ocasión para explicar con esta exposición el difícil camino del reconocimiento del arte contemporáneo en Bilbao. Ahora, parece ser que todo es fácil, pero ha sido un camino largo en el tiempo, en el que han participado activamente el museo y también otras instituciones”, asegura Miguel Zugaza, director del Bellas Artes de Bilbao.
“El espacio que ocupa ahora la exposición era un porche abierto que dejaron los arquitectos Líbano, Beascoa y que se convirtió también en un lugar bastante activo para los artistas más jóvenes. Incluso Juana Cima, de la que presentamos una obra en esta muestra, nos confesaba que fue en las exposiciones que hacían los domingos en ese porche abierto del museo donde vendió su primer cuadro”, relata Zugaza.
Maquetas de 'La materia del tiempo', intervenciones en el museo...
El punto de partida de Ataria (Bat) es la escultura de Chillida, El elogio del Hierro III, que ha regresado a Bilbao, y que se ubica ahora delante de la fachada del edificio. En el interior, el público se va a encontrar con una variedad de prácticas artísticas de producciones ideadas específicamente para espacios e instituciones artísticas vinculadas a Bilbao y al museo.
Entre las que se muestran, está el mural articulado Euskadi (1977-1979) de Agustín Ibarrola, recientemente restaurado; la maqueta de La materia del tiempo (1994-2005) de Richard Serra, pensada para el Guggenheim; el cuadro de Juana Cima Sugoi (1985), que estuvo en el café Lamiak del Casco Viejo bilbaino; y una serie de trabajos producidos por centros de arte de la ciudad, a cargo de Itziar Okariz (BilbaoArte), Gema Intxausti (Sala Rekalde) o Elena Aitzkoa (Azkuna Zentroa).
La exposición presta especial atención a los proyectos creados en el museo, como las intervenciones de José Luis Zumeta, Darío Urzay, Jon Mikel Euba, Maider López y June Crespo.
”Cuando se abrió el edificio en el año 70 y antes, cuando se proyectó en el año 63, el arte estaba rompiendo las costuras del museo y tratando de salir al espacio público. Y creo que en esta exposición queda bastante bien representada esa idea de la extensión del arte contemporáneo hacia el espacio público”, asegura Zugaza.
De Gabriel Aresti a bustos parlantes y al arte audiovisual
La exposición cuenta con varios ejes temáticos, uno de ellos es la idea del monumento tradicional como escultura pública. Y aquí se engloba el monumento a Antonio Trueba, de Mariano Benlliure, del que el museo ha comprado hace poco una reproducción pequeña. Y en esa idea del monumento se engloba también la escultura de Vicente Larrea.
Otro de los ejes temáticos de Ataria es la palabra. De hecho, realmente la exposición arranca con un poema de Gabriel Aresti, escrito en 1962, que tiene a Bilbao, y a las conflictivas transformaciones económicas y sociales que vivió en los años sesenta, como singular protagonista.
La palabra como un poema, como una pancarta, como es el caso de la singular pieza escultórica de Gema Intxausti, “que se presentó por primera vez en el escaparate de Sala Rekalde en 2013. Con el texto Something smells like Denmark, Intxausti parafrasea a Shakespeare en la conocida sentencia de Hamlet algo huele a podrido en Dinamarca para hablar de la locura social”, señala la conservadora de arte y comisaria de la exposición, Miriam Alzuri.
“También está presente en la muestra el concepto de palabra verbalizada, y como ejemplo, se puede ver la instalación sonora Pausa Pulsar, de Ainara Legardon, que se expuso en 2023 en la exposición colectiva That Time, celebrada en Tabakalera, en colaboración con el Museo bilbaino. A través de altavoces de diferentes épocas, tamaños y características, se conciben bustos parlantes”, describe la comisaria.
Se pueden ver también las siete maquetas en acero de La materia del tiempo de Richard y las primeras producciones de arte audiovisual en Bilbao producidas en 1979 por Txupi Sanz, El parque, rodadas en las inmediaciones del museo. Y las que realizó en 1979 Sergio Prego, desarrolladas en Consonni en Zorrotzaurre. También se ha rescatado una pieza de Elena Aitzkoa de una exposición realizada recientemente en Azkuna Zentroa.
El espectador se topa con De la Ría al Abra, (1973), de Iñaki de la Fuente, que refleja en clave abstracta el poso industrial del entorno del Nervión-Ibaizabal hasta su desembocadura en el mar. La obra fue un encargo del pub Citroen y ha sido donada al museo por Roberto Sáenz de Gorbea. “La hemos tenido que montar para la exposición porque el pub sufrió un atentado en 1979. Es la primera vez que se presenta”, señala Alzuri.
La pintura más antigua de Bilbao
No puede faltar en esta exposición la pintura más antigua que se conserva de Bilbao, “pero, al mismo tiempo, la más contemporánea porque la acabamos de recibir”, recuerda Miguel Zugaza. Vista de Bilbao muestra con un detalle impresionante el paisaje urbano y portuario de la villa hacia 1700, mucho antes de la vista más conocida hasta ahora, realizada por Luis Paret en 1783.
Resultan también muy curiosos los planos del edificio moderno realizados en 1963. “Hemos buceado en el archivo de Libano que donó al Colegio de Arquitectos y hemos recuperado los primeros dibujos que se realizaron de este edificio. Pero en la búsqueda de la documentación, aparece un proyecto anterior de 1961, que no conocíamos del arquitecto Beascoa. Y curiosamente, proponía que este edificio se instalara donde ahora está el Puppy, en la explanada del Guggenheim. Al final, se decidió que lo mejor era que estuviera al lado del edificio antiguo”, relata Miguel Zugaza.
En el piso superior, el público se puede pasar horas y horas viendo a través de una grabación cómo Zumeta intervino pintando la pared del museo durante su exposición Oi Bihotz o la escultura Homenaje a Malevich que el colectivo que formaban la Asociación de Artistas vascos (Badiola, Iñaki de la Fuente, los hermanos Roscubas, Morquillas, Xabier Sáenz de Gorbea...) secuestró en 1983 para protestar por la política cultural de la época. Memorias vivas que forman ya parte de la historia del arte contemporáneo vinculado a Bilbao. Ataria (bat) se puede ver hasta el 18 de enero. La entrada es gratuita.