Será el próximo lunes, 6 de octubre, cuando se presente a los medios de comunicación el recién reformado edificio de 1970 del Bellas Artes de Bilbao, en el marco de la ampliación Agravitas a la que se está sometiendo el museo desde 2022, diseñada por Norman Foster y por Luis María Uriarte. Un día más tarde, se celebrará una jornada para los Amigos del Bellas Artes y el miércoles día 8, quedará definitivamente abierto al público. Será entonces cuando se cierre el edificio antiguo para que se acometa la fase final de las obras.
Está previsto que el nuevo Bellas Artes reabra el 24 de junio de 2026. “El museo no va a cerrar sus puertas, la actividad que en estos momentos se está realizando en el edificio antiguo pasará a partir de la semana que viene al de 1970, con entrada también gratuita”, explica Gilermo Zuaznabar, conservador jefe del museo bilbaino.
Pero ¿qué se van a encontrar las y los visitantes cuando acudan al edificio moderno de la pinacoteca? La intervención ha transformado por completo el espacio, dotándolo de mayor luminosidad y accesibilidad, además de incorporar un nuevo volumen acristalado que se eleva sobre el vestíbulo principal. La rehabilitación integral de la que fue la primera ampliación del Bellas Artesha respondido a la necesidad de adaptar la estructura y las instalaciones a las actuales normas de seguridad y protección contra incendios demandadas por las administraciones.
Paso bajo la escalera monumental
Así, de la mano del equipo de Foster y Uriarte se han resaltado los rasgos más significativos del edificio, pero sin eliminar las transformaciones de las que ha sido objeto a lo largo del tiempo, como el cierre del porche original, acometido en dos fases –en 1983 y 1993–, según el diseño de Rufino Basañez y Álvaro Líbano.
Con la apertura de la plaza Chillida –donde ya se ha se instalado Elogio del hierro III, del escultor donostiarra que le da nombre– y el traslado de la actividad pública al edificio de 1970 ya remozado, dará comienzo el tramo final de las obras. “En el museo antiguo se procederá a ejecutar, bajo la escalera monumental del hall a Pedro de Icaza y Aguirre, el paso que comunicará el inmueble original de 1945 con el nuevo atrio Arriaga”, explica Gilermo Zuaznabar.
De momento, no estará abierta la cafetería. El establecimiento, que se mantendrá en la misma esquina del parque de Doña Casilda, duplicará su superficie y conservará su terraza, preparándose para ofrecer una propuesta gastronómica a la altura de la transformación arquitectónica.
Programación especial
Al acceder al reformado edificio el visitante se va a encontrar con la exposición Ataria, compuesta por una treintena de obras que ocuparán el espacio del antiguo porche o atrio (ataria) abierto en la planta baja del edificio de Líbano y Beascoa, que recupera su condición de plaza cubierta. La exposición forma parte de la programación especial que se ha elaborado para esta ocasión.
Ataria prestará especial atención a los proyectos creados en el museo, como las intervenciones de Zumeta, Darío Urzay, Jon Mikel Euba, Maider López o June Crespo. “El espacio es ahora más diáfono, más claro, lo que invita a exponer más piezas”, asegura Zuaznabar.
En la primera planta, se presentarán medio centenar de pinturas creadas en la última década por Georg Baselitz, uno de los pintores alemanes más influyentes del último medio siglo. Comisariada por Norman Rosenthal y patrocinada por BBK, es una experiencia visual y emocional.
Un museo de 117 años
El primer Museo de Bellas Artes de Bilbao se fundó en 1908 y abrió sus puertas en 1914, y el de Arte Moderno se inauguró en 1924. Ambas instituciones y sus respectivas colecciones se unieron efectivamente en 1945, año en que se levantó el edificio antiguo. El nuevo edificio, de estilo neoclásico, se construyó en el Ensanche moderno de la ciudad, según el proyecto de los arquitectos Fernando Urrutia y Gonzalo Cárdenas. El actual Bellas Artes de Bilbao se inauguró en 1945.
Sin embargo, este primer espacio pronto resultó insuficiente, por lo que, a principios de la década de los sesenta, se decidió encargar su ampliación a los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo Beascoa, que realizaron una obra innovadora que recoge el influjo del Movimiento Moderno y, más concretamente, de la arquitectura de Mies van der Rohe, y cuyas obras concluyeron en 1970.
La última ampliación del museo de Bilbao se inauguró en 2001, bajo la dirección de Miguel Zugaza. En aquella ocasión se ganaron 6.500 metros cuadrados, 1.000 de ellos para exposición de obras de arte, con un coste de 15 millones de euros.