Los kaskarots son uno de los muchos subgrupos del pueblo gitano en Europa Occidental y se asentaron, en el siglo XVIII, sobre todo, en Donibane Lohizune y en Ziburu, dos localidades turísticas de la costa labortana. El escritor bilbaino introduce en su nueva novela, además de los elementos que rodean a este grupo étnico, otros como los secretos que ocultan los vecinos de la zona, los grupos de mugalaris que cruzaban la muga o la aparición de disidentes de ETA contrarios a la entrega de las armas y el final de la violencia.

“Hay un boom de autores vascos muy buenos que hacen novela negra y se le ha puesto el sello de Euskal noir”

Ha abandonado el escenario de Bilbao en su nuevo libro...

Me gusta cambiar y hacer cosas diferentes. Mi primera novela la ambienté en Nicaragua, la segunda en Barcelona y luego ya la trilogía Justicia en Bilbao, así que tenía que salir otra vez de la ciudad y buscar un entorno distinto. Me apetecía que fuera algo muy pequeño, muy oscuro, muy siniestro, así que me he ido a los Pirineos. He ambientado La noche del Kaskarot en dos enclaves imaginarios que, de existir, se situarían dentro del término municipal de Urepel, localidad de la frontera situada en el departamento de Pirineos Atlánticos, en la región de Aquitania y perteneciente al territorio histórico vascofrancés de Baja Navarra y al Pays de Mixe.

Lo que no ha abandonado es el género negro.

A mí lo que me gusta es el género negro. Le doy un pequeño toque de thriller para aumentar la emoción y que enganche con el lector y siempre aporto además un pequeño toque de descripción crítica.

¿Y cómo definiría ‘La noche del Kaskarot’?

Podría decir que es un thriller intimista porque sucede en un entorno familiar de un barrio con 100 habitantes. Se basa en las pequeñas envidias de los pueblos, en las rencillas familiares, pero claro, marcado con otros ingredientes más propios de la novela negra. Aquí hay discriminación étnica, hay violencia contra la mujer y hay una frontera, una zona muga entre España y Francia que cumple una función importante en ese año 2010, en el que está ambientada la historia.

“Me he puesto en la piel de mi protagonista, una mujer que sufre las consecuencias de la violencia de género”

Siempre introduce en sus thrillers, además de misterio, crítica social...

En mi libro Justicia quería hablar de las injusticias del sistema capitalista y en Solas de la violencia contra la mujer. En mi nueva novela hay una protagonista que ha sido víctima de la violencia durante muchos años y ahora arrastra las secuelas físicas y emocionales de haber convivido con un maltratador, y también trato la discriminación del diferente. En otras novelas hablo de la discriminación contra los recién llegados, contra los extranjeros y en esta, de la discriminación contra vascos, en este caso vascos gitanos, como son los Kaskarot.

Le describen como uno de los maestros indiscutibles del Euskal Noir. ¿Existe el Euskal Noir? ¿Qué le diferencia de otras novelas negras?

Lo que sucede es que ha habido un boom brutal de autoras y autores muy buenos en Euskadi que hacen novela negra y se les ha puesto un sello. Esto me gusta como homenaje a Javier Abasolo, que fue el primer escritor de novela negra vasco y fue el que nos unió un poco. Hizo de nosotros un grupo de amigos, él hablaba de novela negra vasca y, bueno, al final se ha quedado en Euskal Noir, que parece que les gusta más a los editores, pero somos muy diferentes.

Sus novelas llevan mucho trabajo de investigación...

Sí, es verdad, en esta última novela, por ejemplo, me he centrado bastante en dos aspectos importantes, en quiénes eran los Kaskarot, de los que no hay mucha bibliografía. Y me he documentado también sobre las consecuencias de la violencia sobre las mujeres. He tenido que descargarme muchos informes de Emakunde y de otras instituciones parecidas para intentar comprender los miedos e inseguridades de la protagonista, que ha sido maltratada durante muchos años, y ese temor que le acecha cada vez que se junta un grupo de hombres que la miran raro. Siempre intento ponerme en la piel de mis personajes. Y es que me parece uno de los aspectos más terroríficos de la sociedad actual. Un tío que pone un coche bomba es un terrorista, pero tú no duermes luego con él. Y que una mujer tenga que vivir con su torturador, me pone los pelos de punta, por eso me gusta hablar de ello, hay que visibilizar los malos tratos. 

En esta novela, hay menos muertos que en sus anteriores libros...

Ja, ja, ja,... Hay menos, pero los hay. Yo disfruto mucho matando a mis personajes, pero claro, en las novelas anteriores había por ahí un soldado cubano que tenía una capacidad de fuego brutal. Aquí los protagonistas no tienen pistola, son gente de pueblo con sus rencillas, con sus odios. Es mucho más difícil matar si no tienes armas de fuego.

Estudió Económicas y trabaja en una entidad bancaria. ¿Desde cuándo escribe? 

Desde siempre; gané mi primer concurso literario con 17 años y ahora tengo 56. Llevo muchos años escribiendo, he escrito muchísimos cuentos y relatos, no siempre he tenido la suerte de poder publicar y no siempre he tenido tiempo para escribir. Pero tengo la suerte de que una editorial potente (Grijalbo) apuesta por mí y por tanto le estoy dedicando todavía más tiempo, que a veces le estoy robando a mi hija y a mi mujer. Me da me da un poco de vergüenza, pero la escritura es una pequeña droga que tengo.