El director chino Xiaoyu Qin salta del documental a la ficción con Jianyu kaide mama, presentada ayer en la Sección Oficial del Zinemaldia, sin dejar de lado la realidad, ya que el largometraje se basa en la historia de una mujer que pasa diez años en la cárcel tras asesinar a su marido y que interpreta la propia protagonista real.
Así lo dieron a conocer el propio cineasta y la mujer, Xiaohong Zhao, durante la presentación del filme, que surgió tras conocer el director su caso en la cárcel. “Vino a diferentes prisiones a hablar con presas y yo fui una de tantas. Estaba a punto de salir de la cárcel y quería expresar muchas cosas que me habían pasado porque sentía que nadie me entendía”, reveló la ahora convertida a actriz, que fue seleccionada por el cineasta para contar su historia.
“Al principio, quería hacer un documental, pero al conocerla decidimos hacer una ficción”, indicó Qin. No obstante, la película parte de escenas reales que vivió la protagonista y cuenta, además, con la participación de su hijo y de su suegra en la vida real. “Me sentía cohibida, pero quería ayudar a otras mujeres que puedan estar en una situación como la mía”, añadió al borde de la lágrima.
Aunque durante el filme no se menciona directamente la violencia familiar, se van dando diferentes pinceladas que apuntan a que la mujer asesinó a su marido en defensa propia. “Es un problema que no solo afecta a China, sino que es universal. Espero que esta película pueda ser un foco de atención para acabar con el problema y que sea vista por muchos hombres como un espejo”, agregó el autor del filme.
Éxodo rural
Más allá de la violencia machista, la película aborda en su subtexto el éxodo del mundo rural a las ciudades en el país asiático, ya que, tras salir de prisión, la protagonista se lleva a su hijo de casa de su suegra en el campo. “En China decimos que hay una generación de hijos abandonados en las ciudades. Existe un problema de estudio entre muchos niños que cambian del campo a la ciudad”, aseveró Qin, que ya trató esta problemática en varios de sus anteriores trabajos.
En esta ocasión, deja de lado la no ficción –aunque varias escenas son reales, como la primera vez que ve la protagonista una fotografía actual de su hijo en diez años– para crear una historia que desarrolló durante cuatro meses visitando una cárcel para mujeres. “Pude hacerlo porque el control en China ahora es menos estricto, pero, aunque parece que las presas cuentan con cierta libertad, en realidad no la hay y están vigiladas”, comentó.
No obstante, Qin aseguró que en la sociedad de su país hay un imaginario que no se corresponde con lo que realmente ocurre en las prisiones. “Muchas veces existen jaulas individuales más que físicas”, puntualizó.