Su gira celebra tres décadas de actividad, en la que han llegado a cantar hasta en 25 idiomas un repertorio que fluctúa entre el jazz, la bossa, el pop vintage y los ritmos afrolatinos. Aunque para algunos es “la banda más alegre” del mundo, la orquesta mantiene vivo un claro trasfondo político en defensa de los derechos sociales. “Defendemos a la gente de manera silenciosa. En un mundo que intenta obviar el amor, una canción de amor puede ser revolucionario”, explica su vocalista, Storm Lage.

La gira conmemora sus 30 años de vida. ¿Cuál cree que es la razón de tal longevidad en un negocio tan dependiente de las modas?

—Seguir las tendencias no te ayuda a permanecer más tiempo en este negocio. Creo que el hecho de que nunca nos haya importado estar a la moda es lo que nos mantiene en marcha; y lo que me mantiene a mí también. Nos importa ser honestos. Cantamos en muchos idiomas diferentes y hacemos muchos tipos de música. También nos enfocamos en emociones que no desaparecen, como el amor, la pérdida, la alegría, el anhelo...

¿Puede deberse a la alegría y la falta de prejuicios de sus canciones?

—Sin duda. Pink Martini siempre ha buscado unir a las personas, celebrar la diversidad, las lenguas y culturas, y hacerlo con alegría, estilo e incluso mucha diversión. No nos importa mezclar el estilo de una gran orquesta hollywoodense con una chanson francesa o un cha-cha-chá. No hay elitismo, solo una apreciación genuina por la belleza, venga de donde venga.

La orquesta es como una Torre de Babel en estilos e idiomas.

—Lo es. Pink Martini es como si una banda de jazz de Portland y un grupo de mariachis de México llegaran a una fiesta de cóctel en París en los 40 y todo saliera bien. Tocamos una mezcla de cabaré, jazz, música clásica y música del mundo. Es un caos, pero maravilloso. Estamos aprendiendo y creciendo continuamente en este circo de música y alegría.

Al micrófono estará usted. ¿Y China Forbes, cofundadora del grupo?

—Después de estar en la banda durante 30 años, China se va a tomar un merecido descanso. Solo está descansando y tiene una salud fantástica, pero necesita pasar tiempo de calidad con su familia. Además, yo llevo quince años en el grupo y, mientras ella esté fuera, cantaré como solista en muchos conciertos. Sinceramente, es una gran responsabilidad para mí, ya que cantamos de forma muy diversa y sé que muchos fans están muy ligados al sonido de China. De corazón espero que quienes vengan disfruten del espectáculo tanto como nosotros disfrutamos en cada presentación.

Entiendo el parón de China. Hay mucho sudor antes de subir y bajar del escenario.

—Honestamente, resulta agotador el viaje, la planificación y la energía emocional de estar en el escenario día tras día. Pero me siento mucho más extraña cuando no estoy trabajando. Siento que debo estar actuando. Creo que al llevar alegría a los demás y crear conexiones interminables con la música, le da más sentido a mi vida.

¿En qué cambia el resultado final según quién esté al micrófono?

—Lo cambia todo. La esencia permanece intacta, pero cada cantante introduce su estilo único. China tiene un estilo hermoso, como de película. Supongo que yo tengo la energía de una punk, un cabaret y un contador de historias. Edna y Jimmie aportan algo especial al espectáculo. Es como añadir diferentes especias a un plato clásico. Depende de quién lo prepare.

¿Es real esa conexión con la política de la que se habla en la creación de la orquesta, ligada a los mítines, y que parece extenderse al presente con su último Ep, ‘Bella Ciao’, todo un himno revolucionario?

—Siempre ha habido un trasfondo político, pero no en un sentido adoctrinador. Mostramos respeto por todas las culturas, lenguas e historias. Alguien nos pidió que tocáramos Bella Ciao en una fiesta privada, y al hacerlo, sentimos su poder. Cuando el autoritarismo está en aumento, cantar algo así envía un mensaje silencioso pero contundente: te vemos y no permitiremos que ganes.

Esta última semana ha incrementado todavía más el enfrentamiento feroz entre republicanos y demócratas ¿Cómo puede afectar a un grupo musical que actúa como embajador de USA en el mundo?

—Somos embajadores, pero no del gobierno ni de los políticos; lo somos de las personas. Representamos la idea de que nuestro país no es una sola cosa. Nos importan las personas, somos diversos, creativos y, a veces, rebeldes. Tenemos fans de todos los ámbitos de la vida, por lo que debemos ser cuidadosos. Nos gusta abrazar diferentes culturas a través de su música. El arte nos permite expresar lo que nos importa sin gritar.

Tras el asesinato de Charlie Kirk recordé la película ‘Civil War’. ¿Cuánto puede afectar a aspectos ya acosados por la Administración Trump que ustedes defienden como los derechos civiles, la vivienda asequible, la financiación de bibliotecas, la radiodifusión pública, la educación y los parques?

—Es aterrador lo débiles que se han vuelto estos temas. Y eso hace que lo que hacemos tenga aún más importancia. No somos políticos, pero apoyamos esas causas, recaudamos fondos, difundimos el mensaje, ofrecemos esperanza y apoyamos a la gente. En un mundo que intenta obviar el amor, cantar una canción de amor puede ser revolucionario.

¿El arte ejerce como bálsamo para cambiar nuestra vida cotidiana?

—Esa es una afirmación verdadera; y especialmente ahora. La música es un aspecto importante de nuestra dieta emocional. Es la forma con la que recordamos por qué vale la pena luchar. El arte es como un espejo y un megáfono al mismo tiempo. Muestra al mundo, pero también dice: todavía estamos aquí; todavía nos importa.