Brothers in Band es, sin duda, la mejor banda tributo estatal a Dire Straits, la que ha logrado que antiguos miembros del grupo liderado por Mark Knopfler alaben su sonido, cada vez más reconocido en sus recurrentes giras por Europa. La banda recala este sábado, 30 de noviembre, en Bilbao, en Euskalduna Jauregia, desde las 20.30 horas, con entradas a la venta desde 32 euros y la colaboración de DEIA, para ofrecer un repaso por los éxitos de los Straits. “Su música sobrevive porque tienen la genialidad de ser únicos en sonido y personalidad”, explica el batería Miguel Queixas.
Siempre que miro agendas, les veo en ruta. ¿No paran?
Te atiendo desde Barcelona, donde vamos a tocar, además de en Andorra, antes de ir a Bilbao, pero venimos de hacerlo en ocho países diferentes, entre ellos Portugal, toda la península, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Alemania y Países Bajos e iremos a Reino Unido por vez primera. Aunque es un detalle y no le queramos dar mucho boom, somos la única banda tributo española que funciona en toda Europa.
Irán a la tierra donde nació Dire Straits. Será especial ¿no?
Claro, es una gran reconocimiento y pararemos en Londres, Southampton, Glasgow, Edimburgo… Iremos a tocar a su casa, literalmente, porque nuestra banda se ha internacionalizado mucho en los últimos años gracias a nuestro cantante y guitarrista solista, Angelo Fumarola, que es nuestro Mark Knopfler.
¿Cuántos conciertos al año?
Es más fiable la web, no nos hemos parado a contarlos. Dejamos de tocar en verano, excepto algún concierto puntual que hicimos en agosto. No tocamos en espacios con entrada libre, sino en teatros, auditorios, plazas de toros y acotados si son al aire libre, porque queremos que el público disfrute y se sienta cómodo. Nuestra temporada va de septiembre a mayo y rondamos los 55 recitales al año.
He perdido la cuenta de las veces que han venido a Bilbao.
(Risas). Tenemos una historia muy chula desde los inicios de la banda, hace 17 años. Yo llevo 15 y siguen dos de los fundadores, Antonio Abad (guitarra rítmica) y Fernando Abenza (bajo), y he tocado en todos los bolos de Bilbao, desde el pequeño Azkena a la Sala BBK, en las grandes noches del Kafe Antzokia, en Bilbao Arena, La Casilla y Euskalduna. Hemos ido creciendo en aforos en la ciudad, donde hemos tocado más veces que en algunas capitales de Galicia. Tenemos una relación estrecha y en Euskalduna esperamos a no menos de 1.600 personas. Se promete una noche estupenda.
Tienen varios shows, pero llegan con el de grandes éxitos.
Eso es, este, el de Alchemy, el de la última gira del grupo… Llegamos con The Very Best of…, que incluye un repaso por lo más destacado de su historia, desde 1977 a 1992. Eso sí, siempre dejamos cuatro o cinco huecos en los que metemos algunos temas que no se suelen interpretar, ya que nos gusta arriesgar. A veces, hacemos versiones concretas que ellos hacían, según la gira. Su música era diferente en estudio y en los escenarios. Tienen hasta cuatro versiones diferentes de cada canción, según la época cronológica y la gira. El sonido inicial y las interpretaciones de la primera etapa y los de la última tienen poco en común.
Su sonido ha encandilado a algunos exmiembros del grupo.
Sí, pero, desde el agradecimiento, intentamos no darle bombo y platillo a sus comentarios. El relato mata el dato, y me canso de leer espectáculos en los que se destacan cosas que no son ciertas. En el nuestro, lo son a través de gente como Guy Fletcher o Pick Withers. Han alabado nuestro trabajo, que no es otra cosa que alabar el suyo como grupo. Ese es nuestro punto de arranque, nosotros sabemos que no somos Dire Straits.
Quizás la causa de su éxito es que por la música de Dire Straits no pasa el tiempo.
Yo destacaría algo fundamental de ellos y que se repite en la historia de la música, la genialidad de ser únicos, su personalidad. Ese es el elemento diferenciador en la interpretación, el sonido, el lenguaje… Se les identifica con la primera nota, como a Hendrix, Bach, Mendelson o Angus Young, y eso que su sonido varió mucho. Lo logran porque las melodías instrumentales son cantadas igualmente en la guitarra de Knopfler. Es melodía pura y dura, además de lirismo. Va más allá de la velocidad de sus dedos. Y las letras, que no se conocen tanto, cuanto más se analizan se descubren que hablan de todo, no de tonterías, de la sociedad, de historias personales y colectivas…
Si eran únicos y es consciente de que no son ellos, ¿qué buscan?
Sobre todo, transmitir las emociones de su interpretación musical, y conseguirlo en tiempo real, sin trampa ni cartón. En Euskalduna estaremos con el formato de siete músicos y tocaremos sin ningún tipo de artificio. Si levantamos las manos no suena nada, somos una banda extremadamente analógica, a excepción de algún teclado o sintetizador. Usamos tecnología moderna para sacar sonidos antiguos, los más cercano a su música.
¿La fidelidad y el respeto máximo serían la base del tributo?
Sí, primero sonido, luego respeto máximo a las interpretaciones. No robóticas, sino con el sonido del grupo en cada año o gira que hicieron, lo que requiere mucho estudio. El mérito es que todo el compendio audiovisual sea capaz de transmitir emociones, y para lograrlo tengo la misma batería que el grupo original salvo unos timbales diferentes por dos pulgadas. Me llevó años buscarla por diferentes sitios de Europa, pero no valdría de nada si no trasmitimos emociones en directo.
Si estoy bajo el escenario y cierro los ojos...
Pues disfruta y emociónate. Agradecemos que digan que con los ojos cerrados sonamos como ellos, pero mejor si me dicen que les hemos trasladado a un concierto de los Straits concreto, como nos sucedió con una mujer británica en Torrevieja, en 2019, que había estado en la grabación de Alchemy, en el Hammersmith Odeon. Nos dijo que había vuelto al concierto cuando nos oía, y a mí se me cayó el alma.
¿Tiene alguna etapa favorita del grupo?
Yo adoro los discos de estudio y adoro también Alchemy. Lo interpretamos en un show, de arriba a abajo, con los tres temas que sonaron en su día pero no se incluyeron en el disco. Disfruto mucho de los directos de esa gira y de la de Brothers in Arms, en los que estaba Terry Williams a la batería.
Esa es la época en la que Dire Straits se hicieron populares aquí.
Y lo notamos en los conciertos porque la edad de nuestro público más joven está aquí entre los 45 y los 60 años, mientras que en Países Bajos, por ejemplo, supera hasta los 70. Eso es porque son coetáneos de los originales, los descubrieron al principio; aquí, el grupo pegó más tarde.
Hoy encabeza el grupo Angelo Fumarola, a la voz y guitarra.
Lleva a la banda a otro plano, es un intérprete técnico extraordinario, brutal. Nos lo dijeron en Donostia, que en él veían al mejor Knopfler, pero yo destacaría que logra transmitir muchas emociones, más allá de cualquier parafernalia. Y como persona analiza mucho al grupo, incluso sus letras, y es muy metódico. Lleva al grupo y a su líder en las venas; y no es un imitador, es un intérprete. Él lo hace como un concertino de la Sinfónica de Viena, por ejemplo.
Y sin púa.
Por supuesto, es un maestro del fingertiping, estilo heredado de las músicas de Estados Unidos y muy asociada a banjos e instrumentos del folk del país. Knopfler solo la usaba en la intro de Expresso Love.
¿Habrá escenografía al uso?
Además del sonido trabajamos la parte escenográfica cuando el show es sobre Alchemy. Lo replicamos todo, al ser especial, al ser un disco que se ha visto, no solo oído.
¿Y la cinta en el pelo?
No, está prohibida por respeto a Knopfler y a John McEnroe (risas). Él la usaba para protegerse de los focos de mil de la época, que actuaban como una sauna.