El recital gratuito en la playa, a las 22.00 horas, le servirá para presentar su disco Manual de romería (Aris Música/Sony Music). El asturiano, socarrón, activista, hedonista y provocador, logró el Premio Nacional de Nuevas Músicas 2023 con su fusión de raíz popular y electrónica. “La música es lo que cada uno quiera, no hay que ponerse límites”, asegura.
“Más de 120.000 romeros no pueden equivocarse”. Con la asistencia a la gira se publicita su ‘La Romería’.
-Ay, sí. Esto está siendo un no parar. Llevamos ya como unos 90 conciertos en poco más de un año y haremos un total de unos 120 o así. Es lo que hizo Shakira en 10 años (risas).
¿Le da tiempo para vivir?
-Poquito, pero me busco mis escapes.
La romería tiene su raíz en la religión, la suya en el hedonismo.
-Bueno… la parte interesante de la romería acaba cuando el cura termina la misa, se monta en el coche y se marcha. Ahí empieza lo chulo.
¿Tiene que ver con la verbena?
-No, la verbena es más nocturna, con la orquesta tocando, y la romería es por el día. Diría que la verbena es solo una parte de la romería.
La romería suena a rural, a aldea.
-En la aldea también tenemos luz eléctrica y los sintetizadores hoy se compran por Internet y los llevan a cualquier sitio. Y no hablo de Amazon, no, hay que comprar en los negocios locales.
¿En su romería caben todos?
-Claro, es totalmente abierta, solo queda fuera el que no quiera entrar.
¿Y el baile resulta obligado?
-Hombre… está recomendado y usar algo de socarronería también. Igual hay que meterse un poco con quien no baile. El que venga a verme a mirar nada más y a sujetar las paredes… no hace falta. El baile es más chulo cuando es espontáneo. Bueno, creo que no hay otra forma de bailar que así, al menos el baile popular.
En su disco le canta a la libertad, al río, a las montañas... A lo rural.
-Imagínate que estás en la ciudad y ¿a qué le cantas? A cosas inertes, a cosas que son mentira. El 70% de las canciones son de amor y las compone y canta gente que no tiene novios o no sabe lo que es el amor. ¡No se pueden hacer 20.000 canciones de amor! Nadie tiene tantos novios.
También se canta al desamor.
-Ya, pero desamor tienes uno, no 20.000. Tanto cantar al amor… hay que cantarle a cosas más mundanas. Está bien tener y cantar al amor, pero no creo que haya gente con tanto sentimiento. Algunos sienten de más, no se puede sentir tanto (risas). Si sientes todo el día te vuelves empalagoso.
En estos tiempos tan jodidos algunos creemos que es casi obligado celebrar.
-Hay que celebrar siempre, en estos momentos y en otros.
¿Celebrar incorpora un componente de corte político?
-Por supuesto, celebrar es lo más maravilloso, lo que nos fuerza muchas veces a estar activos políticamente y tener cosas por las que luchar. Si estás entregado y triste, creyendo que no tienes nada por lo que pelear… Uno debe saber lo que tiene, y la romería lo muestra: esos buenos amigos, una familia, un paisaje, un lugar, una identidad, un pueblo y unos vecinos. Así que tenemos mucho por lo que luchar, mucho que perder si no nos activamos políticamente.
No le da miedo significarse políticamente desde la izquierda.
-Hay gente para todo en esta vida. Yo no veo significarme como una obligación, sino como responsabilidad.
El disco ‘Manual de romería’ cuenta con colaboradores importantes.
-Tiene a Eduardo Cabra, ex Calle 13, como productor, y en las letras me ayudó Guille, de Vetusta Morla. Bueno, fue más una revisión de ellas, como un asesoramiento. Desde el principio quise hacer el disco con Eduardo. Le dije que era un chico a quien no conocía pero que tenía un musicón que le encantaría. Pues venga, me dijo, cuando la oyó. Lo elegí porque quería un disco más encaminado al baile, lo popular y disfrutón.
Suena contemporáneo pero sin olvidar la raíz. Milladoiro, que ha visitado Getxo Folk, tenía ciertos prejuicios sobre la electrónica.
-¿Sí? !Qué fuerte! Como si ellos hicieran música tradicional y no se hubieran escorado hacia lo celta más que hacia lo popular gallego. La música es lo que cada uno quiera, eso de ponerse unos límites… Si haces eso, no funciona, es premeditada, estrategia, planteamiento y ejercicio de estilo. Hay que hacer lo que te apetezca y sientas. Eso es lo importante en la música, explorar la creatividad y que te lleve a sitios inexplorados antes.
Va a cantar en una playa. ¿Le pone?
-Claro, será diferente y está muy bien (risas). La playa es un buen teatro.
Canta ‘Yo nun soi marineru’. ¿Qué es Rodrigo Cuevas?
-No sé, músico, un personaje… No sé, nada. Bueno, artista (risas).