L mexicano Carlos Miguel Prieto está considerado uno de los directores más interesantes y versátiles de la actualidad. Es ya un asiduo de los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) y tiene una relación muy especial con el País Vasco. "Mi abuela era francesa, pero nació en Galdakao. Mi bisabuelo trabajaba para el señor Nobel en el negocio de explosivos. Después se trasladaron a Oviedo, donde mi abuela conoció a mi abuelo tocando en un cuarteto. Nosotros siempre hemos sido una familia muy musical. Mi abuela Cécile tocaba el violín, y su hermano, el chelo, así que necesitaban un violín para formar un cuarteto. Y me tocó a mí", cuenta Carlos Miguel Prieto, que ha estrenado más de cien obras y es director musical de cuatro orquestas: la Filarmónica de Louisiana, la Sinfónica Nacional de México, la Sinfónica de Minería y la Orquesta de Las Américas. En 2019 Musical América le nombró el mejor director del año.

Stravinski estuvo en la casa de su familia muchas veces y lo mismo el compositor Aaron Copland, pero no fue hasta los 26 años cuando el mexicano se planteó dedicarse a la dirección. "Nunca vi la música como una profesión, es más, la sigo sin ver. Para mí es una pasión. Empecé muy pronto a tocar en orquestas. Acabó siendo muy importante para mí porque el repertorio orquestal lo conocí muy joven. Tenía obsesión de aprender. Pero acabé trabajando de ingeniero hasta los 26 años. Fue entonces cuando di un giro en mi vida y aposté por la dirección de orquesta. Tengo una vida muy apasionante".

Hasta que llegó la pandemia en los principales escenarios de América y de España. "Y de repente vino el confinamiento y el parón. Afortunadamente, ahora se están haciendo conciertos con público en algunos sitios. Los músicos necesitan tocar para el público y aquí se están manteniendo. En México hay conciertos pero sin público. Y en Louisiana se están empezando a hacer cosas, incluso he propuesto ir a las salas de vacunación para tocar ahí. Los músicos hacen cualquier cosa por poder tocar", explica.

Junto a él está el joven pianista letón Daumants Liepins, de 26 años, que en 2019 ganó el 65º Concurso Internacional de Música Maria Canals de Barcelona, que incluye la participación en varios recitales y conciertos con orquesta, entre ellos el que ofrecerá hoy jueves y mañana viernes en Euskalduna. La BOS interpretará Variaciones sobre un tema de Haydn, de Brahms; el Concierto para piano y orquesta nº 1 de Liszt, con Daumants Liepins como solista, y Variaciones concertantes op. 23, de Ginastera.

Entre director y pianista ha surgido una excelente química y una admiración mutua. "Lo hace muy bien, es muy inteligente como demuestra que esta pequeña interrupción que se está produciendo en muchas partes del mundo por la pandemia es para él una oportunidad para pensar y luego volver con más fuerza. Mucha gente se toma esta profesión como una competición y no tiene que ser así. Se acaban desgastando. Esto no es una carrera de competición", defiende Prieto. Y añade también que "aunque muchos no asocian Latinoamérica con la música clásica, existe una increíble capacidad musical entre los jóvenes, que como Daumants Liepins están cambiando el mundo".

Joven artista

Liepins es uno de los pianistas más interesantes de su generación en su país, donde ganó también el primer premio Liela Muzikas Balvin, el galardón más prestigioso de Letonia, en la categoría de Joven Artista. Para él es su primera vez en Bilbao, una ciudad que confiesa que le ha impactado. "En mi país no hay conciertos con público", explica este joven de 26 años, considerado uno de los jóvenes talentos del mundo. "Para mí este concierto va a ser muy especial, no hay muchas oportunidades de hacer conciertos en vivo. ¿Va a haber 600 personas entre el público? No recuerdo la última vez que toque ante tanta gente", afirma el letón emocionado.

"La música en vivo es necesaria para la gente, Internet satura. ¿Proyectos futuros? En la actualidad, más que pensar en giras, para mí los proyectos deben pasar por cómo ayudar a retomar la actividad de las orquestas. El hecho de tener un programa que tiene público le da un significado enorme, se vuelven oportunidades únicas. Orquestas como esta que están trabajando, que tienen una ciudad que está viva, son cosas que valoro muchísimo. Todo esto nos debe apuntar a un futuro a valorar más, a no suponer que la música es algo que debemos dar por sentado. Cada concierto es una fiesta, una oportunidad. El día que se anuncie un concierto así en México se van a pelear por las entradas. En el primer ensayo que hemos hecho con los músicos de la BOS se me salían las lágrimas", confiesa Prieto.

"Hace poco me preguntaban qué labor puede tener una orquesta. Si nos ponen a tocar en un sitio donde la gente se está vacunando, vamos; si nos ponen en un asilo, vamos... Donde sea. Los músicos están tan desesperados por tocar que van a donde se les diga. Y la gente lo necesita, la música es esencial".