De la conquista de las posibilidades expresivas del color y la composición previa a la Primera Guerra Mundial, hasta constituir los inicios del arte abstracto al albor del surrealismo parisino de principios del siglo XX. Vasily Kandinsky (1866-1944) recorre la historia europea a través de la síntesis de su trayectoria vital y creativa en la exposición que el Museo Guggenheim de Bilbao inaugura este viernes. La muestra, que cuenta con 62 obras procedentes de las 152 que componen la colección del artista propiedad de la Fundación Solomon R. Guggenheim de Nueva York, ejemplifica cómo la vocación tardía del creador, que comenzó a pintar cumplidos los 30 años, se resarció con creces mediante su incuestionable aportación. “El arte va más allá de su tiempo y lleva parte del futuro”, apuntó el creador ruso, como si fuera consciente de la magnitud de su legado.

“En sus obras siempre vemos algo que incluye su gesto, algo muy personal, y por eso sigue siendo, cien años después de sus primeros trabajos, alguien tan importante”, reconoció Lekha Hileman, curadora de la pinacoteca que ha trabajado codo con codo con la comisaria Megan Fontanella, curadora de la Fundación Solomon R. Guggenheim. “Trató de pintar de otra manera, sin ningún vínculo al mundo natural, sino espiritual. Esto siempre fue lo más importante para él”, sentenció sobre la figura del artista a la que se consagra la muestra Kandinsky, que estará abierta hasta el 23 de mayo gracias al patrocinio de la Fundación BBVA, dentro de las exposiciones bienales que se organizan para dar a conocer los fondos de las colecciones Guggenheim.

La organización de la exposición, que estaba llamada a ser una de las propuestas estrella de la pinacoteca bilbaina para el pasado verano, ha sido todo un “desafío” en cuanto a los aspectos logísticos se refiere. Así lo aseguró Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim, quien apuntó que hasta hace poco más de seis semanas la pinacoteca neoyorquina estuvo cerrada. “Inauguramos esta exposición en un contexto en el que la visita al museo está restringida, pero tenemos confianza en que esta situación se va a superar”, reveló sobre esta cuestión tras reconocer la excepcional circunstancia de que se pueda realizar una muestra “tan completa” con fondos exclusivamente provenientes de la colección. “Atestigua la importancia de la colección Kandinsky en la Fundación Guggenheim, una de las más importantes del mundo en un museo”, apuntó.

De hecho, no es la primera vez que una amplia selección de obras del artista ruso se expone en la pinacoteca bilbaina. En 2002, Kandinsky en su contexto puso de relieve la relación que el pintor tuvo con varios artistas contemporáneos y con las principales corrientes del siglo XX. En aquella ocasión se mostraron 41 obras del artista, algunas de las cuales vuelven a recalar ahora en el Guggenheim de Bilbao. Ejemplo de ello es Composición 8 (1923), una de las pinturas más icónicas del pintor y la primera que el coleccionista Solomon R. Guggenheim adquirió en 1929. Refleja “el impactó que tuvo en él la composición abstracta de las obras musicales”, detalló ayer Hileman sobre el cuadro.

Recorrido geográfico

La muestra, la mayoría pinturas aunque también hay algunos grabados y tres acuarelas sobre papel, está dividida en cuatro secciones que, a juicio de Vidarte, ofrecen un repaso geográfico por el recorrido artístico del creador. Desde su primera salida de Alemania durante la Primera Guerra Mundial: después de Rusia, con el ascenso de Stalin; de nuevo, de Alemania, tras el auge del nazismo, para recalar finalmente en París, cuna de las vanguardias artísticas. “Es interesante ver cómo esa trayectoria creativa tuvo momentos tan intensos y tan especiales”, apuntó el director de la pinacoteca. “Le impactó la idea de cómo cambia la luz sobre un objeto durante un día”, señaló la curadora sobre los inicios de Kandinsky en la pintura.

La muestra arranca en Múnich, en la primera década del siglo XX, donde empieza a explorar las posibilidades expresivas del color. Sus más tempranas obras son paisajes, fruto de la observación de sus viajes por Europa, con influencias posimpresionitas. En Grupo de miriñaques (1909) recoge una escena de la sociedad parisina en una transición a la abstracción, si bien Líneas negras (1913) se considera su primera obra abstracta. Al inicio de la Primera Guerra Mundial, el pintor abandonó Alemania para regresar a Moscú, donde estuvo en contacto con los constructivistas. “Vemos un cambio hacia lo geométrico”, indicó Hileman, quien expuso que los círculos que dibujaba “simbolizaban el reino de lo espiritual”. Tras permanecer seis años en la capital rusa volvió a Alemania para enseñar en la Bauhaus. Sin embargo, en 1933 se vio obligado a abandonar el país, debido al ascenso del nazismo, y se trasladó a París, donde estuvo influido por el surrealismo.

Según aseguraron, las obras que abren y cierran el recorrido, La montaña azul (1908-1909) y Alrededor del círculo (1940), han sido seleccionadas por su simbolismo en pro de la esperanza, teniendo en cuenta la situación actual de crisis sanitaria. Además de su aportación como pionero en el arte abstracto, Vidarte consideró que “Kandinsky es un precursor de la idea del poder transformador del arte, en las personas, en las sociedades; una idea con la que este museo está muy vinculado desde su origen”.