BILBAO. No reniega de ningún estilo y prefiere las mezclas, principalmente de música latinoamericana con aires pop y actuales. Así es la cantante chilena Mon Laferte, que acercará las canciones de su último disco, Norma (Universal), al festival Bay of Biscay, que se celebrará el próximo fin de semana en Bermeo con la colaboración de DEIA. “Quiero sentirme siempre fresca, aprendiendo y descubriendo”, explica.

¿Cómo pasó de sus discos pop, con sintetizadores y guitarras, a volcarse en el folclore latinoamericano?

-Escucho muchos tipos de música, de todo, pero en este caso se debe a que me puse a oír mucha música tradicional. Me remite a cuando era niña.

Tiene una historia curiosa de aquellos tiempos con su abuela, ¿no?

-(Risas). Era un personaje, cantante de boleros y música tradicional, y me llevaba de niña a los bares donde actuaba. ¡Imáginate, yo allí de noche, con 9 años! Le costó mucho en aquellos años, siendo mujer, casada y con hijos. Cantaba con ella y me crié con esa música, que me fascinó. Y eso me llevó a componer música ligada a ese mundo aunque en los 90 escuché el rock de Radiohead y lo que vino después.

‘La trenza’, su disco anterior, dedicado a su abuela, y que aspiró a múltiples Grammy consolidó su música en Latinoamérica y le hizo sonar por vez primera en el Estado.

-Creo que en América hay gente que conoce bien mi música gracias a ese disco, que fue muy importante para mí. Pero lo de artista consolidada... no me veo así. Sería como ver mi carrera medio cerrada y un artista debe estar siempre lista para aprender, a cada instante. De hecho, acabo de lanzar una canción nueva, Chilango blues (indie y guitarrera), que no tiene nada que ver con el disco. Quiero sentirme fresca siempre, descubriendo.

En sus discos ha logrado que colaboren Solange, la hermana de Beyoncé; Jorge Drexler, Bunbury, Juanes...

-(Risas). No sé, creo que la música habla sola, por sí misma, y he sido muy afortunada porque no se lo propuse yo. Soy alguien a quien le gusta cantar, lo hago y me divierte. Es algo natural en mí, y pienso que eso se contagia.

Le da al mambo, bolero, tango, cumbia... No elige un estilo concreto.

-Es que se me haría muy aburrido. Pienso que centrarse en un estilo único resulta obsoleto. No hay que olvidar que soy emigrante y que vivo en México desde hace diez años. A mí me gusta la gente, el mundo, la música, así que no quiero cerrarme a la hora de contar historias.

Su música tiene un claro sabor añejo, pero temas como ‘El mambo’ suenan también modernos y actuales, con esos versos rapeados.

-No quiero discos puristas, prefiero las mezclas. Por eso sueno tradicional... pero no siempre. E incluyo mucha ironía y gracia, como en el bolero Funeral. Es actual, para oír mientras se lavan los platos (risas).

‘Norma’ es un disco conceptual, que narra el amor en sus diferentes estadios, desde la atracción inicial a la ruptura

-Así es, relata una relación de pareja y tiene como una película, con un videoclip por canción, aunque todavía no se ha publicado. La protagonizo yo con el actor Diego Luna. Es un disco con un concepto.

Y por eso sugiere que se escuche de forma lineal, de principio a fin, ¿verdad?

-En orden, sí. Así se puede uno identificar más con las canciones. Llegué a consultar con mis amigos si el tema de las canciones solo me pasaba a mí, si era yo el problema (risas). Y no, es algo común.

Por lo que cuenta, parece un disco muy autobiográfico.

-Lo es. Todas las canciones hablan de mí, no puedo escribir algo que no haya vivido. Y sí, me enamoro fácil y rápido, me entrego sin miedo.

¿Y cantarlo después?

-Eso sí (risas). Al terminar las canciones las muestro a mi mejor amigo. Me da mucho pudor, al ser tan personales. Y más si pueden afectar a algún antiguo novio o a mi compay (padre), como en el disco anterior.

Proponer la escucha de un disco completo y en orden es darse contra la pared en estos tiempos.

-Ya lo sé. Se consumen canciones sueltas y de diferentes artistas. Yo defiendo el álbum completo, con buen sonido, con una orquesta en algún tema, para sonar como la Fania All Stars (risas). Y grabamos todo el disco en una toma única y en solo una semana. Éramos trece músicos y grabamos en cinta, sin edición posterior. Lo que se oye es lo que grabamos. Eso genera más dificultad, claro.

Y más ensayos previos, para no fallar en el estudio, imagino.

-No te creas. Ensayamos unos cinco días, pero todo el día, sin parar. Trabajo con grandes instrumentistasç, pero me costó con la voz, no podía desafinar. Al final, no tuvo ningún tratamiento posterior. Nada de ese autotune que suena ahora en todos los discos.

¿Qué me cuenta de los Capitol Estudios de Los Ángeles? Allí grabaron de Sinatra a Green Day.

-Se sentía algo especial, una energía especial por la gente que grabó. Resultó emocionante.

El último disco tiene un título y una portada muy curiosa. ¿Me explica ambos?

-El título, Norma, es mi nombre real. Al ser como una película, quería un título como de protagonista, como hace Almodóvar, del que soy muy fan. Nunca me gustó Norma, es muy duro, pero opté por él. Y lo de la portada, en la que aparezco cortando una cebolla y llorando, es humor negro. Esa es la idea del disco, oírlo mientras cocinas.

Actuará en un festival muy ecléctico en ritmos. Ya tocó en él su amigo Bunbury y este año lo hará usted con Rufus Wainwright, The Backyard Babies, Tarque, Caravan Palace, Sex Museum...

-Me encanta que los festivales sean así, muy eclécticos, abiertos a todo tipo de músicas. A mí me gusta viajar, cantar, escuchar música nueva, conocer gente... Y así lo consigo. Me gusta la gente oiga mis canciones tradicionales, me hace feliz.