XABIER Sáenz de Gorbea (Getxo, 1951-Bilbao, 2015) se asomó durante 30 años a las páginas de DEIA con sus crónicas y críticas, que se han convertido en imprescindibles para comprender la historia del arte actual contemporáneo. Este historiador, crítico, comisario y profesor de la UPV/EHU fue una figura clave en el panorama cultural de las últimas décadas y una referencia en los distintos ámbitos de la actividad artística, pero también un gran comunicador. Su capacidad de transmisión intergeneracional ha sido fundamental para buena parte de los creadores vascos.

Pero además realizó una gran labor investigadora y archivística, necesaria para comprender el arte más actual, por una parte, y el vasco, sobre todo.

El arte y la vida le unió a la creadora Sonia Rueda y ella ha decidido que todo esa memoria que su compañero recopiló durante décadas no se puede perder. En un piso, guarda miles de documentos, periódicos, diapositivas, catálogos..., que acumulan años de investigación, de recopilación del acontecer artístico contemporáneo. Un archivo que va a ceder su viuda al Bellas Artes de Bilbao, y que se ubicará en el nuevo edificio auxiliar, que adquirirá la pinacoteca cercano del museo, al que se trasladaría el depósito de obras de arte, el archivo, la biblioteca y el Centro de Estudios y de Documentación de Arte Vasco, denominado Arteder. Se unirán también a las bibliotecas de los críticos Francisco Calvo Serraller (Madrid, 1948-2018) y de la crítica de arte de Barcelona Rosa Queralt, fallecida hace unos meses, cedida por su hermano, Joan.

“Xabier era una persona muy generosa, por eso yo tenía el compromiso de crear un centro o una fundación para acoger su documentación, que es extensa y preciada; eso no puede perderse, quiero conservarlo en las mejores condiciones posibles y ponerlo a disposición de quien quiera consultarlo”, explica Sonia Rueda.

“Creo que le hubiera gustado; siempre me decía, cuando le reñía por trabajar tanto, que no iba a ser capaz de devolver a la vida y a la sociedad todo lo que le habían dado a él. Yo tengo una responsabilidad con la cultura, con la sociedad, no puedo mirar hacia otra parte. Tengo que hacer lo que él hubiera hecho, Xabier no ha tenido nunca una biblioteca muerta, siempre ha tenido un archivo vivo”, señala la artista.

Testimonios Sonia Rueda ha pasado meses y meses comprobando parte del material que guardaba Sáenz de Gorbea. Y no puede evitar una cierta nostalgia cuando coge en sus manos un catálogo o un folleto, que adquirieron en algunos de los muchos viajes que hizo acompañándole en sus investigaciones. “Traíamos las maletas llenas de libros, casi no había espacio para nada más”, recuerda.

Y ante nuestros ojos va desplegando catálogos de exposiciones de la pinacoteca bilbaina del año 52, “cuando todavía se le llamaba el Museo del parque de Bilbao”, de los hermanos Roscubas, de Lazkano, de Txuspo Sanz... La lista es interminable, junto a muchos de ellos, son los propios artistas los que comentan su obra para Sáenz de Gorbea, hay cartas originales de escultores, negativos de cristal con obras de Guezala... “Incluso he encontrado pequeños dibujos a lápiz de Guezala, imágenes de su cuadro La Puerta giratoria, que pertenece a la colección del Bellas Artes, fotografías del artista pintando, que no quiero guardarlas solo para mí, quiero compartirlas con los que quieran disfrutar con ellas, porque eso es lo que querría Xabier”, confiesa Sonia Rueda.

Entre algunas curiosidades, Xabier también guardó documentación gráfica de una peculiar reivindicación que hizo en 1983 el colectivo Euskal Artisteen Elkartea (EAE), que integraba junto a otros creadores como Txomin Badiola, Morquillas, Txupi Sanz, Fernando y Vicente Roscubas, Iñaki de la Fuente y José Chavete, quienes protagonizaron un robo simbólico de la escultura Homenaje a Malevich, de Oteiza, en el Bellas Artes, una institución a la que consideraban anquilosada. Las fotografías se encargaron de registrar esta simbólica liberación de una obra de arte entregada, a través del ayuntamiento, “al pueblo de Bilbao, su auténtico propietario”, según reivindicaron en su momento.

docencia Junto a su hermano Roberto, Xabier Sáenz de Gorbea fue cofundador de la galería Windsor de Bilbo en 1971, tras recibirlo en herencia de la mano de su padre. Comisarió más de 200 exposiciones e incluso fue uno de los impulsores de Arteder, la primera feria de arte que se realizó en Euskal Herria. También se convirtió en uno de los artífices de la creación de la actual facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU, que en su día se conoció como la Escuela de Bellas Artes.

Ahí arrancó una etapa de más de treinta años dedicada a la docencia, con una pasión que muy pocos pueden igualar. Recuerda Sonia Rueda que a cualquier lugar que viajaba lo hacía pensando en sus clases, en sus alumnos. Y traía diapositivas que luego las enseñaba en la facultad. En total, están catalogadas casi 70.000.

Por sus clases han pasado miles de estudiantes, “Incluso los miércoles teníamos una jornada de puertas abiertas en nuestra casa de 4 a 9, donde venían todos los alumnos que querían. Siempre tenía la casa abierta”.

Imágenes que forman parte de la historia del arte actual, que quedarán como memoria depositadas en el Museo de Bellas Artes de la capital vizcaina.