bilbao - Triunfa en el cine y la televisión a ambos lados del Atlántico. Ha estrenado en Sevilla El desentierro y ahora está grabando las dos últimas películas basadas en los libros de Dolores Redondo. Ha aprovechado este rodaje para buscar sus raíces navarras.
¿Cómo definiría está película, ‘El desentierro’?
-Es la búsqueda de un padre, Pau, es mi personaje, y para encontrarlo hay que recorrer un camino duro, muy duro, en una historia de asesinos, corruptos y proxenetas. Empieza frente a la muerte de un político. Jordi (Michael Noher) acude al velatorio y la presencia de una extraña mujer de origen albanés le hace volver al pasado, un pasado en el que fue abandonado por su padre. A pesar de haber transcurrido 20 años, Jordi decide emprender su búsqueda con la ayuda de su primo.
¿Una búsqueda de la verdad?
-Vuelve a Valencia buscando al fantasma del padre que lo abandonó sin saber por qué. Hay una serie de indicios que le hacen investigar, se da cuenta de que hay algo oscuro detrás y quiere encontrarse de alguna manera con la imagen de su padre. A partir de esa investigación y armando distintos rompecabezas va encontrando un espejo que le devuelve una imagen más amorosa, afectiva, romántica, valiente y más digna de su propio padre.
¿Lo redime?
-En cierta forma sí. Este es el viaje de la película y el espectador se encontrará en ese tránsito con una trama de corrupción terrible en el mundo de la política y el poder en Valencia. También se hará visible la trata de mujeres, con una mafia que llega del Este y que es muy sórdida. A Pau se le ve en los flasback y aparece como un personaje extraído de los años 90 de la ruta del bacalao, fanático de Bruno Lomas, un poco rocker y muy rebelde, desobediente a una época. Pertenecía a la alta burguesía valenciana, él decide dejarlo todo y dar un portazo para meterse en una vida mucho más humana y libre.
Acaba de terminar de grabar la última película de Pedro Almodóvar, ‘Dolor y gloria’. ¿Cómo ha sido la experiencia?
-Impresionante. Para mí ha sido un sueño cumplido trabajar con Pedro. Le admiraba y deseaba desde hace años trabajar con él. Siempre he sido muy fan de él. Ha sido una experiencia amorosa y divertida.
¿Le ha resultado un director muy exigente?
-Sí, exigente es mucho. Sabe lo que quiere y busca lo que quiere pero, al mismo tiempo, tiene una mirada tan cálida y amorosa cuando va encontrando lo que busca que te hace sentir muy a gusto. Él te ayuda a meterte dentro de su universo, su cultura y su lenguaje. En mi caso, trabajé tanto para esta película, siento que puse mi alma a su disposición de una forma tan brutal, que enseguida él lo entendió y nos conectamos desde ese lugar en el que el habita, un lugar muy profundo, afectivo y bonito.
¿Cuál es el truco para trabajar con Almodóvar y no morir en el intento?
-No puedo hablar de trucos, solo he trabajado con Almodóvar en esta película, pero creo que lo que no se puede hacer con él es bajar la guardia, siempre traté de ir por delante de sus exigencias; creo que nos entendimos y me fue bien.
¿Qué tal ha sido trabajar con Antonio Banderas?
-Es tan sencillo, tan humano y tan excelente profesional que trabajar con él es un placer. Para mí ha resultado sencillo estar en las escenas en las que he coincidido con Antonio y han sido la mayoría de las secuencias, interpreto a un viejo amigo suyo. Ha sido muy grato y bonito trabajar también con Asier Etxeandia.
Y también está trabajando en la segunda y tercera película de la trilogía del Baztan.
-Estoy encantado porque este año me han tocado proyectos bien gordos y bien poderosos. Ahora mismo, me encuentro rodando con Fernando González Molina, el director, y con Marta Etura, la protagonista femenina. He estado en Navarra, en Pamplona y Elizondo, y también en Barcelona. El juez Markina es un personaje muy poderoso y fuerte, tiene muchos matices y a mí me hace muy feliz. Está saliendo muy bien.
De Nafarroa procede una parte de su familia, ¿no?
-Tal cual. Mi bisabuelo, Félix Vergara, era navarro. Mi abuela, Margarita, su hija, nació ya en Argentina. Él se fue de Navarra en 1910 y mi abuela nació en Buenos Aires en 1920. Sé que también tuve otro familiar, lo contaba ella, que era sacerdote en Pamplona. Estoy en la tierra de una parte de mis orígenes.
¿Conocía Iruñea?
-No. He tenido la oportunidad de hacerlo ahora. Pamplona es una ciudad que me encanta, he estado recorriendo la zona, he estado en Alsasua? Elizondo es una maravilla, todo el Baztan lo es. He estado investigando si alguien conocía a los Vergara, pero ya me ha dicho la gente de acá que es un apellido muy común. Va a ser difícil encontrarme con familia, pero me encantaría.
¿Cómo recuerda la serie que hizo con ‘Félix’ que hizo para Movistar+?
-Maravillosa. Lo que espero es que ahora se vea en el resto del mundo. La plataforma tiene sus fórmulas para ir distribuyendo el producto, no sé en qué momento se podrá ver en Argentina y en Latinoamérica en general, pero a mí me ha gustado mucho el resultado.
¿Qué es lo que le lleva a usted por el camino de la interpretación?
-Uy, muchas cosas, es algo que llevo dentro desde muy chico, me dedico profesionalmente a esto desde hace 32 años?
Empezó muy joven, ¿no?
-A los 15 años. Es que yo siempre lo tuve muy claro. A los 11, ya hacía teatro y vi que era eso lo que me gustaba hacer, me llenaba siendo un chaval y me sigue emocionando ahora como adulto.
¿Cómo está la interpretación en Argentina?
-Hay alternativas creativas muy fuertes en Argentina. Allá es impresionante todo lo que pasa y sucede en teatro, hay una cantidad de estímulos enorme.
¿Se puede vivir de ser actor en Argentina?
-Hay cantidad de actores sin trabajo, eso pasa también en España. ¿Es un buen país para trabajar? No hay país bueno o malo para ninguna profesión. Todos sabemos que este es un trabajo muy inestable. De los que trabajan en los más de 400 espectáculos teatrales que hay, no sé cuántos viven de la profesión? Buenos Aires, culturalmente, es muy interesante, hay mucha vida y mucho interés cultural, no solo de teatro: música, pintura, libros, cine? El cine se está agarrando a lo que ocurre, respira el ambiente y está cogiendo un auge muy elevado.
Usted va de acá para allá, pero ¿qué es Argentina para usted?
-Todo, es mi tierra, es mi familia. Procuro no alejarme de Buenos Aires mucho tiempo porque allí está Julia, mi hija, tiene doce años y me es muy importante estar con ella y disfrutar mi tiempo libre a su lado. Cuando grabé Félix vino varias veces a verme a Madrid. Pero ella está estudiando, va a empezar el secundario y no puedo desbaratar su vida. Quiero aprovechar estar a su lado mientras ella quiera estarlo. Ya sabemos que cuando los hijos crecen llegan a una edad en la que prefieren estar con sus amigos, con su grupo.
¿Cómo lo va a llevar?
-La vida es así. Julia es una chica estupenda, pero también es lógico que un día me diga que no quiere que esté pendiente todo el rato de ella. Llegará ese momento en el que ella tome sus decisiones y no me necesite tanto a su lado, pero aún no ha llegado y yo estoy dispuesto a aprovechar el tiempo. A medida que ella vaya creciendo, yo estaré más libre y podré decidir dónde puedo vivir y trabajar más. En estos momentos, me cuesta trabajar acá porque ella no está.
¿Se puede permitir decir que no?
-No siempre. Pero también es cierto que me llegan ofertas muy interesantes y a las que me cuesta renunciar. He tenido un año 2018 muy bonito, he hecho muchas cosas, el año anterior también fue muy interesante.
Se esperaba que regresara a la televisión argentina con la serie ‘Morir de amor’, era el protagonista y se ha apeado en el último momento.
-Estaba ilusionado con este proyecto porque ya había trabajado con su directora Anahí Berneri, con ella hice una película, Aire libre. Fue un trabajo que a mí me gustó mucho y cuando ella me convocó para este proyecto me encantó, pero luego fueron surgiendo algunos temas que me lo pusieron difícil?
¿La película de Almodóvar?
-No, esa propuesta llegó cuando ya había dicho que no a la serie. A los pocos días de empezar el rodaje, los guiones no aparecían y teníamos que rodar ocho, y solo había podido leer tres. Era una historia muy fuerte para mí, tenía que ver con las enfermedades terminales y me costó mucho implicarme en ese rodaje y por eso decidía bajarme del proyecto.
¿Qué otros proyectos tiene entre manos?
Terminar la trilogía del Baztan. Trabajar con Fernando (González Molina) como director ha sido un descubrimiento, nos estamos entendiendo muy bien. Estoy muy entusiasmado con el pronto estreno de la película de Pedro, será en marzo. Tengo pendiente para febrero un proyecto en Argentina, está sin firmar, pero seguro que sale, y en mayo estaré en una película brasileña en Río de Janeiro. En televisión, estoy a punto de incorporarme en la serie de Amazon sobre Diego Armando Maradona.
¿Va a hacer de Maradona?
-Ja, ja, ja... Voy a ser su agente y creo que va a ser una buena historia. Los guiones son estupendos, me he leído nueve ya y cada uno es mejor que el otro, son muy entretenidos. Es una serie que está muy bien narrada. Lo fundamental no son los actores, que son importantes, lo fundamental es la narración de la historia.
Una vida muy ajetreada la suya.
-Una vida que me gusta y hacer proyectos en un sitio u otro no es ningún inconveniente para mí aunque haya un océano por medio.
¿Y dónde está su casa? ¿España, Argentina...?
-No, no, España no, me siento a gusto, pero mi base es Argentina, ya te he dicho que mi hija vive allá y esa es mi base; aunque solo tenga tres o cuatro días me vuelvo allá. Es mi casa y, aunque viajo mucho, siempre vuelvo para estar con lo s míos. Todos tenemos un lugar de pertenencia y el mío, sin lugar a dudas, es Buenos Aires.