Prince, el pequeño gran genio de Mineápolis, falleció el 21 de abril del año pasado y el de Bruce Springsteen en el Camp Nou fue solo uno de los múltiples tributos que recibió el autor de Sign of the Times. Su música y sus directos, imprescindibles en los 80, no morirán jamás, como demuestra la reedición de Purple rain (Warner), un álbum que vendió 22 millones de discos y que ahora se presenta remasterizado, en formatos diferentes y con el añadido de canciones inéditas, caras B, remezclas y un DVD con un concierto de 1985.

Las catalogaciones y los epítetos se quedan cortos para delimitar la actividad artística y la personalidad compleja de Prince, un tipo en cuyo enjuto cuerpo y su música escondía su pasión por James Brown, Hendrix y Jagger. Los 80 del siglo pasado fueron suyos, desde el punto de vista artístico y popular, con una discografía y ventas solo comparables a las de Springsteen, Madonna y su competidor, Michael Jackson.

Genio infatigable e hiperactivo (”capaz de trabajar 24 horas”, según la ingeniero de sonido Susan Rogers); el rey del falsete; el multi-instrumentista que grababa discos él solo dejándose llevar por “sus ideas y ejecución”, y obviando “las impurezas técnicas”; el hombre que consideraba la música como su vida; el que luchó a brazo partido contra las discográficas por su libertad artística; el feroz negociante que vivía de sus conciertos ante la escasa exposición pública de sus últimos discos, editados por él mismo; el enamoradizo y mujeriego...

Todo eso... y mucho más fue Prince. Y, por encima de todo, un genio controvertido y de personalidad inescrutable y maniática que, según cuentan, puede haber dejado hasta un millar de grabaciones inéditas que irán viendo la luz (eso seguro, la necrofilia vende) en el futuro inmediato. El primer lanzamiento rescatado de sus caudalosos archivos y, en este caso, supervisado por él mismo antes de su muerte, es la recuperación de Purple rain, su obra millonaria de 1984, a la que el público se rindió masivamente tras disfrutar con discos como For you, Prince, el revolucionario Dirty mind, el bailable Controversy o el pop 1999.

Junto a The Revolution, grabó una de las obras inolvidables del pop, con 22 millones de copias vendidas, un Oscar y dos Grammy. Contiene éxitos como Let’s go crazy, When doves cry o I would die 4 U, además del baladón The beautiful ones, la experimental, psicodélica y controvertida (fue tildada de pornográfica) Darling Nikki, la funky Baby I’m a star... o la canción que lo titula, recientemente versionada en directo por Springsteen tras su muerte, que “Prince y el grupo habíamos nacido para grabar”, según sus músicos.

Son canciones, ahora remasterizadas, en las que a la pasión por la música negra de su autor (del soul al r&blues, el funk y el jazz), se sumaba la experimentación con la electrónica, su clarividencia pop (hay no menos de media de estribillos gloriosos) y esa pulsión rockera y eléctrica que le acompañó siempre y que, en este disco, se revela abiertamente en varios solos, algunos herederos del heavy.

Rarezas e inéditos La reedición, que cuenta con comentarios personales de sus músicos sobre él y las canciones, presenta una versión de dos CDs que incluye once gemas desenterradas del baúl de Prince en Paisley Park. Entre ellas, la bailable The dance electric; las sensuales Possessed y Love and sex; la balada Electric intercourse; las explícitas y tórridas Wonderful ass y We can fuck; la techno Velvet Kitty cat; la orquestal Our destiny/Roadhouse garden; o el lírico instrumental Father’s song. Prince interpreta la casi totalidad de instrumentos y voces, con apoyos puntuales, como los de Lisa Coleman a teclados y voces.

Existe una edición con un tercer CD con caras B como God, las canciones originales en singles o alargadas en remezclas bailables, así como un concierto en DVD grabado en marzo de 1985 en el Carrier Dome de Siracusa, en Nueva York, y que muestra a Prince en su mejor versión, en un escenario reducido, pero ante una audiencia masiva. De hecho, en vivo, en los 80 y 90, pocos como él ofrecían un espectáculo de entretenimiento y colorido pop, glam, baile y música comparable. Tocando y cantando en directo, sin truco alguno, las canciones de Purple rain (se publica también en vinilo y Picture Disc), junto a éxitos como 1999 y Little red Corvette.