bilbao - El veterano humorista Millán Salcedo recala mañana y el viernes en la Sala BBK con su último divertimento musical y cantable, titulado En mis trece, en los que alterna rabiosa actualidad con números rescatados de su pasado en Martes y Trece, y cuenta con el patrocinio de DEIA. “Solo busco hacer de reír”, explica en esta entrevista.

Vuelve con ‘En mis trece’. ¿Cabezón y de ideas fijas?

-En esta vida, no. En otra? igual, en lugar de manchego, fui de Aragón, que tienen fama de cabezones. Lo que pasa es que tras tantos años en esta profesión y decidir que lo que me apetece es ir de escenario en escenario, ya tengo una línea y mi propio estilo. Sé lo que quiero, seguir en mi línea, en mis trece.

¿Qué caracteriza esa línea propia?

-Quien me va a ver busca un guiño y remembranza a Martes y Trece, pero mi chow está muy pegado a la actualidad más latente también. No lo llamo espectáculo porque le tengo mucho respeto a esa palabra, alude a algo grande y yo solo busco hacer de reír.

La actualidad facilita el trabajo, ¿no?

-Siempre está salpimentada en mi trabajo y da para mucho. Los programas de cocina por un tubo, la Casa Real y la Corona, que hace que algunos estén hasta la coronilla, el mamoneo de la prensa del corazón, las Campos? Y no me olvido de los políticos, casi un año sin gobierno y no ha pasado nada. Estamos todos con los ojos a cuadros y ese es el leitmotiv de En mis trece, el reflejo de la sociedad.

Acaba de cambiar el año y muchos se acuerdan de la empanadilla y Encarna. ¿Le gusta o acabó empachado de empanadillas?

-No me cansa, no. Bueno, ahora (las 14.30 horas) no me gusta que aludas a ellas, tengo un hambre que no veas (risas). Ese momento es parte de la memoria colectiva porque es de lo mejor que hicimos Josema y yo. Por cierto, corté yo con Martes y Trece, como he comentado muchas veces. Nos supimos ir en buen momento y quedó un buen regusto.

Algunos añoran el regreso del dúo.

-Cierto, algunos no nos perdonarán nunca la separación. Para gustos?

Y otros sacarían los cuchillos si volvieran.

-Seguro, seguro. Tendríamos una audiencia brutal el día del regreso pero nos darían por todos lados. Con las redes sociales, como no se da la cara, se suelta bilis y de todo. Es un rasgo del carácter latino, el de saber más que nadie de todo. ¡Y de fútbol ni te cuento!

En lugar de Josema, a Bilbao llega con el pianista Marcos Cruz.

-Llegó de manera sorprendente para sustituir al anterior, que era una reinona licenciosa, y es estupendo. Él canaliza y conduce el chow porque yo soy de tierra de berenjenas y me meto en mucho berenjenal. La música es importantísima en él, como en mi vida. Hay sonido incidental y cancioncillas inventadas por mí, como la de una selección musical de fútbol en la que juego con las palabras.

Esa es otra de sus características.

-Siempre jugaré con ellas porque para eso se inventaron los idiomas, para jugar y entendernos; no para pelearnos.

Atrevido también es. Escribe, dirige, protagoniza?

-Mi madre me decía “aprendiz de y maestro de ”. Lo importante es no pontificar y sentar cátedra. Yo salgo a divertirme, me echan al escenario y hago mi terapia ocupacional. Y la gente de Bilbao disfruta, se nota rápido.

¿Hay menos humor en la televisión que antes? ¿Les han sustituido por los cocineros, los monologuistas y los ‘talent shows’?

-Es cierto, son modas, pero nadie sabe lo difícil que es salir a un escenario y que alguien solo esté una hora entreteniendo al público. Prolifera el monólogo porque es barato de montar y estamos en crisis. Barato, pero no fácil. Lo jodido y complicado es comunicar, aunque seguro que moriré, de modo hipotético, sobre un escenario. No me puedo quejar de nada porque hago lo que elegí. Y siempre luchando con la comparación con Josema.

¿Le quema?

-¡Es un coñazo! Que si él sale más en la tele? Igual es que acepta todo. Yo me quedo con los directos.

A los futbolistas les insultan en el campo y aeropuertos; a usted le pedirán chistes en el taxi o la frutería, seguro.

-La gente suele repetirse siempre y cansa. No me siento acosado ¿eh? Imagínate que ahora, que me duele una muela, aparece alguien y me grita: “¡Encarna, empanadilla!”? Intento ser receptivo, pero depende del estado anímico. No se puede ser gracioso las 24 horas del día.

Hoy, con esto de la muela, no salga de casa.

-Salgo poco ya. Voy a cumplir 62 castañas y no apetece lo de las copas. Paso de resacas, me basta con la risa. Y tengo un pelín de deformación profesional porque todo me parece que tiene doble sentido y es divertido. Me lo paso bien conmigo pismo, aunque no descanso. Soy de una intensidad que me agota.

Su entrevista a Madonna es inolvidable. ¿Se atrevería a hacerle el perro a alguien en 2017?

-Oye, perdona? pero no he recibido quejas todavía (risas). Los tiempos de la tienda de campaña permanecen.

Y un punto de locura siempre es necesario.

-Más que de locura, de ir a tu bola. A mí me gusta la soledad, me la puedo permitir. Llevo 35 años viviendo conmigo, no estoy solo. Y sí, iré de pintxos por Bilbao, aunque tengo un poco de colesterol. Tendré cuidado, aunque si hay algún bar con pintxos de escarola y saludables, que se manifieste (risas).