BILBAO - La luz es, sin duda, la gran protagonista de la escultura de alabastro Sin título (1990), de la artista donostiarra Cristina Iglesias, que desde ayer y hasta el próximo 13 de abril acoge a los visitantes en el hall del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Situada frente al imponente Gran Jardín de Rafael Balerdi, la obra de Iglesias construye un rincón luminoso e intimista fuera de las salas del museo, en el espacio acristalado que actúa como nexo de unión entre el edificio antiguo y el contemporáneo y donde recibe la luz natural necesaria para mostrar sus cualidades expresivas en todo esplendor.

En esta escultura de generosas dimensiones (90 x 198 x 80 cm), la artista guipuzcoana emplea un tejadillo curvado que se extiende desde la pared donde está colocado hasta el lugar donde se sitúa el espectador, dando lugar a un ámbito en el que adentrarse y resguardarse para percibir los tenues rayos de luz filtrados a través del delicado alabastro.

“Esta escultura recoge muchos de los aspectos que Iglesias ha querido desarrollar en su trayectoria artística como la relación de los materiales con el espacio y los significados que ha querido dar a su obra”, apuntaba el director del Bellas Artes, Javier Viar, en la presentación a los medios de la pieza número 48 que el museo acoge dentro del programa La Obra Invitada.

Esta iniciativa, patrocinada por la Fundación Banco Santander, ha permitido exponer, desde el año 2004 y durante un periodo de tiempo determinado, obras significativas procedentes de diversas pinacotecas y entidades artísticas en las salas del museo bilbaino.

Charo López Merás, directora de proyectos culturales de la Fundación explicó que “es un placer poder estar de nuevo en uno de los grandes museos de este territorio; una joya por lo bien cuidado que está y por las piezas importantísimas que expone”. Asimismo, subrayó que Sin título es una de las dos piezas de la escultora que forman parte de la Colección Banco Santander y que han cedido al Bellas Artes para que sea expuesta durante los próximos meses en la capital vizcaina.

“Es la segunda vez que viene una escultura y la primera pieza de arte contemporáneo que se expone dentro de este programa; estamos encantados de que esta primera pieza sea una escultura de una artista de la talla de Cristina Iglesias, que tiene una gran importancia internacional”, se felicitaba López, quien escogió una cita de la escritora y profesora de arte Estrella de Diego para ilustrar la esencia de la obra de la donostiarra: “su obra, más que adecuarse a los espacios, crea lugares que envuelven a los espectadores y van construyendo un sentido tridimensional insospechado y mágico, capaz de arrastrar al visitante ante una experiencia donde se mezclan las sensaciones”.

La directora de proyectos culturales de la Fundación Banco Santander quiso también subrayar de manera especial la utilización de un material delicado y traslúcido como es el alabastro, que “nos recoge” y proyecta la luminosidad del exterior para crear un lugar sutil “transmitiendo unas sensaciones diferentes”, semejante, según sus palabras, a las vidrieras góticas por las que traspasan los rayos de luz creando verdaderos mosaicos de colores.

REFERENTE INTERNACIONAL Tanto Viar como López elogiaron durante el acto de presentación la dilatada trayectoria de la artista vasca, a la que el director del museo definió como “una de las grandes personalidades del arte vasco contemporáneo, de gran repercusión internacional y que se ha convertido en una de las figuras señeras de la escultura de nuestro tiempo”.

Cristina Iglesias (Donostia, 1956), una de las más reconocidas escultoras del panorama internacional, inició los estudios de Ciencias Químicas en su ciudad natal, y los de dibujo y cerámica en Barcelona, tras lo que se trasladó a Londres para continuar con su formación artística en la Chelsea School of Art en el periodo comprendido entre 1980 y 1982.

Galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999, ha participado en los más prestigiosos certámenes internacionales y expuso sus obras en el pabellón español de las Bienal de Venecia durante las ediciones de 1986 y 1993.

Asimismo, en los últimos años ha recibido numerosos encargos públicos como la Puerta-Umbral (2006-2007) que sirve de acceso a la ampliación de Moneo del Museo del Prado en Madrid; o la celosía de terracota llamada Brújula de Medianoche (2008), situada en la sede del Parlamento Vasco en Vitoria. Recientemente, y más concretamente en 2013, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía dedicó una gran retrospectiva a su obra, bajo el título Cristina Iglesias: Metonimia.

Dentro de los numerosos actos organizados en 2014 con motivo de la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de El Greco, la artista vasca diseñó el proyecto Tres Aguas para Toledo. Esta trilogía está compuesta por tres esculturas instaladas en la Torre del Agua, el Convento de Santa Clara y la Plaza del Ayuntamiento, en las que Iglesias une la ciudad y su río, el Tajo.

El museo bilbaino recuerda que, desde sus trabajos iniciales realizados en materiales como hormigón o resina hasta los proyectos más actuales como las celosías, los techos suspendidos o las fuentes, la escultora “ha creado una producción artística de gran personalidad, atenta a las características físicas de los componentes de sus obras como a otras cualidades inmateriales como la luz o el espacio”.