GASTEIZ. Fue en el polideportivo Anoeta de San Sebastián. Hertzainak se despedía para siempre del público tras doce años sobre los escenarios escribiendo algunas de las páginas más importantes de la música vasca de las últimas décadas. Era 1993 y en este tiempo solo ha habido una oportunidad para resarcirse, por lo menos en parte. Fue en 2012, tras el fallecimiento del saxofonista Tito Aldama, cuando, aprovechando el sexto Memorial Johnny Brusko, la banda nacida en Gasteiz se reunió de manera puntual en Helldorado para tocar algunos temas.
Hoy esas dos décadas parecen un mundo, pero el sello marcado por el grupo es imborrable. Varios de sus temas han atravesado generaciones y su influencia en músicos posteriores es evidente, más allá de que sus componentes no hayan estado precisamente parados estos años. Y lo que les queda.
Son muchos los calificativos positivos que se han ido sumando a su huella con el paso del tiempo, también porque para algunos los años dulcifican los recuerdos. Pero no hay que ocultar que Hertzainak fue un grupo incómodo en muchos sentidos. Y no solo en el contexto de una Gasteiz en la que a principios de los años 80 la presencia del euskera era un milagro mientras, bajo el paraguas del momento político, se vivía un capítulo más de esa lucha entre el alma más tradicionalista de la capital alavesa y la otra, por así decirlo, más progresista. También en el ambiente de una Euskal Herria que en lo musical estaba asistiendo al nacimiento de un movimiento tan valorado como denostado, según el caso, como el rock radikal vasco.
Pero más allá de etiquetas con las que algunos grupos se sintieron mucho más cómodos que otros, está la impronta de una formación en la que el rock, el ska, el punk, el reggae, el pop y, en realidad, casi cualquier género que viniera bien para la ocasión, se juntaron. Aitormena, Pakean utzi arte, Yankee go home!, Rock'n Roll batzokian, Eh txo!, Egunetik egunera, Ta zer ez da berdin, Guantanamera, Drogak AEK'n, Larru beltzak, Zoratzen naizela... o la propia Hertzainak, por citar algunas, son canciones que conformaron la banda sonora vital de no pocos, incluso de aquellos que desconocían casi por completo el idioma en la que eran interpretadas. Todo ello vivido tanto en directo como en los discos, singles, maxis y a saber el número de copias en cassette que pueden existir todavía en muchas casas.
Xabier Montoia Gamma y Josu Zabala fueron los que encendieron la llama en un Gasteiz que tenía en el Casco Viejo su espacio para el rock. Gamma venía de Londres cargado de lo que estaba pasando allí y esa influencia marcó y mucho los primeros momentos. La actitud era primordial. Y las ganas de darle un buen susto a lo establecido, incluso dentro de lo que se podría llamar alternativo, eran el motor ideal. En un local de Gamarra se fue gestando aquel primer concierto de la Nochevieja de 1981 los dos primeros, porque aquella jornada hicieron doblete con una formación que completaban Tito -saxo-, Delfo -guitarra-, Kike -guitarra-, Kurro -batería-.
Evolución
Al poco llegaron Txanpi (por Kurro) y Gari (por Gamma), mientras que la inclusión de Bingen Mendizabal fue más tardía. Momentos de evolución y crecimiento, teniendo claro que daba igual la meta porque no existía. A Hertzainak no le importaba, no tenía tiempo que perder en su objetivo de no dejar títere con cabeza.
Además de en el Estado, escenarios de Suiza, Alemania, Irlanda o Cuba también les abrieron sus puertas. Lo hicieron hasta que llegó el momento de cerrar el camino y empezar nuevas aventuras. De hecho, cuesta imaginarse cómo sería la banda hoy, porque sin menospreciar su capacidad para amoldarse al paso del calendario, Hertzainak hubiera sido imposible sin el tiempo y el lugar en el que apareció. Es en ese contexto social, político, económico y vital donde todo cobró sentido. Lo triste del asunto es pensar que no pocas de sus letras hablan de una Euskal Herria que no ha cambiado en determinados aspectos dos décadas después de su despedida. "Ez dira betiko garai onenak/ azken finean gizaki hutsak gara/ Barearen ostean dator ekaitza/ Udaberri berririk ez guretzat/ Denborak aurrera etengabian/ ta orain ezin eutsi izan giñana/ rutinaren morroiak bihurtu gara/ laztana lehen baino lehen/ aska gaitezan". Fue toda una declaración de intenciones. Los buenos tiempos no son para siempre y había llegado el momento de liberarse cuanto antes. Hace ahora veinte años.