londres. Es un auténtico trabajo de chinos: el artista Ai Weiwei ha tapizado el suelo de la Sala de las Turbinas de la Tate Modern con más de cien millones de pipas de porcelana. En un primer momento, cuando uno pisa las pipas, cree que son naturales hasta que, como hicieron algunos periodistas en la presentación ayer a la prensa de la instalación, se las llevaron a la boca y se dieron cuenta de su dureza.
Cada semilla de girasol que compone ese paisaje que uno puede pisar a voluntad mientras escucha el ruido que generan sus pisadas está fabricada en efecto con porcelana de la máxima calidad y pintada pacientemente a mano por un artesano sin que haya dos iguales. Todas han sido producidas según los métodos tradicionales en la antigua ciudad de Jingdezhen, famosa por su producción de porcelana para la corte imperial, producción que "últimamente está muy comercializada", según explicó ayer el propio Ai Weiwei.
Cada una de las pipas que componen la instalación Sunflower Seeds (en castellano Semillas de Girasol), se moldeó y se fundió en un horno a 1.300 grados centígrados, se pintó luego a mano y se metió de nuevo en el horno, esta segunda vez a una temperatura de 800 grados centígrados. En dos años los artesanos contratados por este artista chino produjeron más de cien millones de pipas, que para quienes gustan de este tipo de estadísticas forman una masa de unos diez centímetros de espesor que cubre una superficie de un millar de metros cuadrados y pesa más de 150 toneladas. Preguntado si él había pintado alguna, dijo que "quizás dos o tres", pero reconoció que le salieron muy mal "porque parece un proceso simple, pero es muy difícil".