En la iglesia de Nuestra Señora del Carmen existe una cripta particular de la familia, donde reposan los restos de los matrimonios Zabalburu y de los condes de Heredia Spínola, primeros protagonistas de la historia que hoy vengo a contarles: la extensión de un Bilbao que necesitaba espacio e iba convirtiéndose en una de las grandes metrópolis de Europa por la revolución industrial, la siderurgia, las navieras y el hierro en los orígenes, siempre el hierro. ¿O no? porque Bilbao fue puerto antes que villa, como tantas veces se ha recordado. En verdad ha sido durante siglos punto de entrada y de salida de personas y mercancías confiriéndole un matiz especial y distinto al de otras ciudades costeras. Bilbao, puerto de importancia en el Cantábrico desde tiempos inmemoriales, contaba con una amplia zona de muelles que llegaban desde el puente de San Antón hasta Olabeaga. Bilbao no puede concebirse sin este tráfico marítimo, puesto que tradicionalmente el comercio bilbaino se venía nutriendo a través de los muelles de aquellos productos necesarios para su buen desenvolvimiento. De este modo, los muelles de Bilbao eran un enjambre de buques, gabarras y trabajadores al que se unía el trasiego de géneros y mercancías.

De acuerdo, pero vayamos acercándonos a la historia que hoy nos ocupa. Los Zabalburu era un linaje conocido y reconocido en Bilbao. Siendo una familia dedicada a los negocios, los Zabalburu recorrían regiones (Murcia, Almería) y países donde implantar sus negocios como Francia, Bélgica, Alemania, Austria, Holanda o Inglaterra. Allí formaron parte de sociedades industriales, comerciales o de transporte muy conocidas. En Bilbao, Francisco de Zabalburu pertenecía a la Junta de Agricultura, Industria y Comercio, era accionista de la Compañía General Bilbaína de Crédito y del Banco de Bilbao y miembro de su primer Consejo de Administración. Colaboró como suscriptor del ferrocarril de Tudela-Bilbao, entre otros proyectos de su época.

A mediados del siglo XIX la familia, emparentada con los condes de Heredia Spínola, construyó una casa familiar soberbia, conocida en Bilbao como Villa Mena. El edificio era de planta rectangular, de tres pisos y tejado también rectangular. En la zona del tejado había cuatro ventanas redondas en los lados anchos y una en los estrechos. Además de Villa Mena se conocía también con los nombres de Chalé Mena, Palacio Mena o Palacio Zabalburu. Tenía un parque fabuloso dentro de la propiedad, y era habitual que Alfonso XIII pasara temporadas en este edificio cuando visitaba Bilbao. Era un lugar reseñable sin dudarlo. En la Guerra Civil fue cuartel, almacén y refugio antiaéreo pero tenemos que mirar antes qué sucedió en sus alrededores, a caballo entre los siglos XIX y XX.

¿Qué pasó entonces? Tuvo lugar la ceremonia de anexión de la anteiglesia de Abando a la villa de Bilbao el 1 de julio de 1890. La anexión no afectaba a la totalidad de Abando porque veinte años antes, el 2 de abril de 1870, el Gobernador Civil, en nombre del Gobierno, había entregado a la villa los terrenos que abarcaban el arco que recorre desde Bilbao la Vieja, Miribilla, Zabalburu, Alameda de San Mamés, Misericordia, así hasta la estación de Olabeaga. Con todo, ya podía decirse, en la última década del siglo XIX, que la plaza Zabalburu era bilbaina.

Cerremos los ojos para recrear la estampa con la imaginación. Aquel 1 de julio, el Gobernador Civil, actuando en nombre de S.M. la Reina Regente, presidió la comitiva junto con el alcalde de Bilbao, José María de Lizana y de la Hormaza, Marqués de Casa-Torre; el teniente alcalde, Solaún y 27 concejales, precedidos por maceros y timbales, y llevando la bandera del Ayuntamiento el síndico Isasi, se dirigieron al límite jurisdiccional de la villa, donde se hallaba la representación del Ayuntamiento de Abando, compuesto por el alcalde, Miguel de Aldama, el teniente alcalde Palacios, y 6 concejales. En la plaza, se abrazaron los dos alcaldes y los concejales se estrecharon las manos, dando el Gobernador Civil posesión de la anteiglesia de Abando al Ayuntamiento de Bilbao. Todo debió ser muy ceremonioso, acorde a los ritmos que debían marcarse en Villa Mena.

El Ayuntamiento de Bilbao expropió el inmueble durante la década de 1960. El consistorio franquista presentó en 1962 un proyecto de ordenación de la plaza Zabalburu y la manzana contigua a la misma, que significó el inicio de la transformación urbana de toda la zona. A finales de la década se construyeron las Torres Zabalburu y el centro comercial, inaugurados en 1971.

¿Era el despegar o la tumba? Nadie lo sabía. En un principio se diría que llegaba a Zabalburu la modernidad. El centro comercial de Zabalburu fue el primer Shopping Centre de España y el principal, como lo anunciaban Construcciones Alcorta S.L, la empresa encargada de su construcción. Cuatro plantas, más de dos kilómetros de escaparates a la calle, dos grandes almacenes y aproximadamente 100 establecimientos más, con aparcamiento subterráneo. Durante el movimiento de construcción de identidad como barrio, el Ayuntamiento de Bilbao reconoció la labor de los Zabalburu en el desarrollo de la villa –donaron terrenos para la creación del Ensanche bilbaino...– y, en 1954, pusieron su nombre a la plaza en la que, por aquel entonces, Villa Mena era el elemento integrador. Allí, se levantó el colegio Hijas de Jesús durante varios años hasta que el palacio dejó paso al nuevo Zabalburu.