Mientras esperamos al autobús o a que nos atiendan en una cafetería; mientras nuestros hijos juegan en el parque; para que no se aburra o cuando tiene una rabieta. Son ejemplos de momentos en los que utilizamos el teléfono móvil o lo prestamos. Pero, ¿qué ocurre cuando no sabemos cómo o para qué emplean nuestros hijos el dispositivo? La solución parece fácil: enseñarles.

Pero, ¿y si no sabemos cómo hacerlo? Ahí surge la generación denominada de huérfanos digitales, aquellos menores con padres sin competencias digitales porque ellos tampoco han aprendido a manejarse en internet. Por ello, es importante que tanto padres como hijos tengan herramientas para conocer cómo funciona el entorno digital.

Los jóvenes son cada vez más conscientes de que deben hacer un uso responsable de estas tecnologías. Freepik

De esta manera aprenderán a diferenciar la información importante de todo el contenido que aparece en las redes sociales e internet, reputación online o escritura audiovisual, por ejemplo. En este ámbito surge el término infoxicación que hace referencia al exceso de contenidos que se reciben a diario a través de las redes e internet. Esto supone un problema para quienes solo conocen el formato pantalla para leer, ya que es muy difícil distinguir qué es lo relevante.

También hay que ser conscientes de que internet conlleva peligros como el ciberacoso o ciberbullying y sexting. En el primer caso, según datos de Unicef, dos de cada diez jóvenes de entre 11 y 18 años podrían estar sufriéndolo. Cuando ocurre, es necesario acudir a un experto y no eliminar la información como los mails del acosador/a, llamadas, etc. para poder identificar a esa persona.

El sexting hace referencia al envío de imágenes y vídeos de carácter íntimo que realiza una persona a veces de manera voluntaria y otras bajo coacción creyendo que no puede ser identificada si no se le ve la cara. El riesgo se multiplica cuando ese contenido se divulga y comparte. Y este tipo de práctica puede afectar a usuarios de todas las edades.

Detox digital

Afortunadamente, los jóvenes son cada vez más conscientes de que deben hacer un uso responsable de estas tecnologías, tanto en lo que se refiere a contenidos como al tiempo que dedican a mirar la pequeña pantalla del smartphone. Por eso, cada vez más se apuntan a la tendencia de la desintoxicación digital.

Una manera es hacerlo a través de un dumbphone, es decir, un terminal sin conexión a internet y que básicamente sirve para llamar y enviar mensajes. Ya lo utiliza más del 12% de la población juvenil, según datos de SPC, el fabricante de este tipo de dispositivos, con la colaboración de la asociación Pantallas Amigas. Para realizar el estudio se recogieron las opiniones de 1.000 jóvenes de entre 18 y 35 años. Además, el 75,5% de ellos se ha propuesto reducir el tiempo de uso del móvil, aunque sólo el 14,3% asegura haberlo hecho de forma permanente.

Pero, ¿qué ocurre con los menores que no son conscientes de que un uso excesivo de las pantallas es perjudicial? Entonces aparece el fenómeno denominado tecnoferencia, que se refiere a que la exposición de los niños frente a la pantalla interfiere con las oportunidades de hablar e interactuar con su entorno familiar. Y cuando son los padres quienes sufren este fenómeno también tiene consecuencias negativas, ya que si dedican más tiempo a mirar la pantalla que a estar con sus hijos, los menores tienen menos modelos de lenguaje para aprender a comunicarse, se pierde tiempo de calidad para estar unidos y realizar actividades conjuntas, vital para el desarrollo de los pequeños. 

¿Qué se puede hacer?

Tomar medidas para proteger a los menores en el entorno digital no es solo tarea de sus progenitores o responsables. También deben implicarse las instituciones. Por eso, el Consejo de Ministros de nuestro país ha aprobado este año un Anteproyecto de Ley Orgánica en el que se establecen medidas y modificaciones legales.

Entre las primeras, se obliga a los poderes públicos a lanzar campañas de sensibilización y a investigar sobre los efectos de la tecnología en su desarrollo cognitivo. 

En el ámbito sanitario, incluye medidas para el fomento de la detección precoz, prevención y atención especializadas a menores con patologías asociadas al uso inadecuado de dispositivos. En relación a las obligaciones para las empresas del sector tecnológico, el Anteproyecto dispone que los fabricantes deberán asegurar que los dispositivos digitales cuenten con sistemas de control parental activados por defecto y con un etiquetado informativo sobre sus riesgos.

En el marco legal, se tipifica como delitos los deepfakes pornográficos, es decir, la difusión sin autorización de imágenes o audio generado por inteligencia artificial o cualquier otra tecnología.