Crepita en cada rincón de la Vuelta la protesta contra el genocidio de Israel al pueblo palestino. Después de la llamarada en Bilbao, el grito firme frente a una situación insostenible continúa recorriendo el corpus de una carrera que cose las etapas con el hilo de la incertidumbre. Nadie sabe qué será lo próximo.

En Laredo, en salida de la 12 ª etapa, se reprodujo el recibimiento hostil al Israel, una formación non grata en la Vuelta. Se repitieron las protestas, el ondear de banderas de Palestina para mostrar la disconformidad ante un equipo que sirve como escaparate de Israel y su política expansionista.

En la noche de los comunicados del miércoles, –el Israel y la Vuelta solo salieron oficialmente a escena después de que la Unión Ciclista Internacional anunciara su neutralidad respecto a la presencia en carrera de la estructura israelí– se evidenciaron las posturas que dejan a la Vuelta al descubierto, sin margen de maniobra. Prensada la organización por el ejercicio de cinismo de la UCI y del inmovilismo del Israel, amparado en su derecho a competir. 

Comunicado del Israel

La formación israelí no tiene ninguna intención de abandonar la carrera a pesar de la creciente presión que recibe desde varios flancos. Incluso está aprovechando su posición para victimizarse.

“El equipo sigue comprometido a competir en La Vuelta. Cualquier otra decisión supondría un precedente peligroso en el deporte del ciclismo, no solo para Israel Premier Tech, sino para todos los equipo. El Israel ha expresado en repetidas ocasiones su respeto por el derecho de todos a protestar, siempre que esas protestas se mantengan pacíficas y no comprometan la seguridad del pelotón. La organización de La Vuelta y la policía están haciendo todo lo que está en su poder para crear un entorno seguro y, por ello, el equipo está especialmente agradecido. Sin embargo, el comportamiento de los manifestantes en Bilbao hoy (por el miércoles) no solo fue peligroso, sino contraproducente para su causa y privó a los aficionados vascos al ciclismo, algunos de los mejores del mundo, de la llegada de etapa que merecían”, expuso en su comunicado.

Varios equipos en contra

Desde el pelotón son varios los equipos que reclaman al Israel un gesto para apaciguar los ánimos y garantizar así la integridad física de todos los competidores, la máxima del pelotón, que de puertas adentro es muy crítico con la posición de fuerza que están adoptando en el Israel. Son mayoría los ciclistas que son conscientes de que ruedan sobre un precario equilibrio que puede verse alterado en cualquier momento.

El antecedente de Bilbao –la etapa que quedó desierta en el palmarés– advierte lo que puede venir. Nadie puede asegurar que la carrera, viciada, recupere la normalidad. Es una moneda al aire, aunque desde el ministerio del Interior adaptarán el dispositivo de seguridad de las distintas policías según las necesidades de la prueba. 

Un dueño sionista

El desafío desde el seno del Israel, el equipo promovido por Sylvan Adams, un reconocido sionista favorable a los planes de Netanyahu, carga aún más la atmósfera. Adams es un multimillonario y amigo íntimo del primer ministro. Desde su posición actúa como un activista para el lavado de imagen de Israel y lo hace con su equipo, el Israel Premier-Tech.

Adams adquirió notoriedad internacional al convertirse en el presidente del Consejo Judío Mundial, una de las mayores organizaciones judías y sionistas del mundo. La formación, aunque privada, recibe dinero del Ministerio que promueve el turismo.

Adams fue uno de los impulsores de la salida del Giro desde Jerusalén después de cargar de dinero las sacas de los organizadores de la carrera italiana.  

Las banderas de Palestina también estuvieron presentes en la meta. Efe

Fuentes consultadas por este periódico confirmaron que la estructura israelí exige la máxima protección en todas las salidas y llegadas. En Bilbao fueron escoltados por varias furgonetas y numerosos efectivos de la Ertzaintza.

Sin embargo, el Israel no está dispuesto a ceder ni un milímetro a pesar que su presencia en la Vuelta está estresando cada vez más al pelotón y generando una situación que puede descontrolarse.

“Todos los miembros de la organización continuarán trabajando en estrecha coordinación con las autoridades y los cuerpos y las fuerzas de seguridad del Estado y de los distintos territorios para garantizar la seguridad y el correcto desarrollo de la carrera” , argumentó la organización de la carrera, que no tiene competencias para expulsar al Israel de la carrera.

El cinismo de la UCI

La UCI es la única entidad con poder para vetar al Israel en competición, pero el organismo suizo se ampara en una supuesta neutralidad para no intervenir. Defiende su posición argumentando que la expulsión del Gazprom ruso, que se produjo tras la invasión de Ucrania por parte de Putin, se llevó a cabo porque sobre Rusia recaían sanciones internacionales.

Sobre Israel no existe una unanimidad entre los distintos países y la UCI se esconde detrás de ese parapeto que no convence a nadie. El órgano rector del ciclismo cierra los ojos frente a una situación muy fácil de resolver siempre que exista actitud y un mínimo de decoro. 

Sin embargo, nada se puede esperar de un ente capaz de abrazar un Mundial de ciclismo en Catar, donde la afición es nula, o dar por válidas las carreras que al amparo de A.S.O, organizadora del Tour y de las pruebas más importantes del calendario, se despliegan por el desierto por un capricho de los jeques, que emplean la compra de competiciones para mejorar su imagen de cara al exterior.

Blanqueamiento de los Estados

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En el fondo, el despliegue de dinero y de poder es cada vez más notorio y obsceno en el ciclismo. Dinero de dudosa procedencia que parte desde Estados de nulo reconocimiento democrático y cuyas leyes colisionan frontalmente con la defensa de los derechos humanos, que se suponen parte esencial del deporte.

La presencia del Israel, la del Bahrain, la del UAE o la del Astana, amén de otros patrocinadores, solo sirven para el lavado de imagen de distintos regímenes que han encontrado en el deporte un vehículo formidable para hacer propaganda y blanquearse ante el mundo.