EXTINGUIDO el fuego de Aprica, previo paso por el crematorio del Mortirolo, que convirtió la carrera en un páramo de cenizas, un lanzallamas que cinceló una etapa maravillosa, tan bella por el paisaje, tan salvaje por la orografía, tan desgarrador el espectáculo mayúsculo de los ciclistas, Alberto Contador, líder del Giro, se subió al rodillo para rebajar el ácido láctico, disparado por la épica en un día para los arcanos. Poco después accedió al podio para adentrarse en su estupenda rutina. Flores, besos, champán y la túnica rosa. Contador saludó y plantó un beso a la maglia rosa. En ese beso recorrió plano a plano todo lo que le sucedió en un día que le exigió lo mejor de sí mismo. Por eso cuando posó ante las cámaras de la RAI, las ojeras subrayándole el rostro de esfuerzo, se emocionó. Los ojos se le hicieron agua al madrileño. “Ha sido una etapa complicada por la avería en el descenso de Aprica. Iba todo perfecto hasta que he pinchado y me he cortado. Todo el equipo me ha esperado y se han reventado a tirar por mí”, exponía el líder, muy agradecido por la colaboración de sus compañeros. Se le notaba la piel de gallina en el timbre de voz. “Solo les puedo dar un 10 a todos y cada uno de ellos. Si tengo esta maglia es gracias a ellos”. Relató el madrileño que se iba a “180 pulsaciones” y que cuando llegó a la base del Mortirolo, a 45 kilómetros de meta, enfocó la carrera como si de una contrarreloj se tratase “He ido a mi ritmo. No podía perder la calma. El problema no es empezar con el tiempo perdido, si no que parece que has empezado el puerto diez kilómetros antes. Era un reto lo que me habían puesto por delante”.

una situación nueva En los apuros que tuvo que atravesar Contador estuvo implicado en primera persona el Astana de Mikel Landa, un gigante el alavés, más grande a cada paso que da el Giro. “Landa está andando muy fuerte aquí en el Giro. Ha conseguido dos victorias de etapa y habrá que ver como anda luego en otras carreras, pero desde luego que tiene un buen futuro”, describió Contador, objetivo del Astana.

“Le ha hecho daño (a Contador) tener que cogernos. El Katusha ha roto el grupo y ha ido a tope y nosotros hemos colaborado con ellos”, relató un gozoso Mikel Landa después de obtener su segundo triunfo de etapa, una victoria que le ha validado un salto en la clasificación -es segundo a 4:02 del madrileño- y la certeza de que él es el líder del Astana en lo que resta de Giro. El suyo es el celeste más fuerte. “La verdad es que ha sido un día perfecto para mí”, analizaba el de Murgia, que al igual que sucediera en Madonna di Campiglio gestionó mejor que nadie la llegada en Aprica. “En los últimos kilómetros ellos (Contador y Kruijswijk) empezaron a jugar por ganar la etapa. Lo intenté y no sabía que estaba tan fuerte. Al final no pensaba que era tan superior a ellos. Ha salido redondo”. A estas alturas del Giro, son varias las voces que sostienen que la apuesta de Astana debería haber sido Landa y no Aru, que partió como líder. “Tal vez si hubiera venido como líder al Giro, no habría hecho nada; nunca se sabe”. Segundo en la general, Landa debe explorar un territorio desconocido para él. “Esta situación es nueva para mí”, asume el de Murgia, que espera la recuperación de Aru en las próximas dos etapas para “probar a Contador entre los dos”. Mientras tanto, Mikel Landa viaja en el Giro de sonrisa en sonrisa.