El valle de los lamentos
La ronda italiana cruzó ayer a toda velocidad por Aprica, donde Miguel Indurain, en 1994, y Abraham Olano, en 1996, perdieron sendos Giros
TIRANO. Cerca de Tirano dejó Indurain de serlo. Una veintena de kilómetros más arriba en el valle de Valtellina está Aprica, un pueblo rodeado de montañas que los ciclistas pasaron a toda velocidad y en el que aterrizó hace 17 años un tal Marco Pantani, un chico delgadito y algo de pelo entonces que la víspera había ganado en Mearano tras atacar en el eterno Passo Giovo. En Aprica hundió a Miguel. Era 1994. Indurain había ganado las cinco últimas grandes que había disputado. Tres Tours y dos Giros. Eugeni Berzin, aquel ruso que duró dos años en la cima, era la maglia rosa. Era joven y alocado. Y en la locura, el frenesí y la impaciencia, entró al trapo en el Mortirolo cuando inició Pantani un vuelo asombroso. Miguel, más cauto y experimentado, siguió a su ritmo. Acertó. Antes de la cima pasó por encima de Berzin, hundido, y se lanzó hacia su tercer Giro consecutivo. No ocurrió. Indurain atrapó a Pantani, tiró en el llano y subiendo el Válico de Santa Cristina, corto y duro, agarró su primera gran pájara desde que subiera al Olimpo ciclista en 1991. Llegó arrastras a Aprica, con apenas unos segundos de ventaja sobre Berzin. Aquel día Miguel perdió el Giro.
En el mismo lugar, dos años después, sucumbió Abraham Olano. Se había vestido de rosa el día antes, en el Pordoi y por solo un segundo con respecto a Pavel Tonkov. Quedaba una etapa para acabar el Giro, un maratón dolomítico. Gavia y Mortirolo eran el epílogo infernal. Hacia un calor asfixiante. En el Gavia, entre el polvo del sterrato, no pasó nada. Pero en el Mortirolo… En el coloso se lanzaron Tonkov y Zaina con tal violencia que Abraham, bravo, eutsi Abraham, tuvo que ceder para no reventar. En meta se dejó el rosa y la segunda plaza. Acabó tercero. No fue su último podio. En 2001 solo Gilberto Simoni, muy superior, pudo con él.
Unai Osa completó el único doblete en el podio de la historia del ciclismo vasco, que sigue siendo, diez años después, el último. Olano, claro, es también el último ciclista de Euskal Herria que ha vestido de rosa, aunque fuese un día. Aquel del valle de los lamentos, donde también, el año pasado, perdió el Giro David Arroyo.