La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”, dijo Leonardo da Vinci. La belleza era una de las admiraciones de Ramón de la Sota y Llano, uno de sus muchos gustos. Pero no nos precipitemos. Hay que contextualizar la historia. Vinculada a la exposición Familia Sota. Arte y mecenazgo que se presentó días atrás en el museo de Bellas Artes que dirige Miguel Zugaza, ayer se vivió una Conferencia a cargo de Maite Paliza Monduate, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca. Sentada en la mesa de disertación, una imagen anunciaba el título de la conferencia: Ramón de la Sota y la arquitectura, sobreimpresionado en una imagen titulada Residence at Las Arenas. Bilbao-Spain. Señor Don Ramón de la Sota.

Recordó la historiadora de arte que entre las iniciativas empresariales de Ramón de la Sota y Llano estuvo la promoción inmobiliaria. Para ello contó con la colaboración de tres arquitectos vizcainos –Gregorio de Ibarreche, Manuel María Smith y Ricardo Bastida–, así como con los británicos F. Chatterton, W. E. Couch y F. Lindus Forge. Al parecer la normativa de la época prohibía a los extranjeros realizar proyectos en nuestro país, por lo que en estos casos sus técnicos de confianza suplantaron la identidad de los auténticos tracistas para conseguir las licencias de construcción. Fue una de las sorpresas de la tarde.

Entre las iniciativas empresariales de Ramón de la Sota y Llano estuvo la promoción inmobiliaria, algo que poco se conocía

Algunas promociones de Don Ramón según se dijo destacan por su fecha temprana, siendo pioneras en Bizkaia, corroborando cierto vanguardismo. Así, el palacio Ibaigane (1897) es uno de los primeros ejemplos de la arquitectura regionalista vasca, mientras que su residencia de verano (1907) en Getxo fue una de las primeras de estilo inglés. En el trasfondo de estos inmuebles se rastrean rasgos de la personalidad del empresario, caso de su ideología nacionalista o su atracción y relación con Inglaterra, así como una inequívoca curiosidad por las novedades surgidas en la disciplina arquitectónica, faceta apenas conocida hasta ahora.

La conferencia profundizó en estas edificaciones, que también sobresalen por la calidad de los materiales y su incuestionable valor patrimonial. ¿Queda claro ahora el gusto de Don Ramón por la belleza? Testigos de todo lo que les he contado fueron, además de los citados, el conservador jefe del museo de Bellas Artes, Guillermo Zuaznabar; Miriam Alzuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo del propio museo; Chus Navarro, Begoña Lerchundi, María Ángeles Izquierdo; el galerista Juan Manuel Lumbreras, María Amezaga, Jon Ander Tomás, quien recordaba que el de ayer era el último acto del curso en el museo (no volverán hasta septiembre en la vida social, aunque mañana presentará la donación de la Colección Bergé al Museo de Bellas Artes de Bilbao lo que permite la incorporación de un valioso grupo de obras representativas del arte europeo, norteamericano y latinoamericano producido durante las últimas tres décadas...) ; Andone Narváez, Teresa Querejazu, Tomás Fernández, vecino de Santurtzi; Laura Eguiluz, Alfonso Hernández Losa, Fidel Díez Mesa, Jesús Mardones, Belén Martín y un buen puñado de hombres y mujeres que acudieron con la pretensión de enriquecer el conocimiento sobre Ramón y la familia Sota.

No fueron los únicos en acudir a la cita. Entre la concurrencia se encontraba Maika Calle; la sobrina de la conferenciante, Olatz Paliza, Soraya de Andrés, Amaia Larrinaga, Koldo Mendia, María Ángeles Ortube, María Jesús Pérez Legorburu, Agurtzane Telleria, Izaskun Urrutia, Alba Mielgo, Aitor Fernández Oneka y Esti Gandariasbeitia entre otra gente hasta cubrir el aforo, en torno a 50 personas. Quienes asistieron a la cita coincidieron en la capacidad de Maite Paliza para recorrer las páginas de la Historia con soltura y con una facilidad pasmosa para llegar a quienes le escuchan.