- Adentrarse en el Laberinto de impresiones ideado por Egoitz Ikaza es sonreír con simpáticas ranas y pájaros posando a cámara, es percibir un ligero escalofrío al sentir tan de cerca a arañas y serpientes, es impresionarse con los colores tan vivos de la Tierra... Este joven de Astrabudua expone en el centro cultural Josu Murueta 30 fotografías de la naturaleza capturadas con su mirada atinada y sugerente, con su precisión y conocimiento pese a que solo cuenta 24 años. "La exposición se llama Laberinto de impresiones, porque la idea es que te pierdas a lo largo de las 30 imágenes; son 30 impresiones y cada persona se lleva sus propias impresiones", resume Egoitz. Hasta el próximo día 26 está abierto este camino fotográfico.

Los animales invaden la sala de Josu Murueta, y también se cuela algún detalle del paisaje, "sin un hilo conductor, porque puedes encontrar un pájaro, un anfibio o un reptil o una fotografía más abstracta, pero las imágenes tienen un orden lógico en cuanto a colores de manera que hay una transición de azules, verdes, amarillos, rojos y blancos y negros", indica su autor. Son todas instantáneas de la naturaleza para admirar su belleza. Entre ellas, la de un charrán patinegro, retratado al amanecer en una playa de Cantabria, por lo que su figura, apoyada en una roca y con el pico abierto, está ensombrecida mientras el sol nace detrás de él. "Con esta imagen fui premiado en 2017 en un concurso y allí conocí al equipo de Olympus y entré en un sistema de prueba de equipos con ellos. Después, me surgió la oportunidad de colaborar con la marca. Entonces, desde finales de 2017 y todo 2018 estuve haciendo fotos con sus equipos y les propuse realizar este proyecto. Ellos se hicieron cargo de la financiación de la exposición, que es un recopilatorio de las 30 mejores imágenes realizadas durante ese 2018", explica este erandioztarra. Así, la muestra, con charlas del propio fotógrafo, ha circulado por ferias de Catalunya, Andalucía, Castilla y León... Hasta que la pandemia frenó el itinerario del Laberinto. Ahora, habita en casa: en Astrabudua.

"Hay animales que suelen gustar más, como el herrerillo capuchino, que hace gracia por su cresta, y luego hay otros que tienden a gustar menos, como suele ocurrir con las serpientes. En las charlas siempre digo que son animales con los que hay que tener cuidado, sí, pero que deben estar en la naturaleza, porque por el propio ciclo vital tiene que haber presa y depredador, son controladores de plagas de roedores, de insectos, de otros reptiles...", considera Egoitz. Además, las serpientes a las que él apunta con su objetivo "son rescatadas". Según desvela, "se han caído en pozos de regadío y no pueden salir. Los fotógrafos o grupos de gente que van a verlas para rescatarlas solemos ir de vez en cuando a este tipo de estructuras y las sacamos".

Egoitz se mimetiza y empatiza con la naturaleza al estar tan cerca de ella. Ha aprendido infinidad sobre anfibios, aves, insectos o reptiles. Lleva años camuflándose -literalmente- en el monte o en el bosque para pasar desapercibido y que su cámara pille la pequeña vida que fluye entre hierbas, ramas, arena o charcas. "Esta exposición tiene algo particular. Lo normal es que tú te escondas en algún sitio y atraigas a un animal con cebo o con algún truquillo. Pero en este caso, menos el macro de los anfibios, reptiles e insectos, prácticamente todas las demás están hechas a bote pronto: vas andando y te la encuentras. Algunas están planificadas, como la del charrán patinegro. Es una playa de Cantabria en la que yo sé que el sol sale por el horizonte y cuando la marea está alta, los pájaros se ponen en esas rocas. Es cuestión de pegarte el madrugón", cuenta Egoitz.

Con 7 años, sus padres ya le regalaron una cámara y su afición fue creciendo y creciendo y aproximándose a la naturaleza. Entre ella, sigue moviéndose de maravilla. "Aunque ahora mi estilo se centra más en hacer fotos artísticas. Tiendo a alejarme del retrato clásico que sale en una guía", matiza Egoitz (en Instagram: @egoitzicaza_worldinphotography). Ya hay alguna muestra de ello en este Laberinto de impresiones, en el que, por cierto, las fotos están en paneles de chromaluxe. "Se imprimen las imágenes en una especie de papel cebolla, que a priori parece que no tiene nada de color, pero luego se aplica una resina al aluminio y, por calor, por un proceso que se llama sublimación, se transfieren los colores, que aparentemente no los hay en ese papel cebolla, al aluminio y por arte de magia aparecen", apunta este fotógrafo.

La senda profesional de Egoitz aspira a avanzar por el mundo audiovisual. "Ahora estoy esperando para hacer prácticas en Avis Producciones", señala. A la par, está en una agencia de viajes para organizar salidas destinadas a fotografiar fauna. La próxima es a Irlanda, del 28 de mayo al 1 de junio de 2022. "Vamos a unas colonias de aves marinas", desvela este retratista de la naturaleza.

"Casi todas las fotos de la exposición están hechas a bote pronto"

Fotógrafo