¿Cómo ha sido su labor durante estos últimos meses?

—Llevamos desarrollando la gestión de reparto de alimentos desde hace casi 8 años, a lo que se han ido sumado otras acciones en colaboración con asociaciones que trabajan en los social, así como nos hemos ido convirtiendo en una especie de ventanilla abierta para personas que necesitan ser escuchadas y atendidas y derivadas donde corresponda. Nuestra andadura comenzó en plena crisis en aquel entonces, pero la de ahora se ha convertido en una de las etapas más complicadas. La pandemia trajo una situación impredecible, pero enseguida nos pusimos manos a la obra.

¿Cómo han afrontado la crisis?

—En la unión está la fuerza, aunando recursos y experiencia con otros, como es el caso de nuestro compañero de fatigas, la Cruz Roja de Bermeo. Ya con el primer estado de alarma, fuimos conscientes de que en nuestra labor habría limitaciones y poca flexibilidad, teniendo en cuenta la normativa sanitaria. Así mismo, nos coordinamos con el Patronato de Bienestar Social y con el Área de Servicios, el cual se encarga de traer alimentos desde el Banco de Alimentos de Bizkaia, nuestro principal proveedor.

¿Han visto incrementada su labor?

—Se llegó a registrar a más de 400 unidades familiares, que supusieron algo más de 900 personas, entre las cuales cabe destacar un número de menores de 12 años que ascendía a algo más de 250. La distribución de alimentos con servicio a domicilio, única opción viable, se hizo a través de la Cruz Roja de Bermeo. De no ser así, no hubiera sido posible. Así mismo, tanto la Cruz Roja como nosotros fuimos aportando todos los alimentos disponibles, garantizando una entrega suficiente y digna, para ayudar a las familias más necesitadas.

¿Han pasado momentos duros?

—Hemos pasado momentos muy complicados, con una realidad dura de digerir y con miedo en ocasiones e impotencia al pensar que no llegábamos. Solo queda agradecer a todos los colaboradores, la que creo ha sido una labor de equipo, sin precedentes y muy satisfactoria.

Se avecina una fuerte crisis económica y social…

—Los perfiles han sido muy variados, desde los habituales con los que tenemos una relación de años y que viven en el umbral de la pobreza o con situaciones económico-sociales complicadas, hasta un nuevo perfil, como quienes se han quedado sin trabajo tan de repente, como es el caso de autónomos y quienes trabajaban en economía sumergida, sobre todo. Lo que viene es un panorama agridulce en tanto que, sí se aprecia cierta reactivación económica en según qué actividades, pero con un telón de miedo e inseguridad que la tiñe y ralentiza la reactivación del consumo, por lo que esa recuperación tardará.

Ustedes no cejarán en su empeño.

—Seguiremos trabajando con el mismo empeño y voluntad de aportar nuestro granito de arena.

¿Han retomado su actividad presencial de reparto de alimentos?

—Esta misma semana se ha vuelto a esa nueva normalidad y la distribución se hace nuevamente desde el almacén de Kate Sarea Elkartea, situada en los bajos de Andra Mari Kalea 18-19, y así se seguirá haciendo, con una entrega de alimentos mensual. Seguiremos trabajando coordinados con otras entidades, que es como entendemos nuestro trabajo.

¿Cómo gestionan ese reparto de alimentos? ¿Prevén cambios?

—La vía para acceder es a través del Patronato de Bienestar Social de Bermeo, donde su personal examina la situación de los solicitantes y, en tanto cumplen unos requisitos establecidos en coordinación con el Banco de Alimentos de Bizkaia, pasan a ser beneficiarios. Por otro lado y tenido en cuenta que no se esperaba un cambio rápido a la baja del número de demandantes y tras conversaciones con el propio Banco de Alimentos de Bizkaia y en coordinación con el Patronato, nos hemos visto obligados a replantear las condiciones, como las ayudas sociales de una índole u otra que perciben las familias, para un reparto lo más justo posible.

La entrega de alimentos es un complemento, según señalan.

—Es un complemento más de ayuda para las familias más vulnerables. No se trata de un reparto de alimentos que pretenda cubrir las necesidades mensuales, sería totalmente inviable y más en crisis. Dicho esto, veo muy necesario un debate institucional junto con las asociaciones y entidades sociales, que invite a una reflexión sobre todas las ayudas que son concedidas, requisitos y durabilidad, así como sobre la labor desde el ámbito del voluntariado, en tanto entre todos garanticemos que los recursos disponibles, y que son limitados siempre, sean gestionados eficazmente y de manera muy coordinada. Nos gustaría una mesa de encuentro entre todas las asociaciones y entidades para saber lo que ofrecemos cada uno y coordinarnos con la experiencia y recursos que dispongamos. Y más en situaciones como las vividas.

¿Cómo valora la actual situación?

—Hay un debate abierto desde el voluntariado de asociaciones y entidades que pide mayor profesionalización, que supone una dotación económica en tanto puestos de trabajo y formativa, y que respondan a las necesidades sociales actuales y futuras. Vemos necesario una mayor coordinación entre las instituciones y asociaciones para una gestión más eficiente y justa de los recursos económicos y humanos. Tenemos muy presente que los recursos son limitados, por eso se hace más necesaria esa coordinación y sobre todo una revisión de las ayudas sociales actuales y que entendemos no han de ser vitalicias. No se trata de dar el pescado, sino la caña y enseñar a pescar, esto es, desde políticas de empleo y formación, ayudas a la inversión y que responsan a las necesidades actuales...