Bermeo - Puerta de entrada a Urdaibai, es un hábitat natural que resguarda a miles de aves que viven en la costa vasca. Y a algunas otras muchas que realizan viajes migratorios de miles de kilómetros desde sus lugares de reproducción en verano, llegando incluso desde Islandia, hasta sus cuarteles de invierno en África. En zonas como Izaro se refugian y alimentan. Ornitólogos de Aranzadi Zientzia Elkartea, que llevan dos campañas elaborando censos de los paseriformes durante los veranos de 2018 y 2019, han visitado el islote.

El especialista impulsor de la campaña, Luis Betanzos, y su equipo, formado por expertos y voluntarios, vienen realizando estudios que les han llevado a capturar, examinar -y liberar posteriormente- a 1.297 aves de hasta 20 especies, solo en 2018.

Betanzos, junto a Ioar de Guzmán -también anilladora de Aranzadi- y las bermeotarras Ainhoa Egaña y Martiñe Zabala -voluntarias de la campaña en 2019-, dio ayer cuenta de un proyecto -ambicioso en cuanto a lo que se refiere al Cantábrico- que tiene en la isla de Bermeo su emplazamiento. Han permanecido un mes cada agosto durante dos años, para calibrar la situación del hábitat. Lo hicieron ayer en el Museo del Pescador a las 11.00, en una charla en la que detalló un proyecto que persigue certificar que el emplazamiento es "de vital importancia" en el ir y venir de aves en Urdaibai. Que es "importante" en su ciclo migratorio, aunque el especialista ornitólogo de Aranzadi confía en que el estudio se alargue al menos cinco años "para sacar datos que nos puedan llevar a conclusiones más contundentes".

El proyecto lleva ya dos años de vida de estudio de las migraciones. "Se trata de la migración posnupcial, el flujo más importante de las aves", relata. Y se hizo en una época importante, ya que es cuando miles de aves recalan en el islote. "Es el primer punto de tierra firme para un migrante que, procedente del Cantábrico, entra en la Península por esta zona. En este contexto geográfico, Izaro es un lugar estratégico para estudiar la migración a través del Cantábrico", ahonda.

Capturadas las aves "para su anillamiento científico, mediante el que le son instaladas a las especies un anillo indentificativo único para cada ejemplar, "en cada una de las jornadas las redes se abrieron al punto del amanecer y permanecieron así hasta el ocaso. Por la noche permanecieron cerradas para evitar posibles daños a otras especies. Durante el periodo de apertura de redes, estas se revisaban, como máximo y mínimo, cada hora. En caso de lluvia o viento muy fuerte, se cerraron", explican. Las condiciones de emplazamiento también hicieron lo suyo. "Izaro es un entorno difícil", señala Betanzos, si bien la ayuda imprescindible participación de voluntarios hizo que fuera más llevadero. "Todo el trabajo llevado a cabo en este proyecto se desarrolló a través de voluntariado", recalca. Así, en la campaña de 2018 participaron "20 voluntarios" de varios lugares del Estado. "En cada momento solo accedieron a la isla cuatro personas, de las que al menos una era un anillador titulado", señala.

Reseñable es que dentro de los voluntarios de Euskadi, hubiera varios de Urdaibai. "En 2019 se acercó más gente y tuvimos que decir a algunos que no. Había más voluntarios que plazas, pero les animamos a participar en próximas campañas", señala un Betanzos que impulsa el proyecto ornitológico y que cuenta con el apoyo de Aranzadi, Urdaibai Bird Center, el Gobierno vasco, la Diputación , el Ayuntamiento de Bermeo y la empresa Maier. De hecho, Betanzos y sus los organizadores ya están preparando una nueva campaña para 2020.