Portugalete - A partir de ahora, una parte de una pared de la calle María Díaz de Haro de la noble villa jarrillera reflejará lo que era el corazón de Portugalete hace, aproximadamente, un siglo. Esto será gracias a la creación de un mural de 54 metros cuadrados de superficie que dará color, vida y personalidad a esta céntrica calle jarrillera. La obra refleja una vista desde el antiguo palacio que ostentaban los Chávarri en la villa.

En el proceso de búsqueda de una posible imagen para decorar esta pared, los técnicos municipales bucearon entre el multitud de fotografías que tenían en su poder varios historiadores de la localidad. Entre ellas, destacó una que reflejaba una vista del corazón de la villa desde el palacio de los Chávarri, edificio inaugurado en 1903 y que fue derruido a mediados de la década de los 60. “Teníamos la idea de que ese muro no podía ser simplemente una pared más de la Villa, y que su rehabilitación tenía que conllevar un recuerdo a la historia de Portugalete y especialmente a cómo los portugalujos lo percibían hace más de 100 años”, declaró Mikel Torres, alcalde de Portugalete. En el marco de la creación de estos trabajos se han colocado una serie de luminarias led tanto en la parte superior como en la inferior de la obra para, de esta manera, realzar la figura de esta composición pictórica. Las obras de reparación y acondicionamiento del muro para acoger la obra han supuesto la rehabilitación total de la pared. En este aspecto, se han subsanado las fisuras que presentaba, se ha reparado el voladizo superior que discurre por la calle Bizkaia y las aguas se recogerán de forma interior.

Resto del muro La obra ocupa 54 de los 500 metros cuadrados de muro existente en esta calle de la villa. En los 450 metros cuadrados restantes de pared se ha procedido a la colocación de una cortina que está rematada con un trámex ornamental de estructura triangular y que evoca a la figura del Puente Colgante y la ría del Nervión. Esta es una estructura de aluminio perforada que está lacada en tonalidades verdes y ocres en consonancia con el paisaje que dibuja el Parque de los Monos que se sitúa justo detrás de este muro que, desde ahora, recuerda el pasado de la villa.