ABANTO-ZIERBENA. Finalmente fueron más de 300 los corredores de todas las edades los que se inscribieron en las diferentes modalidades que tiene esta aventura montañera que discurrió por las entrañas más verdes y más altas del municipio minero, donde todavía resuenan los ecos de la explotación minera.

“Sin duda es una ocasión inmejorable para hacer deporte y de paso conocer la zona alta de nuestro municipio y ver los parajes en los que tuvo lugar el desarrollo de la minería” , señalaba tras llegar a meta Idoia Fernández de Ocáriz, una abantoarra que hizo de portavoz de un nutrido grupo de jóvenes locales que -mascotas incluidas- se animaron a hacer la ruta corta (21 kilómetros) de esta prueba que contaba además con una distancia larga de 29 kilómetros y otra familiar de 10 kilómetros en la que se inscribieron alrededor de cien personas.

Una prueba que además del viento sur -cuya potencia obligó incluso a cerrar momentáneamente algunos de los escenarios de la Burdin Jaia que durante la mañana se venía celebrando junto a la corta minera de Bodovalle- tuvo en las marcas del recorrido su otro protagonista. “Hemos recibido algunas llamada de nuestros comisarios de carrera en las que nos alertaban de la desaparición de algunas marcas de la ruta lo que ha generado más de un despiste sobre todo entre gente que no conoce la zona”, destacaba la organización que ayer desplegó a cerca de 50 personas para atender los diferentes requerimientos de la prueba. Sin embargo, esta alteración de las marcas también distrajo el recorrido de vecinos y deportistas habituales de la zona. “Nos hemos despistado en la zona de Ganeran y menos mal que nos han avisado de que estábamos haciendo al revés si no, en vez de 24 kilómetros, hubiésemos hecho alguno más en balde”, apuntaban Alfonso Gajaka y Josean Fernández dos abantoarras que hacían hincapié en que la falta de marcas en algunas zonas del recorrido no eran por culpa del viento. “Más bien será cosa de cazadores o de gente de la zona que las quita”, lamentaban estos corredores que completaron la prueba de 21 kilómetros con un tiempo “que es el habitual al que hemos empleado otros años. Lo que pasa es que este año la referencia nos ha dejado un poco fuera de juego porque hemos hecho más trecho”.

RECORRIDO

No fueron los únicos corredores de la prueba que al dar al stop en sus relojes de carrera se daban cuenta de que habían superado con creces el recorrido oficial. “Tampoco nos ha importado mucho porque la vedad es que los parajes que nos han propuesto este año han sido muy atractivos sobre todo en la zona del Saúco donde se concentran muchos restos de la actividad minera”, incidía Fernández de Ocáriz. Una reflexión que compartía la alcaldesa Maite Etxebarria quien no quiso perderse la llegada a meta de los participantes. “La Mendi Ibilaldia se trata de una actividad de lo más saludable, que nos descubre nuestro entorno, al que a veces no prestamos atención y que esconde una belleza única. Esta marcha quiere paso a paso, descubrirnos lo mejor de nuestra tierra. Mendi Ibilaldia no es una competición, se trata de dar un paseo por nuestros montes y por nuestra historia”, indicó Etxebarria en la meta de Eusko Gudariak.

Los participantes tuvieron la oportunidad de caminar por las áreas mineras más intensamente explotadas a lo largo de la historia y pastizales de montaña donde se ejerce la ganadería extensiva desde tiempo inmemorial. Ello les permitió contemplar las mejores vistas del municipio desde las cumbres de Pico Ventana con 527 metros, el monte más alto del municipio, La Rasa (611m), El Cuadro (713m), Pico Mayor (747m), Ganeran con 822 metros, el punto más elevado, San Juan (669m) y Peña Pastores (673m). “Yo conocía hasta ahora más la zona de Serantes pero estas vistas me han sorprendido”, señaló el balmasedano Koldo Ulanga.