Sopuerta - A las seis de la mañana ya estaba en ruta, en la carretera rumbo a Santander para entrenar. Así un día y otro durante todo el verano. En el horizonte, el campeonato europeo de kick boxing en categoría cadete. La deportista de Sopuerta Ainara Lamelas extraía una motivación extra de estos pensamientos antes de pisar el tatami con seguridad en sí misma en Hungría. La táctica surtió efecto porque “se dice que normalmente se pierde el primer combate debido a los nervios del debut y no fue su caso”, explica su padre, José.

Y es que, a sus 15 años, está acostumbrada a desenvolverse en los deportes de contacto. Empezó con el karate y en 2015 cambió el rumbo hacia el kick boxing, “una disciplina en la que está permitido utilizar puños y patadas” que “tiene consideración de deporte olímpico, aunque después corresponde a las autoridades concretar si lo incluyen en el programa de la próxima cita”. Ainara se decantó por el kick light y un año después ya se había proclamado campeona de España de clubes, así como de Euskadi en dos modalidades diferentes.

Alzarse con el campeonato de España le reportó el pasaporte automático al torneo a nivel continental con el que ha logrado su techo... de momento a base de tesón y sudor. En los meses estivales, mientras muchos de sus compañeros del centro San Viator de Sopuerta viajaban a la costa para disfrutar de sus vacaciones, ella se dirigía a diario a otra ciudad con playa, la capital cántabra, pero para preparar su gran cita. Todos los días hacía el trayecto Sopuerta-Santander, para entrenar con la selección española y coger el punto de forma perfecto para el torneo.

La ciudad de Gyor acogió los campeonatos de Europa entre el 23 y el 31 de agosto. A la ciudad húngara donde viven cerca de 130.000 personas se desplazaron más de 2.000 deportistas menores de 18 años de 39 países. Dado que “la Federación no cubría los gastos del viaje, tuvimos que sufragarlo nosotros”, dice su padre, que la animó desde las gradas junto con otros familiares.

Durante los últimos cuatro años, “Ainara no ha faltado a los entrenamientos, lo ha dado todo” para rendir al máximo en esos pocos minutos en los que se resume todo el trabajo. En la modalidad LC ganó el combate inicial contra una contrincante griega, “por lo que conseguí meterme en los cuartos de final, “describe ella. Después, “me tocó una tremenda participante de Hungría y me fue imposible ganarla, pero no me fui con la cabeza baja, puesto que lo di todo en el tatami”.

Reservaba un as en la manga con otra categoría: “En KL conseguí pelear hasta la semifinal”. El cuadro de la competición se mostró caprichoso colocando en el camino de Ainara “a la misma húngara de la categoría anterior”. Volví a perder contra ella. Otra vez entregándose al 100% y sin arrepentirme de nada, porque reflejé mi labor de todos los años en ese combate decisivo”. Una derrota que supo a victoria . Le procuró una medalla de bronce y el poder subir al podium.

Ainara abandonó Hungría con un buen sabor de boca, porque “este no ha sido el fruto de un simple verano, el esfuerzo viene de mucho antes, viene desde el momento en que decidí empezar a practicar este deporte”, remarca. Primero en Sopuerta, después en Muskiz y, finalmente, en Castro Urdiales. Además de la medalla, también llenó la maleta de recuerdos de un nuevo grupo de amistades. Las redes sociales y los telefónos móviles les permiten cultivar el contacto desde países distintos con el deseo de reencontrarse en más competiciones.

Disfrutar sin presión La experiencia vivida en el campeonato de Europa de kick boxing ha reafirmado su voluntad de seguir progresando. “Ha vuelto muy contenta, con el deseo de pelear más veces a nivel europeo y para ello tendría que convertirse en campeona de España”, avanza su padre. Sus allegados apoyan su intención de pelear por metas más altas, pero “siempre sin presión, se trata de que lo haga porque disfruta del deporte; dice que le relaja de los estudios”.