Güeñes - La italiana Matera y la búlgara Plovdiv son las dos capitales europeas de la cultura en 2019 y a la segunda de ellas se han desplazado treinta adolescentes de Balmaseda y Güeñes con edades comprendidas entre los 15 y los 18 años en un intercambio cultural de una semana para empaparse del patrimonio local y conocer a sus gentes. El hilo conductor del viaje han sido las pruebas que han servido a los jóvenes, divididos en equipos, desenvolverse sobre el terreno.

Ambos municipios han colaborado en el proyecto cinco años después al estar dirigidas las áreas de Juventud por la misma empresa. En el caso de Güeñes el número de puntos o trukez contabilizados por la colaboración en actividades impulsadas a lo largo del año. Balmaseda también valoró la cantidad de trukez reunidos, aunque invitó a los aspirantes a enviar un vídeo de al menos dos minutos de duración en el que contestaban varias preguntas: ¿Por qué estaban interesados en el intercambio? ¿Qué estarían dispuestos a hacer por figurar entre los seleccionados? ¿Qué consideran que podrían ofrecer a la juventud de otros países? Y, ¿cómo convencerían a otros balmasedanos de tomar parte en una iniciativa similar?

Las treinta personas seleccionadas pisaron tierra búlgara el 9 de julio. Al día siguiente “Boika, nuestro contacto aquí, nos llevó a una escuela de Plovdiv donde conocimos un grupo de gente, ya amigos. Mediante juegos conseguimos estrechar nuestra relación. Intercambiar culturas nos resultó bastante sencillo”, señalan Haizea y Olaia, dos de las participantes en la expedición.

Compaginaron los monumentos de la ciudad “a la que llaman la nueva Venecia” y el monasterio de Rila con el parque natural del mismo nombre. “Mereció la pena ver el paisaje de los siete lagos y subir uno de los montes más altos del país en autobús, telesilla y andando”, comparten Asel y Aitana. La última escala del viaje les condujo a la capital, Sofía.

En Balmaseda estos días han dado la vuelta a la tortilla enseñando los encantos de la villa y otros lugares de Bizkaia a jóvenes llegados desde Riberac, en Francia. Ni el calor extremo ni las tormentas les aguaron la fiesta.