Esta próxima semana, varios voluntarios de la ONG senegalesa Hahatay se acercarán hasta el centro de formación Somorrostro en Muskiz con el objetivo de recoger el fruto del trabajo solidario realizado durante el presente curso por alumnado y profesores de varios ciclos de Formación Profesional. Se trata del proyecto Hahatay, sonrisas de Gandiol, que ha supuesto la construcción de cuatro máquinas que servirán para reutilizar la gran cantidad de plástico que inunda las zonas costeras de Senegal. “Con el plástico triturado y fundido los habitantes de Gandiol podrán elaborar material para utilizar en su vida diaria, desde tejas para sus casas hasta baldosas, herramientas, tiradores y pomos de puertas. Incluso hilo de plástico para utilizar en cestería y otro tipo de productos artesanos o de uso común. En septiembre varios alumnos viajarán a Gandiol para apoyar el proyecto”, resume un portavoz del centro formativo.

“Hablamos de una propuesta multidisciplinar y solidario que, además de favorecer el apartado medioambiental en el área de la ciudad de Gandiol, posibilitará la creación de puestos de trabajo vinculados a esta nueva tarea”, destaca Sofía Juanes, profesora de educación y control ambiental que ha coordinado el grupo. Lo forman Pedro Sousa, profesor de sistemas electrotécnicos y automatizados, Ángel López, profesor de mecanizado, y Gaizka Bilbao, profesor de construcciones metálicas, y calderería.

“A finales del pasado curso vino al centro el activista senegalés Mamadou Dia, cofundador de la ONG Hahatay, a pedirnos colaboración con la problemática que tienen en esta ciudad con los residuos plásticos. Nos contó que existía un proyecto llamado Precious plastic, que había puesto a disposición de todo el mundo de forma libre los planos necesarios para fabricar una serie de máquinas para llevar a cabo el reciclaje de plásticos y hacer con ellos una serie de productos en función de los moldes que creáramos”, recuerda Sofía. Ella puso la idea en conocimiento de los ciclos necesarios para construir las máquinas.

Multidisciplinar Finalmente, los ciclos de soldadura y calderería, construcciones metálicas, mecanizado, sistemas electrotécnicos y automatizados y por otra educación y control ambiental y prevención de riesgos laborales se sumaron al proyecto solidario que al tiempo ha servido de práctica real de las clases. Así, ha dado lugar a la creación de cuatro máquinas para el reciclaje de plástico. “Tienen una gran calidad, a pesar de que en su elaboración hemos empleado mucho material reciclado. Por ejemplo, para la compresora hemos utilizado de cabina un antiguo horno de cocina”, señalan satisfechos Pedro Sousa y Ángel López. Además de la moldeadora por compresión, se han fabricado una inyectora y una extrusadora -capaz de producir hilo de plástico continuo- y una trituradora encargada de convertir las botellas de plástico en pequeñas virutas para su fundición y elaboración de piezas.

“Uno de los aspectos reseñables del proyecto ha sido, junto con las máquinas, el estudio del propio sistema de reciclaje, ya que allí no existe la misma concienciación. Hay que crear una red de recogida de estos residuos y un lugar donde centralizar la producción a partir del plástico”, destaca Sofía Juanes. Un aspecto importante de la viabilidad del proyecto pasaba por estudiar cuales requieren menos energía para su transformación, “ya que la idea se basa en utilizar energía solar. En pincipio trabajaran con botellas como las de agua”, significa la coordinadora. En su opinión, “el proyecto puede generar varios empleos, tanto en la recogida selectiva como en la fabricación y venta de los productos. De momento quieren empezar a fabricar baldosas para una escuela”, señala Juanes.

Un proyecto que como indica Juan Tojaka, alumno de grado superior de Construcciones metálicas “no solo nos ha servido para aprender sino que nos reconfortó”.