NOS lo tuvieron que repetir cinco veces para que nos lo creyéramos, pensábamos que no lo estábamos entendiendo bien”, recuerda el zallarra Iñaki Lanzagorta. De repente, pasaron de “organizar un viaje a Estados Unidos para ver la carrera como espectadores a... ¡organizarlo para participar!”. A su compañero y a él les acababan de comunicar que cumplirían el sueño que hace un año confesaban en las páginas de Hemendik: conseguir dorsal en la King of the hammers, una de las pruebas de trial extremo más duras del mundo.

Curtido en las carreteras durante veinte años, Iñaki Lanzagorta ha crecido en contacto con el motor en el taller familiar de Zalla. Formó un tándem en plena forma con el copiloto de su equipo, Javier Otaegi, muy conocido en campeonatos de quad al más alto nivel, incluyendo el Dakar. Desde 2016 y con su equipo Buda Xtrem han recorrido juntos el viejo continente en el circuito Ultra 4 racing, que consta de cuatro carreras en Europa, ocho en Estados Unidos, una en Australia y una exhibición en China. En recompensa por la regularidad que les consolidaba como uno de los mejores equipos del continente, la organización brindó a Iñaki y Javi la oportunidad de saltar el charco.

Han recorrido miles de kilómetros al volante de Margot, su coche de 1.650 kilos de peso. Cuando empezaron a planificar su aventura norteamericana, “con toda nuestra pena, lo pusimos en venta porque ya no daba más de sí” para reemplazarlo por otro vehículo 4x4 que se adaptara mejor a las condiciones del circuito y que simbolizara esta nueva etapa de sus carreras. King of the hammers se disputó en febrero “en Johnson Valley, California, muy cerca de la ciudad de Los Ángeles en medio de una zona desértica donde se corren tramos más técnicos con otros de raid que ponen a prueba la velocidad punta de los vehículos”. Cerca de dos millones de espectadores se conectaron a emisiones en vivo durante sesenta horas en directo, un escaparate sin igual. Durante los preparativos finales, una zona denominada pequeña Europa donde aparcaron su autocaravana se convirtió en el centro de operaciones. El despliegue incluyó la ayuda de “un equipo técnico y humano para hacer frente a las reparaciones y mantenimiento en carrera con plenas garantías y la ayuda del piloto profesional Casey Currie, que nos trató estupendamente”.

El frío, “algo fuera de lo común según los lugareños” y un viento “que se nos metía por el cuerpo” hicieron acto de presencia en la King of the hammers, que arrancó oficiosamente con una sesión de fotos para todos los equipos. En la primera carrera de la semana sobre ruedas, que sirvió para tomar un primer contacto con el terreno, “salieron 110 vehículos y tan solo terminaron 27”, compara Iñaki Lanzagorta para evidenciar las dificultades del trazado. Los copilotos pueden seguir las indicaciones del GPS para cruzar los puntos de paso obligatorios en las 56 millas de cada vuelta. De varios de ellos “solo nos podíamos desviar máximo 25 metros porque de lo contrario penalizaba”.

A punto de completar la segunda vuelta y después de toda una noche conduciendo dieron por terminada su participación. “Podíamos dar una tercera, pero no iba a entrar en tiempo y, por tanto, no iba a contar para la clasificación”, así que prefirieron entrar directamente en la meta. Presenciaron la entrega de premios “y justo delante se sentó el ganador, Jason Sherer”. “Muy orgullosos de todo el trabajo realizado y de los momentos de felicidad que nos quedamos para siempre”, esperan regresar en el futuro y repetir experiencia aplicando todo lo aprendido en su debut en “la prueba fuera de pista más exigente”.