galdakao - Julieth Pareja habla con pasión y con una enérgica sonrisa. Afirma que “no cree en los imposibles”. Ella, venezolana de nacimiento y residente en Galdakao, ha sacado músculo a su mente con distintas formaciones. Porque sí, muchos creen que la cabeza se puede ejercitar en clave positiva. Pero hay que currárselo, ¿eh? Sobre ello, sobre sus experiencias y las de otras personas ha escrito en sus tres libros y sobre ello también ofrecerá una charla en el batzoki de Gorliz el próximo sábado.

Los títulos de sus publicaciones sobre crecimiento y desarrollo personal ya dan buenas pistas de cuál es la filosofía de vida de Julieth: Nada es imposible si tienes fe; Hay magia dentro de ti y La felicidad es tu destino. “Cuando la gente lee tus libros y te dice: Me identifico con lo que dices; me has ayudado muchísimo, gracias o me sentía muy perdido y ya no” es maravilloso”, confiesa. Para llegar a lanzar estos mensajes, atrás, hay todo un recorrido vital, claro. “Soy venezolana y llegué aquí hace doce años. Soy madre soltera desde los 20 y ahora mi hijo ya tiene 18. Mi familia era un poco desestructurada y mi padre, de una manera poco convencional, me enseñó que yo quería tener una vida diferente a la que habían tenido ellos. Y con 20 años ya me di cuenta de que el padre de mi hijo no era lo que yo realmente quería y decidí ser madre soltera. Luego, opté por venir aquí, donde me imaginaba que iba a tener una vida totalmente distinta a la que tenía allí. Me imaginaba escribiendo. Soñaba con escribir, era algo que pensaba yo y no se lo contaba a nadie. Me imaginaba yendo a la radio, haciendo entrevistas, dando charlas? Y cuando tuve la primera entrevista en la radio, reviví todos aquellos sueños. Yo creo que los sueños se hacen realidad”, reflexiona esta vecina de Galdakao. El punto de mayor inflexión para tomar el camino que finalmente siguió coincide con la adolescencia de su hijo. “Yo vine aquí y empecé a trabajar de camarera. Estaba bien, pero de repente sentí por dentro como que me faltaba algo. Y me volví compradora compulsiva porque quería que algo me llenara. Y en ese momento, mi hijo cambió de la escuela al instituto y pasó de ser un niño bueno a uno que no conocía para nada. Y dije: Aquí pasa algo. Es cierto que la adolescencia no es una etapa fácil, pero yo me di cuenta de que algo me ocurría y que lo estaba reflejando fuera. No es que no estuviera a gusto con mi vida, pero no disfrutaba de lo que hacía. Tenía un vacío. Yo me perdí en ese momento y mi hijo me hizo de espejo y me encontré. Ahí empecé a leer más sobre crecimiento personal y conocí a Laín García Calvo -un experto en coaching que fue nadador profesional-. Y de repente un día vi en Facebook que él ponía que podía ayudar a escribir un libro y fue automático: me suscribí, me fui a Barcelona e hice un curso con él”, asegura Julieth.

Una mala experiencia cuando asumió, junto a su hermano menor, al que está “muy unida”, las riendas de un bar, sirvió, por otro lado, para conocer también a una persona relacionada con el coaching. Por lo que las piezas seguían encajando? Y su hijo, siempre su hijo? Y también su padre, fallecido. Ambos son inspiración y motivación. “Mucha gente piensa: ¿Cómo hago para que mi hijo sea feliz, para que cumpla sus sueños? Y la mejor manera es el ejemplo. Con la primera presentación de mi libro, mi hijo estaba feliz. Todo empieza por ti”, considera.

Julieth no para de enviar vibraciones positivas, pero claro, también es realista y “evidentemente tengo días malos, me pasan cosas, y no siempre vas a conseguir todo”. Pero con un esfuerzo, sin miedo a los miedos, y con más pensar en blanco en lugar de en negro, se pueden dar muchos certeros pasos. “Sé un punto de luz que el mundo necesita. Es algo que yo digo mucho”, desea Julieth.