FUE precisamente en el año 2003 cuando la escultura popularmente conocida por los zornotzarras como La patata, se inauguró e instaló en la rotonda que une el cruce de caminos entre las calles Sabino Arana, Carmen, San Miguel y San Pedro de Amorebieta-Etxano. Desde entonces, esta gran pieza de bronce de nueve metros de altura y dos toneladas y medio de peso del artista donostiarra Andrés Nagel ha estado presente en muchos carteles anunciadores de las fiestas patronales de los Cármenes. Sin duda aquel año, fue la gran protagonista.

Esta escultura gigante y sin nombre del artista y grabador Andrés Nagel fue creada por concurso público y costó 180.000 euros. Desde el primer momento fue bautizado por los vecinos zornotzarras como La patata. Se trata de un ovoide con forma de tubérculo compuesto por tres patas y con un extremo donde cuelga una tela de nylon. Tiene siete pinchos en su cuerpo y diversa grafía que cuando giras a su alrededor permite leer el nombre de Amorebieta. Detrás de la pretensión de esta obra, al parecer Nagel pretendía que los espectadores pudieran jugar con la imaginación y así invitar a viajar a tiempos pasados de dinosaurios y seres gigantes.

No exento de polémica desde su creación e incluso con litigios judiciales de por medio por un posible cambio de ubicación, La patata de Amorebieta se ha convertido en un elemento emblemático del municipio. En 2017, esta rotonda tan singular fue incluida en una lista de las cinco rotondas más raras de la península según un suplemento de un diario de tirada estatal y comparte ranking con una rotonda-cementerio de Madrid y otra con una piscina, en la provincia de León.

Diecisiete años después de su inauguración La patata se ha convertido en un punto de encuentro entre las calles Sabino Arana, Carmen, San Miguel y San Pedro y su presencia en los carteles de fiestas, en mayor o menor medida, se ha ido repitiendo a lo largo de las siguientes ediciones.