Bilbao está siendo protagonista de una auténtica revolución en la oferta de alojamiento para universitarios. En tan solo dos años el número de plazas ofertadas para estudiantes de enseñanza y grados se ha incrementado casi un 161% al pasar de ofrecer algo más de 805 camas en el curso 2020/2021 a las 2.106 que estarán dispuestas a partir del mes de agosto con la apertura para el nuevo curso 2022/2023 de una nueva residencia en las plantas inferiores de tres de las torres de Garellano.

El boom de habitaciones residenciales para estudiantes superiores es consecuencia del desembarco en el sector de diferentes fondos de inversión que han visto un claro nicho de mercado en los jóvenes foráneos que quieren cursar sus estudios en algunas de las universidades sitas en Bilbao, tanto públicas como privadas. Un mercado que con anterioridad estaba cubierto casi en exclusiva por colegios mayores o residencias dependientes de las universidades. En concreto, hasta finalizar la pasada década se ofertaban en la villa 805 camas repartidas entre las 302 del colegio mayor de Deusto, los 201 de su homólogo Miguel de Unamuno, gestionado por la EHU/UPV, la cual también aportaba otras 216 camas de la residencia Blas de Otero. Además, había 86 más del colegio mayor Bidealde del Opus Dei. Se da la circunstancia que este último centro fue cerrado hace dos años por la congregación religiosa al no querer cambiar su filosofía cuando empezó la llegada de los fondos de inversión.

Los servicios residenciales privados abiertos en los dos últimos años lo han hecho a lo grande. En total, para el próximo curso se dispondrán de 1.301 camas añadidas tras sumar las 351 dispuestas por la firma Resa, en su edificio por encima de Bilbao Intermodal, 572 disponibles en la macroresidencia construida en San Ignacio, 273 dispuestas por la empresa Mi campus en su centro de Txurdinaga, a las que sumará las 105 que estrene este mes de agosto en una nueva ubicación en las plantas inferiores de las mencionadas tres torres de Garellano.

El director de los dos centros de Mi campus Bilbao, Jorge Panera, asegura a este periódico que "las residencias han venido para quedarse" con un modelo de atención a sus clientes más hotelero que difiere sobremanera de los tradicionales colegios mayores adscritos siempre a universidades concretas. El director del de Deusto, Fernando Asenjo, expone como "nosotros no tenemos ánimo de lucro, hay un seguimiento académico de los residentes, ofrecemos servicios de tutoría, grupos de trabajo... además, claro, de una oferta deportiva en las instalaciones de la universidad de Deusto. En definitiva, somos un centro educativo".

Un oferta que muchos padres quieren para sus hijos con el fin de que no se desmanden demasiado en sus años universitarios. "Aquí el acceso es libre las 24 horas del día pero pasadas las tres de la madrugada los residentes tienen que fichar", explica el responsable del colegio mayor de Deusto.

Sobre si las residencias privadas que han desembarcado en los dos últimos años suponen una competencia, Asenjo opina que "en ningún modo, porque ofrecemos filosofías diferentes a los estudiantes".

Coincide en la idea Jorge Panera, al asegurar que "nuestra competencia son en realidad las otras residencias nuevas que se han abierto". Y en esa elección tiene que ver mucho el dinero y los servicios que se prestan. Sin duda, por lo que ofrecen, los colegios mayores salen mucho mejor de precio ya que, aunque las tarifas son algo más elevadas, la residencia es integral y estas entidades no buscan el beneficio económico. Todo lo contrario que los centros privados donde algunos, sobre un precio base, suman después servicios básicos como limpieza o comida y aportan menos complementos al universitario. Aún así, el director de Mi campus Bilbao se mostraba seguro de que "llenaremos nuestras dos residencias".