Banderines de balcón a balcón, una trikitixa todos los viernes por la mañana, turistas 'echando un pote' en el batzoki y comprando sábanas en Lagarterana, transeúntes paseando hacia el Mercado de la Ribera y en el aire una sensación jovial. Esta era la imagen de la calle Tendería o Dendarikale antes de la pandemia: ambiente en estado puro. Ahora cuenta una cosa bien distinta.

Con la covid-19 las calles se vaciaron y con ellas las cajas registradoras de los comercios. Los propietarios de negocios en Tendería se sienten especialmente afectados y aseguran que la afluencia de gente ha disminuido por culpa de la pandemia y sus restricciones y que con ella lo ha hecho la facturación. Se muestran preocupados y desesperados por la poca frecuentación de las calles y el aumento de la inseguridad en la zona. Por ello, piden ayuda para atraer más clientes y dar así vida y seguridad.

La calle Tendería es una de las siete calles de Casco Viejo, es decir, una de las que conforman el corazón de Bilbao, con siglos de historia sobre sus edificios. Se encuentra detrás de la Catedral de Santiago y debe su nombre a haber sido siempre una vía llena de comercios. Tendería se llenaba de turistas y compradores que la transitaban para llegar al Mercado de la Ribera, pero que de camino caían en la tentación de estas pequeñas tiendas y bares. Sus propietarios achacan ahora la ausencia de clientes a los cierres perimetrales, la bajada del turismo, la cancelación de las fiestas y el 'teletrabajo'.

Entre ellos, Harry Rangel, propietario del Batzoki Bilbo Zaharra desde hace dos años, que denuncia la falta de gente que transita la calle Tendería como consecuencia de la pandemia: "La situación antes de la pandemia era muy buena, los clientes venían aquí y se comían un buen pintxo, pero después de esto, el consumo ha bajado mucho".

Mientras, Iñaki Carrera, dueño de la Taberna Sarkue Nonina, incide en las restricciones: "La gente quiere terraza, han vendido lo de que hay que tomar en el exterior, yo que solo tengo una mesa estoy totalmente vendido".

Por su parte, Marisa Arias, gerente del local de comida sin gluten Zerogluten, cree que además de la pandemia la opción del teletrabajo también ha influido. "Mucha gente teletrabaja, entonces se queda en su segunda residencia todo el verano y no vuelve hasta septiembre, cuando los niños empiezan las clases, y se nota porque antes a la salida de la oficina compraban", denuncia. Echa la vista atrás y afirma que hace dos años decidió trasladarse de Indautxu, donde llevaba cuatro años, a Casco Viejo porque esta zona era más activa y turística, pero que ahora sin fiestas, ni movimiento, "ya no hay nadie". Entre risas admite: "Antes si cada vez que le sacaban una foto al cartel me hubieran dado un euro, podía cerrar todas las tardes".

Marisa es optimista y se lo toma con humor, pero en sus palabras también reside cierta desesperación como en las de Harry y las de Iñaki. Piden al Ayuntamiento de Bilbao que impulse el comercio y conduzca a los turistas hacia Tenderia y las calles contiguas. "No están solo la Plaza Nueva o la de Unamuno, también existen estas calles", defiende Harry Rangel. Carrera coincide con él y alega: "hay favoritismos", explica que a él no le permiten poner más mesas ni aun con el permiso de la propietaria del local de enfrente, que esta vacío, pero conoce de "otras zonas" en las que sí les han dejado.

Solicitan ayuda y medidas que favorezcan el paso de los clientes y los turistas por Casco Viejo y en concreto por la calle Tendería. "Las agencias y los hoteles podrían promover esta zona de gran antigüedad y con mucha historia que contar", propone Harry Rangel. Marisa Arias demanda además medidas destinadas a los comercios y no solamente a la hostelería: "Estoy de acuerdo con que se ayude a los bares, pero esto es una bola. Si vienen a comprar al final te sientas a tomar algo y al revés, vas a tomar algo y miras unas tienditas". También agradece el impulso que se dio al comercio con el 'Bono Bilbao' de consumo, " a mí me ha dado la vida", confiesa aliviada.

Siguiendo esa misma idea, ella cree que la clave se encuentra en impulsar el consumo, habla de un ecosistema del comercio: "Si yo no pido más género, hay un montón de gente detrás que no arranca tampoco".

La presidenta de la Asociación de Comerciantes de Casco Viejo, Rosa Pardo, señala que este tipo de sucesos, como la pandemia, tienen consecuencias en los hábitos de consumo y que los comerciantes tienen que adaptarse a estos nuevos tiempos. Por eso, en Tendería los comerciantes y hosteleros han sopesado desarrollar acciones que permita llamar la atención del cliente, asegura Harry Rangel. Otro ejemplo es Marisa, que se ha sumado a la iniciativa Eup!, de la Diputación, aunque es algo escéptica sobre su eficacia, pero aún así ella "se apunta a todo".

ESTADÍSTICAS

Según Rosa Pardo, el Casco Viejo se encuentra en un periodo de recuperación de acuerdo con los datos que recogen desde la asociación de comerciantes "con exhaustividad". Además, afirma que calles como Tendería o Artekale ya estaban sufriendo una disminución de la afluencia. Aunque confiesa: "Para los que tienen terraza es mucho más rápido que para los que tienen pocas mesas o ninguna. Tal vez esos echen en falta el consumo en barra o de pie, pero eso va a tardar en volver".

Desde su punto de vista cada vez hay más personas paseando por las siete calles y muchas de ellas con bolsas, también cuenta que cuando sale de su tienda, La boutique de la media, y quiere tomarse un café, tiene que estar buscando "un buen rato" una mesa. Declara que como ella más gente se ve obligada a callejear cuando los primeros sitios a los que se recurren, la Plaza Nueva o Unamuno, no tienen sitio y que al final a todos les acaba llegando "su público". Aun así, desde la asociación y a través redes sociales también tratan de impulsar esos negocios, promocionado "cada semana los negocios de una calle y sector".

PERSIANA BAJADA

Alrededor de cinco negocios han echado el cierre en esta calle desde el inicio de la pandemia por las restricciones, la jubilación y la bajada del turismo. Entre ellos, El Angel, una ya mítica tienda de ropa infantil situada en el número 24 de la calle Tendería, aunque en este caso cerró por jubilación tras más de 120 años abierta. Un local que era también un reclamo por la fidelidad de sus clientes, lamenta Harry.

Iñaki Carrera opina que estos locales con la persiana bajada incrementan la sensación de inseguridad y miedo y reducen el atractivo de la calle. Recuerda como una mujer joven acudió al bar contándole cómo se sentía más segura ahora que los bares podían seguir abiertos por la noche porque había sufrido un robo con violencia. Él insta en su necesidad de colocar más mesas y el buen servicio que haría al Casco Viejo: "dicen que no puede poner mesas porque estropea el casco, pero más lo hace un local vacío, da sensación de abandono, inseguridad, si los locales se cierran las calles se quedan abandonas y hay robos".

Desde la Asociación de Comerciantes de Casco Viejo toman ciertas medidas para erradicar este tipo de problemas. Rosa Pardo cuenta que intentan intervenir antes de que el negocio cierre: hablan con el propietario del local para que reduzca el precio del alquiler hasta que el arrendatario remonte con su facturación y le dan ejemplos de otros locales que han cedido y "van en su línea". Si finalmente, no lo consiguen y el negocio se ve empujado al cierre, tratan de darle un uso a su escaparate para los demás comercios. "En vez de bajar la persiana del local y que esté sucio y dando una mala imagen, montamos un escaparate con productos de tiendas abiertas para que los locales se vean más bonitos y esté todo más limpio", cuenta Pardo. Hablan con los propietarios y les piden que mantengan el contrato de luz para iluminar la calle y garantizar la seguridad.

Además, el pasado lunes el Ayuntamiento de Bilbao anunció la implementación inmediata del Plan Aurrera "para reactivar el comercio e incluso la hostelería", explica la presidenta de la asociación de comerciantes de Casco Viejo. Entre sus beneficios se encuentran ayudas económicas, subvenciones y la posibilidad de solicitar créditos sin intereses. En su opinión el ayuntamiento es consciente de la importancia del pequeño comercio, "aportamos vida, seguridad, servicio; somos un vecino más al fin y al cabo, en muchas cosas participamos más que una gran superficie a la que solo le importa hacer buena caja". Para su correcto funcionamiento Rosa cuenta que tendrán en cuenta las indicaciones de las distintas asociaciones de comerciantes y atenderán a las necesidades específicas de cada zona. "El Plan Aurrera ayudará a todos", concluye.