N 7 de julio de hace 117 años abría en Bilbao el Café Iruña. La semana que viene sus gestores -el Grupo Iruña- lo vuelven a hacer tras una reforma integral en la que no han escatimado en detalles y en la que han cuidado esa esencia de principios del siglo XX que lo convierte en un establecimiento único. "Estoy muy nervioso, pero emocionado con la reapertura. Ahora toca adaptarse, pero esperemos que esta situación por la que estamos atravesando pase y podamos disfrutar de este local de manera plena como siempre se ha hecho", destacó Gaizka Garmendia, que gestiona el establecimiento junto a su madre y su hermana. Superando los obstáculos que ha traído consigo la pandemia del covid a principios de semana el mítico café de época -el único que perdura en la villa- regalará a la ciudad más luz que nunca. Para ello, según describe Gaizka han apostado por instalar en los techos y acorde con el local, algunas filas de luz que ofrecen más amplitud al espacio y realzan los frescos, así como los adornos de los techos. Cada una de las lámparas se ha bajado para pulirlas y se han reconstruido las piezas con impresoras 3D; se han barnizado las sillas y mesas originales; se ha encargado a una empresa copiar los azulejos para ampliar una sala que se ha ganado con la reforma. Ayer por la tarde una decena de personas ultimaban los detalles de este local en el que trabajarán 23 personas; personal de limpieza, responsables de cocina, electricista, ebanistas... todos se afanaban para darle el último empujón a esos detalles que faltan para que el local vuelve a brillar. "Son un montón de cosas , pero estamos contentos porque en esta aventura no estamos solos, contamos con dos compañeros de viaje, La Salve y Osborne", enumeró el responsable.

Un trabajo arduo

El local mantiene su riqueza arquitectónica y destaca por su decoración de inspiración mudéjar, sus azulejos y sus techos policromados. "Cada cosa que hemos hecho en el local ha sido un proceso de locos. Sin duda es más barato hacer un café nuevo que restaurarlo", confiesa Gaizka. La reforma del local se ha dividido en dos partes; por un lado la estética y de la que disfrutará el cliente y, por la otra, la interna. En esta última se ha remodelado la cocina que se ha subido a la planta cero y se ha excavado para ganar más espacio para almacenes. Los baños se han bajado a planta cero para ofrecer una mejor accesibilidad a los clientes. "El backstage. No hay que olvidar que era un local de 1903 y la trastienda era muy complicada", aclara. En las barras, en los sofás se ha añadido luz para crear diferentes ambientes dependiendo de la hora del día. "Hemos restaurado la puerta giratoria, se han arreglado las ventanas, hemos logrado que una empresa haga una réplica del suelo original; otra empresa ha copiado los azulejos... Ha habido que trabajar mucho", lanza.

La pandemia obligará a aparcar por el momento cualquier inauguración, sin embargo, más adelante tienen previsto hacer una presentación en sociedad. Situado frente a los Jardines de Albia fue restaurado en 1980 por iniciativa del empresario Iñaki Aseguinolaza. Declarado Monumento Singular -es un local protegido por el Gobierno vasco como patrimonio cultural-. La semana que viene el Café Iruña abrirá para ofrecer una oferta que según ha concretado Garmendia, se seguirá adaptando a las necesidades de los clientes. "Los pilares en los que se van a basar la oferta son la inmediatez y en la frescura". Para ello han incluido una pequeña cocina en barra para preparar pintxos al momento: "Somos unos valientes", dice entre risas Gaizka. Y añade: "Somos una empresa familiar y el objetivo es mantener este café como icono de la villa, porque tiene un gran valor. Nos está costando, pero mi ama decía que esto no podía desaparecer", concluye.