La interculturalidad fue, sin duda, la gran protagonista del día de ayer. “Soy de Marruecos y llevo 33 años en Bilbao. Siempre digo que ya soy vasca”, decía Yasma Mohamadi mientras amasaba uno de los panes típicos de su país para después ofrecérselos a los bilbainos que se acercaron hasta la plaza Kirikiño para degustarlos. Bajo el lema Amasamos los barrios en convivencia, esta gran fiesta de panes del mundo que estuvo acompañada de música y talleres infantiles, tuvo lugar de nuevo, por quinto año consecutivo, en Irala y Ametzola con el objetivo de fomentar la convivencia y cohesión social en los barrios.

Hacia las 12.00 horas, los encargados de elaborar los diferentes panes se pusieron manos a la obra. A Colombia, Marruecos o Argentina fueron algunos de los países a los que los bilbainos se pudieron trasladar con tan solo degustar un trozo de su cultura. Fueron bien equipados ya que no faltó ni el horno ni ningún ingrediente para que todo saliese según lo previsto. En la plaza Kirikiño se citaron, por primera vez, Erica Tenorio y Fredi Possio. Ambos son de diferentes lugares pero tienen algo en común: llevan casi 20 años lejos de su familia. Bilbao se ha convertido en su hogar y aprovecharon la jornada de ayer para sentirse por un instante cerca de su país.

“500 gramos de queso, 250 de harina de yuca, 50 de azúcar y 50 de mantequilla es todo lo que se necesita para hacer un pan colombiano. Después hay que remojarlo en leche o en agua. Luego se amasa y lo introducimos al horno donde dejaremos que se haga durante 10 minutos a 200 grados”, explicaba Possio mientras trabajaba mano a mano con Sonia Llamosas, del colegio Tomás Camacho. “Todos los años hacemos una representación de un país diferente y este año les ha tocado a alumnos de Colombia. Está muy bueno y lo recomiendo”, añadió. A su lado se encontraba Tenorio elaborando un pan de pasas. “Es la primera vez que participo en esta fiesta y me parece genial que nos juntemos personas de diferentes culturas”, comentó.

Tanto niños como mayores no dudaron en acercarse hasta esta zona de Irala donde se congregaron una multitud de curiosos. “Está muy rico”, admitió Naia Expósito tras saborear el pan marroquí que había sido elaborado por Yasma Mohamadi que acudió acompañada por una amiga. Este, a diferencia del colombiano, lleva menos ingredientes. “Es básico. Lleva harina, sal, levadura y agua. Luego lo aplastamos hasta que parezca una hogaza. Se lo he dado a probar a amigas bilbainas y les ha gustado”, comentó. Mohamadi se enamoró de la villa nada más pisar su suelo aunque reconoce que echa en falta su tierra. “Suelo ir en verano una vez al año pero yo ya me considero de aquí”, prosiguió.

A pesar de que el pan fue el hilo conductor de este evento, también hubo cabida para diferentes espacios ligados a la interculturalidad. Mari Carmen Jiménez, que pertenece a la asociación Nevipen Ijito Elkartea, ofreció el café gitano que le enseñó a hacer su abuela. “Es una importante tradición dentro de la comunidad gitana. Es símbolo de hospitalidad”, confesó. Lo hace ella misma y ayer repartió un total de cinco litros que elaboró en una cazuela durante una hora. “Es más negro de lo habitual porque es natural”, dijo.

A su alrededor, una decena de stands acogieron a diferentes asociaciones y colectivos que trabajan con el barrio. Amiarte, Avifes y Ongi Etorri Errefuxiatuak fueron algunas de las que formaron parte de esta fiesta. Entre ellos se encontraba Mbaye Nidiaye, de Senegal, y Luxe, de Camerún, que pertenecían a la primera. “Venimos a mostrar cuadros que hemos hecho nosotros. Estamos muy contentos en esta ciudad”, reconocieron.

Pilar Artasun, vecina del barrio y que se animó una vez más a visitar cada uno de los puestos, opinó que “es una buena ocasión para unir al barrio enriqueciéndola con diferentes culturas”. “Llevo viviendo en Irala desde hace más de 40 años y creo que entre todos tenemos que mantenernos unidos amasando diferentes panes”, concluyó.