Un Puppy bien frondoso y algo más encendido de lo habitual y, también, su compañera arácnida de patas gigantes y envolventes –que ahora ha atrapado a más presas–. Ambos, reflejados en lienzos con la mirada íntima y las manos creativas de Samantha Zorrilla, han lucido al otro lado del Atlántico. Esta vecina de Getxo ha llevado sus cuadros, bajo el nombre de Nire Herria, hasta una exposición en Michigan. Así que el Guggenheim y otras postales de Bizkaia, así como la propia artista han cautivado las Américas.
“La araña ha gustado mucho”, desvela la autora, ya en casa después de una “experiencia muy bonita y muy positiva”. Claro, con pocas exposiciones en su trayectoria por este universo cultural de estrechos caminos, mostrar su trabajo en Estados Unidos es, ciertamente, algo sensacional. “Una amiga vive allí y me decía: Tienes que venir aquí, que va a gustar lo que haces”, recuerda Sam. Así que se puso manos a la obra –o al lienzo– y se apuntó al concurso Artprize, el que abre las puertas a exhibir en esta iniciativa de la ciudad de Gran Rapids. Un certamen que recibe todo tipo de creaciones, ya sean esculturas, imágenes digitales, instalaciones... Y... de todo el mundo. “Expusimos unas 150 personas y se quedaron fuera, ¡casi el doble!”, afirma esta bilbaina que lleva tiempo viviendo en Getxo. Cada colección se pudo ver en un lugar distinto. De hecho, una vez pasado el filtro de la organización, son los locales los que seleccionan a los artistas. “A mí me escogieron dos: una iglesia y otra iglesia pero reconvertida en fábrica de cervezas, y elegí esa, porque me parecía que estaba mejor situada”, cuenta Sam. Así que Puppy se tomó unas cañas. Y la pintora brindó. “Estuve diez días allí y los cuadros se quedaron tres semanas expuestos”, apunta. “Vendí dos y también me traje encargos”, añade. Y no solo eso: “Pude hablar con gente, así que pueden salir proyectos para el año que viene...”. My little town - Nire herria llegó hasta Gran Rapids y realizó, así, un viaje de unos 7.000 kilómetros –o 4.000 millas– para enmarcar. En la maleta de regreso de Sam, además de los encargos y los posibles nuevos trabajos, una vivencia estupenda.
“Allí, el arte se valora muchísimo”, reflexiona. “La gente va exclusivamente a los sitios para ver las exposiciones; es muy diferente a cómo van las cosas aquí”, admite la getxoztarra. Aquí, Sam únicamente ha podido participar en una muestra promovida por el Ayuntamiento de Zamudio por el 8-M y en iniciativas de bares, como la de La birrotxa, de Getxo, a principios de este año. En este establecimiento, Sam colgó sus Emociones urbanas. Ese era el título de la colección y ese es el sentimiento que la mueve al coger un pincel y colorear el paisaje, verde, de ladrillo o de titanio. Y es que el Guggenheim tiene un poder de atracción extraordinario para ella. “Intento pintarlo de una manera más abstracta o poco convencional y desde diferentes vistas”, indica. Por lo demás, aquí, su senda profesional tiene otras aristas. “A lo que me dedico, sobre todo, es a hacer retratos de animales –en acuarelas o en pastel–, que es lo que tiene más tirón”, explica la artista (@artmasw en Instagram). “La verdad es que es algo muy gratificante”, destaca. Al fin y al cabo, también ellos son parte esencial de Nire herria.
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