Antzar Eguna, la emoción de las alzadas
Este año han participado 106 botes, de los cuales 72 han sido de Lekeitio
Después de una mañana festiva y llena de música, risas y ambiente, el protagonismo se ha traslada al puerto, donde los barcos se han preparado para la prueba más esperada del día: las alzadas. En total han participado 106 botes, de los cuales 72 eran de Lekeitio, 16 de fuera y 18 son los castigados, zigortuak, por no cumplir alguna norma en la edición pasada. A las cuatro de la tarde comenzaban los primeros intentos, y vecinos y visitantes observaban atentos, entre aplausos y vítores.
El primer ganso ni siquiera llega a ser tirado: se han roto nada más colgarse, provocando sorpresa y risas entre el público. Este pequeño percance no ha hecho más que aumentar la expectación y la tensión para los intentos siguientes. Joanes Irigoyen ha conseguido ya cuatro alzadas sobre el mar y ha conseguido la cabeza del ganso.
Cada cuadrilla coordina sus movimientos con precisión, mientras los harrapatzailes se colocan estratégicamente para intentar agarrar el ganso. La tensión se palpa en el ambiente y la emoción crece con cada intento, mientras los barcos avanzan y se balancean sobre el agua, hasta que ha llegado Arnaitz, de la embarcación Trankulo, dejando estupefacto al público con diez alzadas, dos más que otro harrapatzaile, Aner, de la embarcación Aitxitxa Modesto, mientras que Ekain Elorza, a bordo del Sankalope, también ha cautivado a los presentes con siete alzadas, superando en dos subidas la marca que hasta entonces había logrado la participante Maite Txakartegi.
Los protagonistas del día
El Antzar Eguna no es solo espectáculo: es una tradición que une generaciones. Pepe y Vito, lekeitiarras veteranos de la celebración, explican que llevan bebidas consigo “por la imposibilidad de que te atiendan en los bares”, ya que la afluencia es muy alta. “Llevo 50 años yendo en el bote este día. Antzarrak lo significa todo, esto es lo mejor, el mejor día”, resume Pepe.
Su cuadrilla también incluye a Joseba Arrasate padre, patrón del bote, y a su hijo, también llamado Joseba Arrasate, que repite este año como harrapatzaile: “El año pasado no fue muy bien, pero este año, con la experiencia, espero hacerlo mucho mejor”, comenta el joven de 22 años, orgulloso de formar parte de la tradición.
Entre los jóvenes que se estrenan en la prueba está Eneko Txakartegi, lekeitiarra de 18 años, que debutó como harrapatzaile en el bote de la cuadrilla de su padre: “Para hacer esto no se entrena. Lo importante no es ganar, sino aguantar lo que puedas y, sobre todo, pasártelo bien”, asegura.
Ainhoa Garate, de Ispaster, explica cómo vive la fiesta con su cuadrilla y sus amigos: “Damos una vuelta, vemos el sorteo de los gansos, luego tomamos unos tragos; por la tarde vemos a los gansos y a la kukaina. Hasta que el cuerpo aguante. Es bonito ver a un montón de gente que solo ves el día de los gansos”, explica. Señala también que siempre prefieren usar transporte público para volver a casa, cuidando la seguridad de todos y todas.
Los visitantes que llegan desde otros puntos de España también aportan su mirada: Tolo, de Mallorca, y José Luis, de Barcelona, participaron ayer en la tercera edición de correfoc de Lekeitio, una espectacular fiesta de fuego con pirotecnia, ruido y carretillas organizada por la compañía Dimonis Factoria de So. Invitados por las collas locales, recorren el paseo del puerto con entusiasmo. “Es nuestra primera vez en Lekeitio y queremos aprovechar el día para disfrutar de la fiesta. Todo lo que es tradicional forma parte de la cultura”, señalan.
Más allá de los gansos o los gigantes, lo que destaca es la complicidad entre vecinos, la ilusión de los jóvenes que debutan y la alegría compartida que convierte a Lekeitio en un pueblo que celebra, cada año, su tradición más querida.